12;sobrenatural

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Los ojos de Borja brillaban, literalmente. 


Emitían un leve brillo igual de azul que sus ojos solo que a causa de la oscuridad de la habitación parecía que brillaban con la intensidad del sol. 


Y para Auron le era imposible quitarle la mirada de encima, se veía más hermoso que nunca. A pesar de que había objetos flotando a su alrededor los ojos de Luzu le parecía lo más importante. 


El castaño soltó las manos del menor y los objetos que estaban flotando cayeron al suelo de inmediato. 


— Esto es... 


— Raro, lo sé. No tengo idea de como pasó esto pero de un momento a otro podía hacerlo y es horrible, si alguien se entera —interrumpió Luzu totalmente nervioso. 


¯ ¿Que dices? ¡Esto es la ostia! —exclamó Auron levantándose de un salto— ¿Que más puedes hacer? ¿Puedes volar? ¿Puedes apagar las luces con tu mente? 


El mayor lo vió sorprendido, para nada se esperaba esa reacción. Después de todo no era como si todos los días vieras a alguien mover cosas con su mente. 


— ¡Eres como Eleven de Stranger Things Luzu, esto es la puta ostia! —seguía diciendo Auron totalmente emocionado— No te está buscando el gobierno ¿O si? 


— Hasta donde yo sé, no... 


— Hazme flotar o algo ¿Puedes? —pidió el pelinegro. 


Estaba por negarse pero los ojos llenos de emoción e ilusión del menor no se lo permitían. En parte estaba aliviado de que hubiera reaccionado de esa manera, era la única persona que lo sabía. 


— No sé si pueda pero trataré —respondió poniéndose de pie y tomando de las manos a Auron. 


Cerró los ojos tratando de hacer lo mismo que cuando levantaba pequeños objetos pero esta vez pensó en Auron, sus suaves manos que sostenían las suyas, el piercing de su ceja, su cabello. 


— Eh Luzu... 


— Shh me estoy concentrando. 


— ¡Luzu! 


El nombrado abrió los ojos a punto de reclamarle al azabache de interrumpirlo pero cayó en cuenta de que ahora ambos estaban flotando a unos cuantos centímetros del suelo. Auron le sonrió y sostuvo sus manos con más fuerza. 


— Eres increíble Luzu —dijo con sinceridad— nunca dejas de sorprenderme. 


Las mejillas del castaño ardieron en rojo al oír esas palabras, como consecuencia ambos cayeron al suelo. 

— Pero debemos entrenar tus poderes tío, si no cada vez que hagamos algo así nos llevaremos una buena ostia —rio Auron mientras se masajeaba la pierna que se había lastimado al caer. 


— No dirás nada ¿Verdad? 


— Soy gilipollas pero no tanto mi niño, no lo haré, será nuestro secreto. 

luzuplay;monthKde žijí příběhy. Začni objevovat