Capítulo 2 (parte 4)

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Me encontraba en el vestíbulo del edificio de Emily. Me encantaban los diferentes tonos azules de las paredes y la lujosa araña que colgaba del techo. Saludé a Bob, que era el que se encargaba de los propietarios del edificio, y él me respondió con una sonrisa. Caminé apresuradamente hasta el fondo y llamé al ascensor; una vez dentro marqué el número 24.

Mi madre y yo habíamos charlado un rato más en el salón de mí casa. Sobre todo porque estaban buscando un nuevo presidente para sustituir a mi padre, ya que este se había retirado hace poco. Recogimos las cosas de mi sobrino y las guardamos en el coche. Nos sentamos en la parte trasera mientras que el chofer nos dirigía hasta casa de Emily. Una vez que habíamos llegado me despedí de ellos y me preparé para lo que vendría a continuación.

El ruido de las puertas abriéndose me despertó de mis pensamientos. Caminé hasta su puerta y de repente se abre dándome un buen susto.

—¡Tú! — dice Emily señalándome con el dedo—. Menos mal que has venido. Ahora mismo iba a salir a buscarte— dice empujándome dentro de su piso y cerrando la puerta. Emily nunca bromeaba con lo que decía.

El apartamento de Emily y Christian era realmente precioso y acogedor. Entre los dos lo habían decorado con mucho cariño y amor; aunque Emily me había confesado un día, que cuando tuvieran un niño quería mudarse a una casa a las afueras de Londres. Sabía que de esa manera estaríamos más lejos, pero la iría visitar siempre que me fuera posible.

Sé que ella es muy feliz aquí, pero no puedo evitar echarla de menos. Antes la veía a todas horas en mi casa y ahora, aunque la sigo viendo muy a menudo, no es lo mismo que cuando vivíamos juntas.

—Perdona, Beatrice ha venido a casa y.....

— ¡Joder, joder, joder! ¿Que llevas puesto? ¡Madre mía cielo, te comería enterita! —dice acercándose a mí, peligrosamente. —Te libras por qué esta Christian en casa, pero para la próxima no respondo de mis actos. ¡Estas buenísima! —dice chillando

—¿Se puede saber a qué vienen todos estos gritos? — dice Christian acercándose a nosotras. — Alba, estas... — dice mirándome de arriba abajo— .... preciosa.

La escena es vergonzosa. Los dos están mirándome descaradamente y yo solo tengo ganas de irme de aquí. Creo que hubiera sido una excelente idea cambiarme antes de haber venido a verles.

—¿Me podéis dejar de mirar así, por favor? —digo alzando las manos al aire en forma de súplica.

Emily me mira y me sonríe maliciosamente. No sé en que estará pensando, pero por su expresión, digamos que nada bueno. En la sala reina un gran silencio, aunque de fondo se escucha el ruido de una televisión; hasta que por fin veo que va hablar.

—Christian, ¿no crees que sería genial que un día Alba hiciera un trío con nosotros? — dije poniéndole ojos de cachorrito.

—¡Emily! — gritamos Christian y yo al unísono.

No sé cómo a estas alturas nos podíamos seguir sorprendiendo por las cosas que decía; estaba claro que lo suyo no era ser vergonzosa. No me quiero ni imaginar las cosas que hacen ellos dos en el dormitorio. Y por la pregunta que le ha hecho no puedo dejar de pensar en si lo habrán hecho con una tercera persona. Emily no tiene límites y sé que Christian la tiene muy mimada en cuanto al sexo. Solo hace falta ver el brillito en la mirada de Emily todos los días.

—¿Qué? — dice mirándonos inocentemente. — Christian, sabes que es una fantasía que siempre he querido cumplir. Y, ¿quién mejor que alguien que conocemos, como Alba?— Dice acercándose a él y besándolo con pasión.

Y aquí estoy yo. Plantada en medio del salón sin saber qué hacer. Y ellos siguen besándose como si estuvieran solos. ¡Vamos! Solo faltaría que se pusieran a follar en medio del salón. Y por como aparta Christian a Emily, está más que claro que mis pensamientos no iban del todo desencaminados. Sigo de largo y entro en la cocina. Sobre la mesa están colocados tres platos y no puedo evitar relamerme al ver que han preparado filet mignon. Saben a la perfección que es uno de mis platos favoritos y cada vez que vengo no dudan en elegir esto para comer.

Abro la nevera y saco una botella de Nestea, estoy sedienta. Mientras me lleno el vaso, la puerta de la cocina se abre y aparece Emily con una enorme sonrisa en su cara.

«¡Joder, no! ¿Christian le ha dicho que si? »

« La madre que los parió. »

—Emily, ya te puedes ir olvidando de esa fantasía tuya, no voy a formar parte de ella hoy ni nunca— digo mirándola furiosamente.

—¿ Por qué no? Sabes perfectamente que nos lo pasaríamos muy bien los tres.— Baja la vista un segundo hasta sus manos entrelazadas. — De todos modos Christian me ha dicho que no, así que deja de preocuparte. — entonces abre los ojos de pronto como si se hubiera acordado de algo. — ¡Alba! El otro día probamos la escena de tu libros y...

—¡Emily! No quiero saber los detalles de lo que pasó el otro día. Ahórratelos.

—Vale. Solo te haré un breve resumen.— Estoy a punto de cortarla otra vez, pero ya es demasiado tarde para hacerlo.— Yo. Desnuda. Encima. De. La. Cara. De. Christian. Orgasmo. Monumental. — dice lentamente y mordiéndose el labio.

—Emily, ¿recuerdas que una tarde hablamos de que no me siento cómoda respecto a ciertos temas?— ella asiente rápidamente con la cabeza.— Pues este es uno de esos momentos incómodos que no quiero que me cuentes.

—¡No es justo! Sabes que no puedo evitarlo. ¿A quién se lo voy a contar sino?

—Puedes contárselo a Lydia.— le digo.

— No sería lo mismo. Ella no se avergonzaría como lo haces tú.— dice riéndose.

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