En Qahira

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Una vez que Osiris e Isis desaparecieron, llevándose con ellos a Hermione, todos los que quedaron en la sala de la casa de los Malfoy, estaban en silencio y paralizados. Sentían cómo el tiempo transcurría pero simplemente sus cuerpos no respondían a lo que sus cerebros les ordenaban: —Levántate, camina, haz algo —se decían todos, pero era imposible que los músculos de sus organismos se activaran. ¿Cuánto tiempo más iban a estar así? ¿Sería por la eternidad? ¿Qué clase de hechizo era ese?

Cada uno meditaba en forma distinta sin saber cómo reaccionar o qué decir al momento de recobrar el movimiento. Todos tenían algo que reprochar al que tenían en frente puesto que la diosa Isis les había sembrado el odio y la desconfianza en sus corazones, ¿con qué objetivo? Era obvio que para dividirlos y evitar que juntos pudieran trabajar.

Volver en el tiempo para cambiar el futuro, eso habían dicho. Y por lo mismo, todos entendían que debían enfrentar esta sombra que hoy los oscurecía y que, por sobre los intereses personales de cada uno, primaba el bien superior del resto y en base a esa visión debían trabajar unidos como tantas veces lo habían hecho en el pasado.

Se miraron entre sí pero nada de lo que hicieran podía provocar que se movieran. Era como si solo algunas neuronas trabajaran y el resto estuvieran totalmente atrofiadas, porque por más que quisieran conjurar algún hechizo (los que eran magos) ninguno se les venía a la mente. Todos se encontraban como en un estado de latencia, listos para ser usados, pero imposible de activar.

En ese instante, la nueva nany de la familia Malfoy Granger se desplazaba despacio por el pasillo de la mansión. Se aventuró a salir del búnker dado que había pasado mucho tiempo desde que se refugiaron en ese lugar y hasta ese momento aún no tenían respuestas de lo que realmente estaba ocurriendo. Por esta situación y porque Marita se encontraba con un embarazo avanzado, Steve Jones era un squib y por lo tanto con nulo poder mágico, decidieron que fuera ella quien se aventurara a ver qué estaba ocurriendo en la casa.

Con varita en mano dispuesta a ayudar a su nueva familia y, a pesar de sentir un poco de recelo porque jamás había estado en medio de una batalla, decidió que era necesario salir y prestar ayuda, si fuese necesario.

Al caminar despacio por el pasillo, el silencio del lugar le erizaba la piel, haciendo repetirse una y otra vez que no debía estar en ese lugar, pero ya estaba el escenario dispuesto y ella actuando, y no había vuelta atrás.

Cuando llegó a la sala, varita en ristre, pudo ver un peculiar escenario: todos sentados e inmóviles, como petrificados, pero al acercarse a Draco, este hizo una inequívoca señal con sus ojos para que los ayudara y ya sabía qué hacer.

—Finite... ¡Finite Incatatem! —exclamó la bruja haciendo una floritura un tanto exagerada con la varita.

De inmediato todos comenzaron a moverse de apoco, a estirar el cuerpo, a ponerse de pie e intentar calentar los músculos. Sin embargo, lo que vino después fue algo de no entender:

Ron discutía con Luna porque ésta, según lo dicho por la diosa, no lo quería, mientras que ella lo increpaba por haber estado con Pansy Parkinson en el colegio y no haber tenido la suficiente confianza para decírselo:

—¡Si sigues con tus dudas es mejor cancelar la boda!

—¡No te canses, Ronald Weasley, ya lo hice por ti!

Harry junto Ginny, reñían en el otro extremo de la sala:

—Así que un trío, ¿eh? ¡Vaya, Ginevra! ¡Campeona en el sexo, también! ¿No? ¿Qué? ¿Cómo fue? ¿Dos hombres y una mujer? O ¿Dos mujeres y un hombre? De seguro debiste practicar algo de lesbianismo también, ¿no?

OJOS DE ANGEL IV: SOMBRASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora