Sentí su fuerte suspiro en mi espalda, al instante mi piel se erizo, y un gemido se escapo al sentir su cálida esencia llenarme, saco su miembro de mi interior y yo caí rendido en la cama, no tenia ganas de pararme para limpiarme, al parecer Lolito lo noto, pues tomo una sábana, nos tapó y se acercó a mí.

-mañana por la mañana nos podemos duchar. -hablo con su tranquila voz, eso hizo que me acurrucara en su pecho. -...ya no estas preocupado?...

-porque estaría preocupado?. -hablé algo confundido, minutos después recordé lo de Rubius. -ah, no, sé que estará bien con Vegetta, él lo cuidará y no le hará más daño.

-me alegra que te haya hecho olvidar eso por un rato. -hablo con una notoria risa. -...descansa mi niña, te amo.

-yo igual Lolo...

Narra Vegetta

Al abrir mis ojos lo primero que vi fue a mi Ozito acurrucado en mi pecho, al instante sonreí un poco y con cuidado de no despertarlo me pare de la camilla, rápidamente salí de la habitación y fui a su casa.

Al llegar tome su mochila y comencé a empacar su ropa, al acabar me la puse y llame a Juan Carlos, el cerdo que tiene, este al escuchar mi voz, se acerco soltando pequeños chillidos, yo sonreí y lo tome saliendo de su casa...

Al llegar al hospital, deje a Juan Carlos sobre la camilla y fui a por un desayuno decente, lo tome, regrese a la habitación, me senté en la cama y con cuidado comencé a sacudirlo un poco.

-Ozito, despierta, ya esta el desayuno. -hable viendo como comenzaba a abrir sus lindos ojos.

-buenos días Vege. -hablo con una pequeña sonrisa sentándose y acariciando a Juan Carlos que se sentó en sus piernas.

-ten, come y te vistes, nos iremos a mi casa unos días. -hable con una sonrisa, la cual él imito.

Extendió sus manos tomando la comida, sin evitarlo pude ver como sus dos brazos estaban rodeados con puras vendas, sintiéndome culpable me pare y sala de la habitación, hablaría con una enfermera para saber que debía hacer...

-...y ya, tampoco es muy complicado, son solo cortadas, lo único seria cambiar las vendas y aplicar la crema que se les dio. -acabo de decir la enfermera, simplemente asentí con una sonrisa.

-ya estoy listo. -escuche la voz de mi Ozito, al instante gire mi mirada viéndolo.

-entonces vámonos, ya no tenemos que hacer nada aquí. -él sonrió un poco y salimos del hospital.

Mientras caminábamos a mi mansión lo mire de reojo, aunque tuviera su buzo, aun se podía notar las vendas que se ajustaban en su mano, decidí dejar de verlo y mejor concentrarme en otras cosas, como hacer actividades y demás cosas para distraerlo, algo que lo haga feliz...

-puedes dejar a Juan Carlos por ahí, iré a guardar tus cosas y ya regreso. -hable subiendo a mi habitación.

Él dormiría conmigo ya que no tenia más habitaciones, obviamente no le haría nada, a menos que él quiera algo, pero ignorando eso, toda esta semana que estaré con él tratare de no perderlo de vista...

Al llegar a la sala pude ver como veía la televisión, al mirarlo noté como se había quitado su gorro, aguantando mis ganas por tocar sus orejitas, fui al sofá y me senté a su lado. Sin evitarlo bajé mi mirada viendo sus manos, al ver sus vendas volví a suspirar.

-en serio lo siento. -hable mirándolo, solo me veía confundido. -lo siento, por mi culpa tu estabas sufriendo, te lleve a tu limite, en serio lo lamento Rubius.

-basta Vegetta, no tienes porque disculparte, fui yo él que tomo esa decisión. -hablo tomándome de las mejillas para mirarme con una sonrisa.

-no la hubieras tomado si yo hubiera quitado a Willy a tiempo. -hable, al instante él negó un poco.

-ninguno tiene la culpa, ninguno de los dos sabia que era lo que sentía el otro. -hablo un poco sonrojado.

-en eso tienes razón. -hable con una sonrisa, viendo como comenzaba a acercarse poco a poco. -...siempre y cuando no lo vuelvas a hacer estaré feliz. -hable notando que nos separaban pocos centímetros.

-...no lo volveré a hacer, ten lo por seguro...-hablo, podía sentir como nuestra respiración comenzaba a mezclarse.

Sin evitarlo puse una mano en su cabello y lo acerqué juntando nuestros labios, él se sentó en mi regazo comenzando a subir la intensidad de nuestro beso, así continuamos un rato hasta que nos separamos para tomar aire.

-te he extrañado demasiado. -hablo, al instante supe a que se refería, en una pequeña risa volví a juntar nuestros labios, solo que esta vez colocando mi mano en su trasero, masajeándolo...

RubegettaWhere stories live. Discover now