Consejo Nº9 parte 2

1.7K 176 0
                                    

Estaba cansada. Habíamos estado ensayando tanto que literalmente sentí que había perdido mis pies. Marco le había pedido a un profesor las llaves de la sala para poder ensayar en el colegio. La misma sala en la que había bailado con Alex. Intenté no pensar mucho en eso.

Había pasado más de una semana desde la última vez que habíamos hablado y cada vez que nos topábamos en los pasillos él solo me daba un asentimiento en reconocimiento que dejaba un sentimiento extraño en mi pecho. Era como si después de que dejáramos la cosa de las clases también hubiéramos dejado todo lo demás. Como si solo fuéramos conocidos lejanos.

No entendía porque tenía que ser así. Porque las cosas no podían seguir como antes.

Suspiré. No ayudaba que Verónica aun no había vuelto y ni siquiera habíamos hablado bien porque no había muy buena recepción allí donde estaba. Ni que hablar sobre conexión a internet.

Le conté a papá sobre el concurso y el estaba feliz por mí. Intenté infundir un poco de alegría en mi voz cuando lo hice, pero no creo haberlo hecho.

Cuando terminamos de ensayar le dije a Marco que quería caminar sola a casa y él me miró como si estuviera loca. Estaba cansada y no tenía ganas de hablar o más bien de dejarlo hablar todo el camino hasta casa.

Él había sido agradable conmigo, paciente cuando no podía dominar algún paso y nunca se enojaba cuando tenía que repetirme dos veces lo que estaba diciendo cuando mi mente estaba en otra parte.

Pero a veces simplemente no podía concentrarme. No cuando estábamos en esta sala. Cuando recordaba como Alex me contó sobre cuando enfermó en aquel restaurant solo para que yo me sintiera mejor sobre mi repentino ataque de pánico.

No sentía ganas de hacer nada. Me sentía como algo similar a un zombie. Ni siquiera había sentido ganas de vomitar cuando tenía que pasar a la pizarra para resolver algún problema o cuando tenía que responder alguna pregunta dirigida hacia mí.

Me iba a dormir pensando en lo que estaría haciendo Alex en esos momentos, imaginándome a sus hermanos compitiendo por la atención de sus padres, y cada mañana luchaba contra el impulso de llamarlo para que saliéramos a trotar juntos como antes. 

Esto era normal ¿verdad? Lo echaba de menos porque era mi amigo ¿cierto?

Pero entonces, ¿Cómo es que la sola palabra me causaba un dolor interno?

¡Cállate y Baila Conmigo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora