29. Hay otro chico

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—Arya, linda —empieza después de largos segundos, dubitativa—. Tengo que decirte algo que... Bien... —expresa intranquila, frotando sus manos contra sus pantalones efusivamente en un acto que me parece por de más nervioso. Solo ese gesto me basta para intuir que se trata de algo delicado y empiezo a asustarme. Odio las sorpresas sean como sean, y esto no me da buena espina—. Esto es difícil.

Trago grueso. No quiero imaginarme lo peor, pero su actitud no me ayuda a pensar en lo opuesto. Incluso mi cuerpo ya empezado a reaccionar, y las manos que sostengo entrelazadas sobre mis piernas comienzan a descender de temperatura, tornando frío mi tacto.

—¿Qué es difícil? —pregunto de inmediato, sintiendo el efusivo golpeteo de mi corazón contra el pecho—. ¿Ocurrió algo que... que tiene que ver conmigo?

—Sí, pequeña —contesta tras suspirar. Se muerde el labio, y luego sigue—. Tu... tu mamá vendrá a buscarte en media hora, ha llamado al colegio para que te informemos...

—¿Por qué? —Arrugo la frente, observándola con detenimiento en un intento de leer su expresión y mostrando más serenidad de la que tengo, por extraño que parezca.

—Arya, mi amor. Yo... lo lamento mucho.

—¿Qué es lo que lamenta? Me está preocupando con tanto misterio —inquiero más exaltada, ya estoy perdiendo la paciencia y su nerviosismo no me ayuda. No sé lo que pasa, pero no puede ser nada bueno si mi madre vendrá por mí y si Mariana se muestra tan preocupada—. ¿Para qué llamó mamá? ¿Ella está bien? ¿Le pasó algo a mi papá

Niega nuevamente.

—Ellos están bien, quería darme una noticia que...

—¿Que qué? Ya dígame —insisto, elevando la voz que ahora tiembla.

Mariana suspira, intentando formar una sonrisa que resulta en una mueca.

—Lo mejor será que esperes a que ella te lo explique —dice simplemente.

¿Así piensa dejarme? ¿Para qué me alerta entonces?

Ella se ve algo afectada y nada me saca la idea de que sabe de qué se trata, pero ha decidido no decirlo y lo respeto. No insisto más, pensando en que quizá sea mi madre quien deba explicarme lo que está pasando y decido esperarla, pero antes paso a recoger mis pertenencias y despedirme para posteriormente encaminarme a la oficina del director.

Allí me ubico en una banca en el exterior, reacia a entrar y tener que ver la cara de la odiosa secretaria que por alguna razón no termina de agradarme.

Rato después me llega compañía, y si el nerviosismo y los latidos de mi corazón no querían tener un poco de descanso, ahora con esta presencia se descarta por completo la posibilidad.

—Hola —pronuncia la voz de Liam, que se ubica a mi lado.

Trago saliva, volteo a mirarlo y le muestro una débil sonrisa que él con timidez me devuelve. No sé qué es lo que quiere, pero justo ahora que estoy apabullada por la incertidumbre no tengo ánimos de averiguarlo, y no quiero ser grosera cuando no me está dando razones. Además, su voz suave no parece cargada de burla.

—¿Te pasa algo? Tu expresión... No me lo tomes a mal, pero no te ves bien —apunta irresoluto, como si temiera arruinar algo con sus palabras. Solo niego con la cabeza, regresando mi vista al frente—. ¿Segura?

Canela ©Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang