Estrellas

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Steve estaba recostado en su cama cuando Tony entró a la habitación que habían destinado para ellos. Tony había recuperado su dispositivo para extraer a Aether del cuerpo de la Dra. Foster, y  cuando uno de los sirvientes del palacio le llevó un mensaje de Thor con la noticia de que Steve había sido herido, había corrido hasta ahí.

Alrededor de la cama estaba un grupo de mujeres, quienes, al verlo, dieron un paso atrás e hicieron una pequeña reverencia. La que aparentaba más edad le sonrió con la amabilidad clásica de un profesional de la salud y fue quien habló.

—La reina Frigga nos envió para asegurarnos que el guerrero midgardiano estuviera bien—dijo.

Tony asintió y volteó a ver a su amigo, quien parecía dormir tranquilamente sobre los almohadones blancos y acolchados. Le habían quitado la parte superior de la ropa y tenía un par de vendajes que le cruzaban el abdomen.

—¿Cómo está? —preguntó.

—Su compañero estará bien—dijo la médica—, lavamos la herida y la cubrimos con ungüentos, se recuperará pronto. Le administramos un sedante suave, así que no tardará en despertar.

Tony  asintió. Después, las mujeres volvieron a hacer una corta reverencia y una a una, en orden, salieron y le dejaron a solas con Steve. Tony se acercó lentamente a la cama, dejó el dispositivo en la mesa de noche y, luego, tiró de una silla y se sentó a un lado, esperando a que Steve despertara.

Suspiró muy fuerte y hundió el rostro entre sus manos. Permaneció así por unos momentos, pensando y pensando en lo que había ocurrido. Si bien habían evitado un dolor a Thor, no habían salido inermes. Tony se preguntó si cambiar el futuro, conllevaba alguna clase de precio. Salvaron la vida de Frigga y, a pesar de lo que aquellas mujeres habían dicho, temió que el pago de salvar una vida, fuera dar otra a cambio. Cuando levantó el rostro miró a Steve con cierta angustia, en su mente seguía muy fresca aquella visión que tuvo en otro tiempo y dimensión, esa donde el escenario había sido diferente. ¿Y qué tal que al chasquear los dedos contra Thanos había sido una afrenta al futuro, al salvar a todos los que debían morir, el costo fue su propia vida? Suspiró de nuevo y estiró el brazo, sus dedos alcanzaron las puntas del cabello rubio de Steve.

—Lo siento—dijo y cerró los ojos por un breve instante.

—¿Por qué?

Tony abrió los ojos y se topó con las pupilas azules de Steve mirándole fijamente. Apartó su mano del cabello de éste y esbozó una sonrisa un poco forzada.

—¿Estás bien? ¿Cómo te sientes?

—Estoy bien—dijo Steve—, sólo estoy cansado. Se me pasará, además, el suero hará que sane más pronto.

Tony asintió por milésima vez en aquel corto lapso de tiempo.

—¿Qué es lo que sientes? —preguntó Steve; no iba a quitar el dedo del renglón.

Tony tomó aire y se levantó de la silla, a la cual rodeó y apoyó, después, los antebrazos sobre el borde del respaldo.

—Es sólo que... Steve, yo te arrastré a esto, y no es justo que hayas salido herido sólo porque yo tengo una necesidad de evitar las cosas.

Steve rodó un poco el rostro sobre la almohada para verlo mejor y negó con la cabeza.

—Tony, estoy aquí por así lo quise. Fue mi error, no puse bien la guardia...

—No, Steve—Tony volvió a rodear la silla y caminó hasta el borde de la cama—. Para empezar, no tenías que estar aquí, ni yo... pero tú estás aquí porque yo te lo pedí, si no lo hubiera hecho...

El futuristaWhere stories live. Discover now