C12: La cita.

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La confianza.

Es una palabra compleja, incluso peligrosa. Porque, aunque no lo veamos de este modo, la confianza siempre será la llave maestra para lastimar y ser lastimado, ¿qué creen que pensó mi madre cuando se dio cuenta de que el hombre en el que depositó toda su confianza durante años la traicionó, abandonándola de tal forma? Seguramente nada bien, en lo menos que pensó fue en cómo se equivocó al creer que un hombre como mi padre sería digno de confiar.

Pero hay una cosa, un punto que muchos pasamos por algo y eso que, si bien es cierto que la confianza es algo difícil de ganar y fácil de perder, muchas veces se escapa de nuestras manos. Somos armas letales en la vida de otros, como bombas potentes que pueden activarse en cuestión de segundos, podemos entendernos nosotros mismo, a veces sí, a veces no. Quizá sepamos de qué somos capaces, o al menos creemos hacerlo, pero en el momento de la verdad, no sabes si escogerás sandía o banana, si decidirás ir a la universidad o trabajar para tus sueños más materiales. Incluso, no sabrás si cuidarás de tu familia o la abandonarás sin dar explicaciones.

Es intrigante, pero a la vez desgastante mi gran manía de sacar conclusiones completamente extensas y, tal vez, algo innecesarias sobre el cómo mi padre se largó sin decir más. Tomar el mismo tema y determinar comparaciones o similitudes con otros puntos, formando un argumento. Pero, he de suponer que de eso va la vida, de tomar experiencias, o simples hechos que, aunque no notes, tienen importancia en ti, y convertirlas en debates mentales, porque todos, absolutamente todos, alguna vez hemos torturado nuestra mente de esa forma.

El punto de todo, recae en que, somos tan impredecibles, que es imposible saber cuán grande es la confianza del otro, porque no podemos prometer ser leales de por vida, cuando ni nosotros mismos hemos aprendido a cumplir lealtad para los intereses propios.

No, de cierta forma no creo en la confianza, sin embargo, creo en lo mucho que se puede llegar a querer a alguien, y hablo de más allá del romanticismo y las relaciones de pareja. Hablo del querer, del amar, del importar. No podemos prometer cosas tan enormes como el ser leal durante una eternidad, mucho menos querer por toda una vida, ambas cosas son tan volubles igual o inclusive más que nosotros mismos. Pero podemos querer, amar, apreciar, en el hoy y el ahora, porque, sin importar lo que pase después, eso es lo único que queda.

Por más que digamos que no es así, no puedo evitar pensar en que mi padre se fue sin recordar el experimento que me ayudó a realizar. El primero en toda mi vida, era solo una pequeña y él hizo todo el trabajo, para luego decir frente a mis maestros y compañeros que yo había ideado todo, para luego hacerlo con mis propias manos. Queramos o no, lo bueno nunca desaparecerá, lo ocultamos, muy, muy en el fondo de nuestros pensamientos, y aparecen sin siquiera llamarlos, como elementos fugaces frente a nuestros ojos.

Cuando el ahora se convierta en el ayer, no habrá goma que pueda borrarlo. Podemos tacharlo, hasta romperlo, pero jamás podremos escapar de nuestros recuerdos, y al fin y al cabo, es lo único que nos impide perdernos en el camino hacia nuestro futuro.

Luego de la fiesta y de todo el desastre que estuvo en medio de todo, logré descansar como nunca. Digo, qué más se puede hacer luego de ser acusada y defendida de ser una mala amiga. Ilógico, eso me apreció los alegatos de la Cher Horowitz francesa, aunque incluso Cher logra ser más simpática que Monique. Debo agradecerle, de cierta manera, porque después de que la fiesta acabara a las seis y cuarentena de la mañana, Chelsea y yo terminamos mirando el techo durante unas dos horas, logrando aclarar tantas cosas como nunca a lo largo de nuestra amistad.

Se sentía raro, aún se siente, siendo sincera. El tener un asunto pendiente con ella, una conversación tan larga sobre peleas anteriores, nunca habíamos llegado a ese punto, todo solía resolverse al momento, tal y como los códigos lo decían, todo era más sencillo así. Hasta esta mañana, cuando hablamos sobre todo lo que estábamos haciendo mal, desde la perspectiva de ambas, y, aunque se sintió extraño, fue refrescante.

Código de Amigas [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora