Capítulo 4

47 4 0
                                    

IV

Efectivamente. Tal y como pensaba.
No me andaré con rodeos, ya que cuanto antes asuma esto será mejor para mí.

En dos años me quedaré completamente ciego. Dos años, como mucho, según el oftalmólogo. No se puede hacer nada, no existe ningún tratamiento para esto.
La verdad es que me esperaba una visita de otra forma, al menos algo de esperanza quedaba dentro de mí. Ojalá hubiese llegado a casa con buenas noticias y salir de copas, emborracharme, ir a la fiesta de la familia Bennett, irme de vacaciones...

Aunque puedo hacerlo, ¿No? Obviamente puedo. Y seguramente lo haré, ya que tengo que aprovechar el tiempo al máximo.
Estoy totalmente desmoralizado, hoy no tengo ganas de hacer nada. También podría haberme tomado esto peor, ahora que lo pienso. Y también podría haber salido bien, y esto no estaría pasando. Todas las opciones estaban abiertas. Y se cerraron todas menos una.

No para de sonar el móvil, notificación tras notificación. Cojo el teléfono y miro la barra de notificaciones para comprobar quien me había hablado y si era algo urgente. Eran cuatro personas, entre ellas mi tía Elsa y Axel pero no tenía mucha importancia. No para mí en este momento, no quería hablar con nadie. Quieren saber como ha salido la prueba. Y yo solo quiero dormir. Ah, y no volver a esa consulta, pero dentro de dos días tengo otra visita de seguimiento. Para ver como evoluciona, y eso. Quiero dormir.

***

Staten Island es un lugar tranquilo, sus playas son pura belleza, y me encanta ir por esas zonas a correr y a nadar.
El Sol se estaba escondiendo y yo no sabía ni lo que hacer con mi vida.
Quizás sea cosa mía, pero no es plato de buen gusto que te digan que las cosas que estás viendo hoy, mañana no las verás. Es un decir, sé que son dos años. Pero preferiría haberme enterado un día antes de quedarme ciego.
No sé, es tan extraño todo, que he decidido que si voy a salir de casa. Al fin y al cabo, tenía que hacerlo igualmente para bajar al perro.

Esta vez no voy al descampado y me voy a la playa con Scott. Necesito que me de el aire puro a la orilla del mar. Quiero bañarme y quiero olvidar.
Le suelto la correa y echa a correr sobre la arena mojada al borde del agua.
Sigue corriendo y me doy cuenta que se dirige ladrando hacía alguien. A dos metros de esa persona, se detiene y deja de ladrar. Al segundo, se da la vuelta y tira corriendo hacia mí a toda velocidad. Me resultó muy extraño, ya que en realidad, no se había movido ni un centímetro ese, ¿Hombre?
Empieza a caminar lentamente hacia mí, y poco a poco podía distinguir mejor la silueta y todos sus rasgos.
Sí, era un hombre. Un chico joven de unos 25 años. Alto, moreno y misterioso. Tiene cara de pocos amigos, al menos eso aparenta. Se le ve serio y no me quita la mirada.
Cada vez está más cerca y no entiendo que pretende este tío.
Me levanto de la toalla, donde estaba intentando leer un libro que me compré hace tres días y le dedico la misma cara que tenía él, multiplicada por diez.
El perro, aterrorizado, detrás mía con el rabo entre las piernas. El tipo desconocido enfrente mía y yo sin entender nada.

—¿Pasa algo? —le pregunto inseguro.

Me mira fijamente y me dice —Pasan muchas cosas Eiden White. — después hace el gesto de querer girarse y seguir su camino. Me encuentro totalmente bloqueado. Ha dicho mi nombre ¿No?

—¿Te vas? Creía que después de decir mi nombre sin conocerme de nada, me darías algún tipo de explicación. —

—¿Por qué crees que tendría que darte ese tipo de información sobre eso? —me pregunta con una actitud un tanto chulesca.

—Pretendes que después de aparecer de la nada, la reacción que ha tenido mi perro cuando se ha acercado a ti y de decir mi nombre sin conocerte de absolutamente nada, ¿Haga como que nada ha pasado? ¿O me lo está pareciendo? — me río, irónico.

Se respiraba tensión en el ambiente. De hecho, me recordaba a algo. Esta sensación la había vivido antes.
¡Claro! Como no había caído antes.
Mis sueños, en el descampado, cuando salí del gimnasio... Este tío...

—¿Sabes que esta noche es luna llena? —su única contestación. Y a la vez otra pregunta. Levanta la cabeza y mira al cielo.

—Sí, claro. No hay que ser precisamente un astrónomo experto para saberlo. Se ve claramente que hay luna llena. —vacilo y vuelve a mirarme.

—Bien. Sé que tienes un grave problema con tu salud en estos momentos. Seré breve. —saca de su bolsillo una especie de colgante y lo apreta con las manos.
—Esto es algo que estoy seguro que te gustaría tener y que tu madre estaría orgullosa de que lo llevases encima. —le corto inmediatamente.

—¿Qué acabas de decir? ¿Cómo es pos... —me vuelve a cortar él.
Con ojos llorosos, temblando y con una impotencia que me costaba aparentar estar tranquilo, intento calmarme y escuchar lo que tiene que decirme.

—Escúchame Eiden. Yo no soy tu enemigo, tus enemigos se están acercando y por eso estoy yo aquí. A parte del problema que tienes con los ojos. —se lleva la mano a la cabeza y después continúa hablando. —Antes de que me hagas cualquier pregunta sobre cómo es posible que sepa esas cosas, conozca tu nombre y nombre a tu madre... Déjame decirte que yo era un gran amigo de tus padres. Igual que ellos para mí. —se calla un segundo y aprovecho para preguntar.

—¿Y este colgante era de mi madre? —pregunto, nostálgico. Es increíble como las emociones pueden cambiar tanto de un momento a otro.
Hasta hace poco, solo quería matar al tío este. Ahora solo quiero llorar al sentir tantas cosas juntas solo con tocar este colgante.

—Sí, lo era. —continúa. —Bien Eiden, ¿Nunca te has preguntado por tu apellido? O ¿De dónde venía tu familia?.
—niego con la cabeza. —Lo que estoy a punto de hacer es algo que puede ayudar a calmar tu sed de venganza, pero también puede llegar a convertirse en una auténtica pesadilla para ti. Espero no arrepentirme de esto nunca.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Jan 09 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

The MoonWhere stories live. Discover now