q u a t r e

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Fue casi seis meses después de conocerlo cuando Hyunjin por fin entendió que lo amaba.
Fue el día que Jeongin aplastó su corazón el mismo en que supo que este le pertenecía.
"Me gusta alguien."
Tres simples palabras salidas de la inocente boca del castaño habían sido suficientes para desgarrarlo.
El pelinegro sintió su garganta seca, y tragó con dificultad cuando el menor lo miró expectante, con sus oscuros orbes cargados de emoción.
Aún no sabe si para terminar de destrozar su corazón o porque de verdad quería saber quién había robado la cordura de su castaño, el pelinegro se encontró a sí mismo preguntando sobre el misterioso chico.
Y lo único que obtuvo fue un "No puedo decírtelo, no todavía. Primero tengo que saber si su corazón me pertenece también." por parte del avergonzado castaño, que miraba a sus pies con las mejillas coloradas.
Hyunjin solo asintió.
Pobre iluso.
¿Cómo iba Jeongin a amarlo si ni siquiera confiaba en él?
El pelinegro dio por terminada la conversación, poniéndose en pie para huir al baño mientras murmuraba hacia el castaño que continuase con el trabajo que había empezado a hacer antes.
Cerró la puerta con la mano temblorosa, y se miró en el espejo con furia, sus orbes oscuros y cristalinos llenos de dolor y sus belfos rojos y maltratados por tanto morderlos; síntomas de lo que él consideraba una de las peores torturas para su cordura: un corazón roto.
Cuando volvió a la sala en la que el castaño se encontraba se detuvo en el umbral de la puerta, observando como el chico no despegaba la mirada de su cuaderno, con el ceño fruncido y el labio inferior levemente abultado.
Su corazón se estrujó nuevamente antes de tomar asiento a su lado.
—Ya he terminado.—le sonrió.
El pelinegro tragó saliva y asintió.

Esa tarde todo fue diferente mientras caminaban por las calles de París.
Hyunjin caminaba a su lado en silencio, temiendo romperse si pronunciaba una sola palabra, y Jeongin no podía evitar que su corazón doliese ante eso.
Porque para él era un rechazo.
Porque el dueño de su inocente corazón era Hwang Hyunjin.

Una vez estuvieron frente a su puerta el castaño se armó de valor para quedar frente a él y pronunciar:—¿No vas a decirme ninguna de tus frases hoy?
Era una dinámica que habían adquirido con los meses, antes de despedirse el más alto pronunciaba unas frases en francés, y el menor trataba de descifrarlas.
Ambos permanecieron en silencio unos instantes, y mientras el corazón del más bajo se quebraba Hyunjin lo miraba con tristeza.
Jeongin creyó que se iría, que lo dejaría allí, pero entonces el pelinegro lo atrajo a su cuerpo, envolviéndolo entre sus brazos.
—Je t'aime. Ne laisse pas ce garçon te briser le coeur quand je mourrai pur être le propiétarie*.—susurró sobre su cuello.
El castaño no lo entendió.
Hyunjin lo sabía.
Cuando ambos se separaron el pelinegro sonrió triste, antes de desaparecer.
Esa noche le escribió de nuevo, como hacia siempre, pero esta vez lo hizo con el corazón roto.

"Me destrozaste en un segundo.
Con tus bellas manos de dolor pintaste mi mundo.
Fue tu voz la que con simple amor me envenenó.
Y fui yo quien como un tonto siempre te creyó.
Es mi mente la que todavía se enreda en tu perfume.
Siendo testigo único de esta tristeza que me consume.
Así que vuela y no mires atrás.
Porque si te quedas, no te dejaré ir jamás."
-H.H

*Traducción: Te amo. No dejes que ese chico te rompa el corazón cuando yo muero por ser su dueño.

parís [hyunin]Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu