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Un ligero suspiro escapó de su boca, que al contacto con el aire frío de invierno, formó una pequeña y ondulante nube que se desvaneció a medida que ascendía por sobre su cabeza. Las noches de otoño en aquellas tierras era más frío de lo que previó. Quizás debió traer una chaqueta más abrigadora o al menos un par de guantes, porque los hechizos de calor que había usado sobre sí mismo parecían no tener efecto.

A pesar del clima, el cielo estaba completamente despejado y con una luna llena tan brillante que no tenía necesidad de invocar un lumus para guiarse.

Se habían mudado hacía poco a aquel sitio en busca de refugio, evitando la persecución de los muggles hacia ellos. Habían dejado muchas cosas atrás, pero si querían sobrevivir sabían que era necesario hacer ese tipo de sacrificios.

El lugar estaba completamente abandonado, rodeado por un conjunto de árboles que funcionaban como un muro que ocultaba la locación de la casa. Algo que consideraba innecesario, ¿a qué Muggle con sentido común se le ocurriría siquiera acercarse a un lugar como aquel?

No había riquezas y la tierra, a pesar de ser buena, requería demasiado trabajo, pues ya había sido reclamada por los elementos y la magia que contenía. Lo único que podía considerar de valor en aquel lugar era el lago que estaba a solo unos minutos de caminata de la casa principal. Era muy amplio, con aguas turbias pero que en la noche se volvían tan quietas que reflejaban el cielo nocturno como un espejo.

Estando ya a unos cinco minutos de llegar a la orilla del lago, Harry sobó sus manos una contra la otra, buscando algo más de calor.

Su familia no notaría su ausencia hasta el día siguiente, a su hermano adoptivo Ron no se le daba para nada despertar temprano, tenía el sueño demasiado pesado. Los Weasley, aunque no eran su familia de sangre, los consideraba como tal, ya que estos lo habían acogido con solo seis años cuando sus padres murieron luego de que una turba los emboscara, era un recuerdo casi olvidado, solo podía recordar a su padre diciendo:

- "Llévate a Harry"

Y luego su madre diciendo:

- "a Harry no, por favor, a Harry No"

Luego todo era muy confuso, solo sabía que estaba en la puerta de los Weasley y que estos lo acogieron como uno más del clan. Desde ahí su vida se basó en ocultarse y huir junto a ellos. Había aprendido magia gracias a los adultos y a los hermanos mayores, pero sabía que, con la enseñanza correcta hubiera podido hacer mucho más.

Tanteó la varita que reposaba en el bolsillo de su chaqueta, solo para recordar que seguía allí.

Le hubiera gustado tanto poder aprender más, sobre su magia y las demás criaturas que se escondían igual que ellos. En algunos libros pudo conocer a cerca de los unicornios, los licántropos y los boggarts, pero sabía que habían muchas más criaturas asombrosas, con dones extraordinarios.

No era que no quisiese estar con Ron y los demás Weasley, pero algo en su alma deseaba ser y hacer algo más con su vida.

Tan perdido estaba en sus pensamientos que no notó que ya había llegado a su destino hasta que uno de sus pies se hundió en la fría agua, mojando incluso sus medias. Arrojó una maldición al aire y se alejó para quitarse la prenda para poder secarla con un hechizo.

Fue entonces que un leve fulgor atravesó su campo de visión. Allí, en el suelo, había algo muy brillante que sobresalía por sobre las demás piedras y ramas. Era curvo y brillaba como una piedra preciosa, pensó que quizás podría ser una, pero al tomarla notó lo que era en realidad, una escama, una bastante grande además.

La luna llegó a su punto más alto, revelándole toda una seguidilla de estas, las cuales conducían a un montón de grandes rocas, las que escondían lo que fuera que diese escamas como aquellas.

Escamas Blancas - Drarry -Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora