Tu mano en mi hombro

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—Entonces, ¿cuál sigue?

Steve miró a Tony del otro lado de la mesa con una interrogante en todo el rostro. Tony revisó las notas que habían hecho. Aparte de esas notas sobre la mesa, había un par de tazas de café y una caja de galletas a medio terminar.

—La gema del alma—suspiró Tony y, para ahogar la pena que esa gema le provocaba, tomó una galleta de la caja y le dio un mordisco.

Steve ladeó el rostro.

—¿Qué sabes de ella? —preguntó.

—Bueno, verás...—dijo Tony—, hay un gran problema con esa gema.

Steve le miró con tranquilidad, esperando la información, Tony correspondió a la mirada, pero las palabras no le salían. Había un recuerdo doloroso ahí. Y realmente había un terrible problema con esa gema, ¿cómo conseguirla sin realizar un sacrificio como el que había hecho Natasha? Tragó saliva para intentar calmar el nudo en su garganta, pero justo cuando estaba a punto de hablar, JARVIS lo hizo por él.

Señor, una llamada urgente de la señorita Potts.

Tony despegó la vista de los ojos de Steve y giró a su derecha, en la pantalla apareció el rostro de Pepper. Lucía un tanto preocupada.

Tony, Happy sufrió un accidente—informó.

—¡¿Qué?!—Tony se levantó de su asiento— ¿Cómo que un accidente?

Al parecer estaba en el lugar equivocado, Tony. Estaba justo donde ocurrió un nuevo ataque de El Mandarin.

Tony frunció el ceño y volteó a ver a Steve por un segundo. Éste le devolvió la mirada, al tiempo que, también, abandonaba su asiento.

—Pero tomé precauciones—dijo, Tony, azorado.

Ciertamente, había informado anónimamente de un posible atentado en el lugar que había ocurrido en sus recuerdos. Había pensado que poner a la policía en alerta (ya que el gobierno no quería la injerencia de ningún vengador en eso) bastaría. Es decir, esperaba que cuando éstos desplegaran un operativo en el lugar, los enviados de Killian desistirían. Además, le había dicho a Happy que se mantuviera lejos del asunto, le había pedido que no siguiera al hombre aquel... había sido muy ingenuo.

En este momento, se encuentra en el hospital. Te veo allá—concluyó, Pepper.

Tony asintió.

—Lo siento, cap—dijo, al tiempo que se dirigía a la salida—, pero tengo ir. Tú... espérame aquí, si quieres.

Steve negó con la cabeza y caminó hacia él.

—Te acompaño, Tony.

***

Pepper se sentó a lado de Steve en la sala de espera, mientras Tony visitaba a Happy. Le miró un poco indecisa. No estaba segura de hablarle, no tenía tanta confianza con los nuevos compañeros de aventuras de Tony y menos con el Capitán, quien, dicho sea de paso, tenía una presencia imponente. Después de todo, ella, como todos en ese país, había crecido admirándolo. Sin embargo, parecía amable y accesible. Podía recordar lo irritable que había estado Tony cuando supo que Steve formaría parte del equipo de los vengadores, porque él tenía sentimientos ambiguos respecto al capitán. Por un lado, lo admiraba y era un fanático suyo de closet; mientras que, por el otro, le guardaba resentimiento por culpa del cariño exacerbado que le había tenido su padre, el cual, siempre le había recordado que debía ser como él. Pero no fue hasta que estuvo con Steve a solas, que Pepper comprendió lo que realmente le pasaba a Tony en ese entonces: estaba nervioso, tanto como ella lo estaba en ese momento. Con todo, la segura y valiente Pepper logró romper la barrera.

El futuristaWhere stories live. Discover now