XXXII

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ALESS

-El hombre se niega a hablar señor Calventti.- Hace unas tres horas había salido de mi oficina para la comisaría, el detective que llevaba el caso me llamó para decirme que tras la nueva evidencia que había recolectado por fin pudieron dar con el hombre que trató de envenenar a mi hija.

El detective vuelve a hablar.- De igual forma, con la nueva evidencia podemos agregar más cargos a los que tiene el ex esposo de su mujer y quizás unos 20 años a este sinvergüenza.- Me  había mantenido a la expectativa, siquiera le había dicho a Rodolfo y menos la dije nada a Dana, estoy consciente de que tiene bastante trabajo ahora mismo y de esto puedo encargarme.

-¿Qué harán entonces?- Pregunto mientras acepto el café que me ofrecieron.

-Pues el ministerio público se hará cargo de ahora en adelante, a este hombre le esperan unos largos años en prisión.- Contesta dejando sobre su escritorio el informe del caso.- No podemos usar la tortura para hacerlo hablar, no niega ni afirma nada y a favor de ustedes es bueno en todo caso porque nos da a entender que algo oculta.

No me permitieron ver al sujeto, de ser así le habría pedido a Tony una ayudita con sus contactos en la cárcel. Esto carecía de mucho sentido, pero conociendo lo hijo de perra que es Federico, estoy seguro de que no le habrá temblado la mano para hacer que alguien cometa un acto de tal bajeza como lo hizo este hombre.

-Necesito otro favor detective- Digo y este posa sus ojos en mí- Desearía que esto permanezca lo más oculto posible. No quiero dar a conocer que mi familia fue  vulnerable en algún momento para que ningún malnacido quiera atreverse a tocarlos.- Aprieto inconscientemente mis puños y tardo en darme cuenta de que no estaba canalizando mi ira hasta que siento mi celular sonar en mi bolsillo. Pero lo ignoro.

-No se preocupe por ello señor- Contesta seguro mientras una sonrisa de complicidad se posa en sus labios.- Sabemos muy bien como encargarnos de los que se meten con niños.- Tiende su mano hacia mí y la recibo.

Mi celular vuelve a sonar.

-Amor.- Escucho su voz del otro lado y siento como si todo lo malo desaparece por un instante. Dios, amo a esta mujer.

-Lo siento nena, tuve que venir a la comisaría.- Me gustaría no preocuparla ni hacerla pasar por todo esto pero sé que estuvo llamándome y le debo decir la verdad.

-¿Pasó algo amor?- Dice del otro lado y conociéndola se que seguramente habrá palidecido.

-Atraparon al hombre que intoxicó a Alía.- Contesto y ella suspira mientras no dice nada.

-¿Seguros de que es él? ¿Dijo algo?- Pregunta en tono más calmado del otro lado de la línea. Yo ya me había puesto en marcha hasta mi auto.

-Bueno, no habló absolutamente nada y tampoco me le permitieron ver.- Llevo una mano hacia el tabique de mi nariz mientras enciendo el auto.- Pero la pista de su huella en aquella envoltura del supuesto dulce fue muy reveladora. Me comentó que no haría falta que Alía lo reconociera para no tener que exponerla a demás de que tenía otros cargos pro contrabando y robo.- Contesto adentrándome en el transito.

-De acuerdo... Rodolfo aún tiene a los niños, le diré que me los traiga hasta la oficina. No sé hasta qué hora estaré aquí pero sé que tienes y siempre tendrás más trabajo que yo- La escucho sonreír del otro lado y por instinto le sigo también sonrío.

-Conseguiré una nana para los pequeños amor al igual que asignaré dos de mi equipo de seguridad para que los busquen a la escuela y estén con ellos en casa. No sé qué pasaría si algo les pasa- Suspiro con pesadez.- Pero también quiero a mi mujer fuerte para poder disfrutarla.

Estrellas en tu pielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora