Continuaba retando a Xiao y a Mía a jugar uno. Quien perdía, se tomaba un caballito de tequila. Ganando sin vergüenza cada una de las partidas. Mía estaba terriblemente borracha y sorpresivamente, Xiao sabía resistir bien el alcohol.

Diego, Ale y yo continuábamos enfrascados en una conversación que poco recuerdo, pero era uno de esos momentos en los que el alcohol te hacía creer que eras Platón, Nietzsche o Spinoza y sacabas a relucir todo el filósofo que llevabas dentro. La mano de Ale sostenía la mía, acariciando mi nudillo con el pulgar. Diego jamás pregunto qué sucedía entre nosotros, quizá creyendo que ese era el orden natural de las cosas y que Alemán y yo debimos ser pareja desde mucho antes.

La conversación comenzaba a aburrirme y la música sonaba de fondo, interpol inundo mis oídos y comencé a cantar consciente de mi pésimo inglés. De vez en cuando, miraba a Xiao por el rabillo del ojo, para poder ver que estaba haciendo y aunque me dolía que él ni siquiera se esforzará por buscarme, continuaba vigilándolo desde las sombras sin ser capaz de acercarme.

Pedimos dos pizzas más y comida china en el restaurante de Xiao, que término siendo gratis por ser los amigos del hijo del dueño. Diego sacó un micrófono dispuesto a comenzar con el Karaoke, el humo de cigarrillo ni siquiera nos dejaba respirar, era una suerte que Naomi no sacara marihuana porque ya sentía que me ahogaba.

Mis amigos se habían mezclado perfectamente y me alegro darme cuenta de que Mía era una buena amiga y respetaba mi relación con Alemán. Por lo menos pude asegurarme que no engañaría a Xiao esa noche y que el chico continuaría viviendo en esa falsa ilusión romántica al lado de mi amiga.

Después de un rato, ya no podía ni mantenerme en pie, presentía que ya pasaban de las 5:00 am. Naomi fue la primera que cayó muerta en el sofá, a su lado Diego y en el suelo Alemán junto a Mía.

Quizá debí sentir celos, pero Xiao continuaba escuchando música, sentando en el suelo, en silencio, pensando en no sé qué cosas. Recuerdo que desee ser parte de sus pensamientos, en cómo me acerque a tientas a él y me senté a su lado. Dejé mi cerveza en el piso y le sonreí como una idiota.

Mi piel ser erizo cuando me regreso la sonrisa y bebió de su cerveza.

— Tus amigos son muy divertidos — me dijo y recargó su cabeza sobre mi hombro.

Me estremecí al sentir su tacto, en ese momento no pude imaginarme lo que sucedería si me besaba ¿Por qué estaba tan enamorada de ese hombre?

— Mi novia está durmiendo al lado de tu novio... deberías hacer algo — musitó arrastrando las palabras.

Asentí y solté una risita nerviosa y torpe. Xiao levantó la mirada y frunció el ceño.

— ¿Eso te parece gracioso? Mía me contó que ese chico fue su novio...

— ¿Te lo contó? A mí también, no lo supe hasta hoy — le respondí.

Xiao soltó un bufido y formó un puchero.

— No puedo creerlo, Mía ha tenido muchas parejas y yo... yo no. Debe ser porque soy como una clase de fenómeno, no lo sé. Muchas mujeres se alejan de mí después de conocerme.

— ¿De conocerte? ¿A qué te refieres?

Xiao soltó un suspiró y se puso de pie. Camino tambaleándose hasta la habitación de Diego y abrió la puerta. Se giró para verme y con la mano me invitó a entrar.

Mi corazón dio un vuelco, Mía era mi mejor amiga, se alejó de Alemán al enterarse de nuestra relación. Pero yo me puse de pie y sin pensarlo, seguí a Xiao hasta la recámara. Estaba nerviosa, pero dispuesta. El alcohol no me dejaba pensar en lo bueno o lo malo de mis acciones. Evidentemente, todo era malo.

Xiao se recostó en la cama, con dificultad. Me acerqué a él y me senté en la orilla. Ladeo el rostro y me sonrió. Tragué saliva cuando noté que estaba levantándose la remera.

— ¿Sabes por qué estoy con Mía? — me preguntó.

Negué despacito, un poco decepcionada al escucharlo decir el nombre de mi amiga.

— Ella descubrió lo que soy y aun así se quedó a mi lado — declaró y se quitó la prenda.

Observe su vientre fino y seguí hasta su pecho, cubierto por un crop deportivo. Xiao formó una sonrisa de lado, percatándose de mi asombro; de nuevo se puso la remera y con un gesto me pidió que guardara el secreto.

Asentí sin poder mediar palabra. Todo en mi interior se apagó y se encendió. Estaba confundida, sorprendida, enojada, pero no decepcionada. Xiao no era él, era ella.

Se metió debajo de las cobijas y se acomodó en la cama como si nada hubiese sucedido jamás.

— Alba... tengo sueño — me dijo. —.Por favor guarda mi secreto.

Se quedó dormido sin avisar, dejándome sin arma alguna.

Me puse de pie y corrí a los brazos de Alemán. Me acosté a su lado y me acurruque.

Recuerdo como temí que mi corazón se saliera de mi pecho. Podía escuchar mis pálpitos, estridentes, retumbando en mis oídos.

Xiao era una mujer y Mía lo sabía ¿Cómo no me di cuenta antes? Comencé a recordar pequeños detalles, que hasta ese momento se hicieron evidentes. Su voz, no había manzana de Adán, sus manos y lo que hasta ese momento creí que era una camiseta, siempre fue un crop cubriendo sus pechos. Cerré los ojos, presionando mi cuerpo contra el pecho de Alemán. El chico me abrazó sin despertarse. Xiao no se iba de mi mente y lo peor, es que de inmediato me di cuenta de una cosa.

Xiao chen continuaba fascinándome. 

¿Él es una chica? |LGBT+|Where stories live. Discover now