Especial: El infierno de Dante

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¡Un especial de Dante por la enésima semana de cuarentena que llevamos! Este capítulo es canon (es parte de la historia) y ocurre antes de la pelea con los ángeles, en mitad de esa semana.

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DANTE

Siempre fui un desgraciado, o alguien con muy poca suerte, si así prefieren decirlo.

Mi madre era una mujer italiana que quiso buscarse la vida en los Estados Unidos, y que acabó siendo una prostituta del Bronx. Mi padre, por su parte, era un demonio asqueroso que se aprovechó de ella. Ninguno de los dos pudo hacerse cargo de mí al nacer: mi madre murió al parirme, entre dolores que no pudo soportar y que acabaron causándole un paro cardíaco; y mi padre, pues... era un demonio.

Así que me quedé solo. 

Vagué de orfanato en orfanato, de familia de acogida en familia de acogida, de instituto en instituto. Nunca me acerqué demasiado a nadie, porque no sabía cómo actuar alrededor de los demás humanos; y por otra parte, nadie quería acercarse demasiado a mí. No me extrañaba, porque probablemente intuían que había algo diferente en mí, algo podrido.

Seguí solo gran parte de mi vida, y no lo llevaba demasiado mal, porque prefería estar solo a envenenar a los que estuviesen a mi alrededor.

Por desgracia, un día, una imponente figura rodeada por oscuridad me dijo quién era mi padre. Fui tan idiota como para sentir que tenía una nueva oportunidad para mejorar mi futuro, pero fue así. Mi padre no pensaba acogerme entre sus brazos, es más, al verme, arrugó su ceño y sus ojos azules, tan parecidos a los míos, se llenaron de asco. Al descubrir por enésima vez que no tenía a nadie a mi lado, decidí suicidarme.

Estaba convencido de que era la mejor opción. Aquella fría noche de diciembre pensaba terminar con todo, y no me aterraba la idea de morir, sino que me aterraba más la idea de seguir perdido por un mundo que no estaba hecho para mí.

Pero, justo cuando acerqué el gatillo de la pistola a mi frente, apareció delante de mí otra figura rodeada por poder. Sin embargo, esta estaba llena de luz, y se llamaba Baal.

—Ouch, te has pasado —exclamó Nina Kaine, devolviéndome a la realidad. Estaba pensando en Baal... de nuevo, porque lo hacía todos los días desde que me encontró con una pistola en la sien, hace dos años.

Me costó toda mi paciencia no pegarle otro puñetazo a Nina, esta vez, uno más fuerte.

Por culpa de la fijación de Lucifer, tenía que aguantar a la cazadora. La chica me parecía más insufrible que el resto de humanos con los que interactuaba. Era demasiado curiosa, quería saberlo todo constantemente, y sentía que no acababa de aceptar la naturaleza de los demonios. Pero todos en el Inferno, incluso Luc, le tenían respeto.

Baal también le tenía respeto. Aunque Baal le tenía respeto y cariño incluso a su propia mierda, y eso era algo que me encantaba de él.

No me extrañaba que Asmodeus y Baal se encariñasen rápido con la cazadora, pero ¿Lucifer? Eso fue algo nuevo, sorprendente, y también molesto.

—¿Qué te pasa? —Me preguntó Nina—. Te noto distraído.

Estoy distraído, y aún así, no consigues tirarme al suelo. Háztelo ver.

—Eres cruel —se quejó.

—Y tú insoportablemente insufrible.

Me gustaba ser original con mis insultos. 

—¿Otra vez peleándoos? —Cuestionó Asmodeus, entrando en la sala de entrenamientos—. Si no lo supiera mejor, diría que os gustáis.

Tanto Nina como yo arrugamos nuestras narices.

INFERNO: Pacto con el Diablo (TERMINADA)Where stories live. Discover now