Extra

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- ¡maldición! - masculló Draco entre dientes mientras intentaba, de manera infructuosa, detener el sangrado. Aquella cosa los había tomado por sorpresa y ahora estaba herido, sin poder ayudar a sus camaradas.

Todo por culpa de los magos, estaba seguro. Esa cosa era demasiado oscura para ser algo natural, seguramente se le había escapado a algún mago loco que experimentaba con él.

La sangre se escurría entre sus dedos, manchando el agua con un manto rojizo. Un gemido de dolor escapó de sus labios a la par que su mirada se extendía hacia el cielo. Una hermosa luna llena iluminaba todo el lago, dándole un aspecto hermoso y calmado, ocultando el caos que estaba bajo sus aguas.

Sus ojos volvían más y más pesados a cada instante - ¿así era como moriría?

Ni siquiera había tenido una pareja, no había podido criar a sus hijos, apenas si había pasado el ritual que lo convertía en un adulto. Había tantas cosas que no había experimentado, tanto que no conocía...y todo acabaría esa noche.

Volvió a mirar al cielo, al menos moriría tendiendo una hermosa vista.

Se aseguró de clavar en su mente cada estrella, cada patrón de constelación que podía distinguirse desde su posición, observó la luna y los surcos oscuros que se formaban en ella y posteriormente como sus rayos coloreaban el paisaje.

Respiró y cerró los ojos, solo unos instantes más y...

Crack

¡Splash!

Levantó la vista al mismo tiempo que una pequeña ola rosaba sus escamas. En justo frente a él, vio como un humano surgía del agua respirando de forma agitaba.

Frunció el ceño, eso era lo único que le faltaba.

Vio como el humano se estremecía, seguramente por la temperatura helada del lago y comenzó a nadar hasta la orilla, manteniéndose a una distancia prudente de él. Estaba alerta, seguramente había escuchado las leyendas que los marinos contaban acerca de su gente, ¿Cómo reaccionaría ahora? Se iría gritando llamando a otros de su especie o lo mataría él mismo.

El gris y el verde permanecieron uno sobre otro, él humano parecía estudiarlo con la mirada pero no parecía asustado, estaba nervioso, sí, pero no asustado; era más como si sintiera curiosidad y algo más, algo que no logró distinguir.

Había olvidado su herida y al moverse causó que esta lo lastimara más. Escuchó como él humano se movía entre las rocas en su dirección y él se alejó causándole más dolor.

- no quiero lastimarte, solo quiero ayudar - Draco le miró desconfiado, a él y a la varita que el joven cargaba en su mano derecha. Un mago.

Eso explicaba porque no había salido huyendo así como así, pero también significaba que era más peligroso.

- ¿ayudar? ¿Por qué un mago ayudaría a alguien como yo? - notó que el humano permanecía estupefacto cuando habló en su lengua. Apenas pudo reprimir la sonrisa de diversión que amenazaba con salir al ver el efecto que había causado en él.

- tu... ¿puedes entenderme? ¿Y hablar? Pensé que ustedes hablaban sirenio o algo así.

- El mago sabio puede aprender el lenguaje de la sirena, la sirena sabia puede aprender el lenguaje del mago - un nuevo quejido de dolor salió de sus labios él mago sin importarle ya mucho que se le considerara una criatura peligrosa, se acercó más.

- Bien, entonces, por favor déjame ayudarte con tu herida - pidió con un tono amable.

Su vista permaneció fija a los ojos del humano, tan verdes como las joyas de esmeralda que los marineros tanto apreciaban. No parecía haber peligro en ellos, solo preocupación, lo que era más desconcertante.

Escamas Blancas - Drarry -Where stories live. Discover now