Capítulo 8.

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Pasé toda la noche dando vueltas por la cama. No conseguí dormir, mis pensamientos me desvelaban. Mi brazo se estiró para coger el teléfono móvil, la pantalla iluminó el pequeño reloj; Las ocho de la mañana. Tiré de las sabanas, ocultándome por completo. Por suerte era sábado, así que no me tenía que preocupar por madrugar. Mis labios se entreabrieron, soltando un silencioso bostezo.

Los ojos empezaron a pesar, y cuando parecía que Morfeo estaba a punto de arroparme, los nudillos de alguien golpearon la puerta de mi habitación. Realmente, ese maldito sábado, iba a madrugar.

En voz baja gruñí, y no hizo falta preguntar quién había al otro lado. Mi madre abrió, sobresaltándome. Ella no era una mujer nerviosa, al contrario, a su lado se respiraba tranquilidad. Pero la mujer que estaba delante de mí, aferrando sus dedos en su camisa, luchaba por respirar con normalidad.

—Mamá —mi corazón se aceleró, pensando que tal vez le había pasado algo a mi padre. Tiré las sabanas al suelo, y me bajé de inmediato de la cama. — ¿Sucede algo?

Sus enormes ojos negros estaban aguosos por culpa de alguna que otra lágrima derramada.

—Cariño, —tenía un nudo en la garganta, le impedía decir dos o tres palabras seguidas— ¿volvió contigo Axel?

Resoplé, recordando la discusión con él.

Más bien, seguía sintiendo sus dedos apretados en mi piel. Parecía vergonzoso lo que hice, llorar delante de Axel. Me hizo daño, y solo se dio cuenta cuando gemí de dolor, encontrándose con mis mejillas húmedas.

Salió corriendo contra dirección. No dije nada, porque pensé que había vuelto a por su moto para más tarde volver a casa. Pero viendo a mi madre, preocupada y sin saber qué hacer, me confirmaba que Axel no fue capaz de regresar a su habitación.

Ella merecía saber la verdad.

Prometí no decir más mentiras.

—Discutí con él —no quería que se enfadara conmigo. —Le dije algo horrible, mamá. Axel no se lo tomó muy bien, así que cuando salí corriendo, él vino a por mí. Estaba fuera de sí. Sus ojos me observaban de una forma distinta, como si ni siquiera supiera que era yo, sino otra persona. Lo vi asustado, pero...—silencié que sus dedos se marcaron en mis brazos. —Huyó. Dejé que escapara porque pensé que necesitaba volver solo a casa.

Mi padre lo escuchó todo desde el umbral de la puerta.

—No lo hice a propósito, mamá —ella se apartó.

Ese acto, me rompió el corazón.

Quería que comprendiera que en esa ocasión no eché a Axel, más bien, él tomó la decisión de irse de nuestro lado sin avisar. Y ante esos pensamientos, sacudí la cabeza; Era sábado, podía volver en cualquier momento.

— ¿Qué le has dicho esta vez, Zoe? —Con la mentira del hijo muerto, ella terminaría por no creerme (incluso si decía la verdad). —Pequeña, ¿Cómo tenemos que decirte que nadie te sustituirá? Que no tienes que estar celosa. Te queremos. Pero también puede haber algo de amor para Axel. Él lo ha pasado mal —papá tocó su hombro. —Su vida...

La calló.

¿Por qué todos callaban cuando iban a contar el pasado de Axel? ¿Tan malo era?

Conocía la adicción de su madre. Y como todas las parejas que tuvo fueron capaz de golpearla delante de sus ojos. ¿Pero que hicieron con él?

Bienvenido, GamberroTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang