20: La sala de las perversiones

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Viernes, 21:45:

Desde que trabajaba para Lucifer llevaba una vida muy intensa. Para empezar, había dejado de lado completamente la universidad. Tampoco me importaba demasiado: estudiaba una carrera que en realidad odiaba y que no me aportaba nada interesante. Podría decir, incluso, que estaba mucho mejor ahora que cuando me quedaba medio dormida al final de las clases.

Además, vivía al límite intentando compaginar mis entrenamientos en la Academia con las guardias y con mis entrenamientos en el Inferno. Llevar ese ritmo, en el que me levantaba, le mentía a Valerie, me iba a la Academia o al club, le mentía a Matt y a Ram, y volvía a casa a dormir, era agotador. Por esa razón me encontraba de mal humor y lo pagaba con cualquiera con el que me cruzase.

—¿Estás bien? —Me preguntó Matthieu, enarcando una ceja al verme devorar mi pedido. Los dos quedamos para cenar juntos esta noche, aunque debía admitir que estaba bastante desconectada por culpa de mi cansancio.

—¿Eh? —Mascullé, masticando las patatas fritas—. Estoy perfectamente.

—Parece que no has comido en días —comentó.

No, el problema es que hacía el triple de ejercicio que normalmente y necesitaba comer mi peso en carne.

—Tenía hambre —respondí. Matt frunció el ceño.

—¿Estás haciendo un régimen especial o algo? —Inquirió—. Te noto más fuerte.

Yo misma me notaba distinta, más rápida, con las piernas más grandes y definidas que antes. Si llevando sólo tres semanas en el Inferno Matthieu y los cazadores ya me notaban más fuerte, no quería saber cómo me verían cuando terminase el trabajo con Lucifer... si es que lo terminaba algún día. Eso era algo que me preocupaba, ¿habría un final? ¿Cuando matase a los ángeles que Luc quería, volvería a ser normal?

Deseché esa idea de inmediato. Nunca volvería a ser normal, por mucho que quisiera.

—Sí... estoy entrenando más —le contesté. Matt asintió distraídamente mientras comía su plato—. ¿Sabes algo más de la misión suicida?

Matthieu volvió a fruncir su ceño y negó.

—No. La última vez que pregunté, Diego me dijo que tras pensarlo, muchos decanos no aprobaron el plan, lo cual era obvio —me dijo.

Sonreí con alivio. Eso significaba que Matt no tendría que ponerse en peligro al infiltrarse en un nido de demonios. Bien, saber esto antes me hubiese ahorrado todo el drama que monté con él. Por otra parte, ahora tenía asegurado que, pasase lo que pasase, ningún demonio dañaría a Matt porque tenía la protección de Lucifer.

—¿Y tú sigues queriendo participar en la misión? —Pregunté. Matt se encogió de hombros.

—No, pero si es obligatorio, seré yo quien la realice —respondió. Lo señalé con una patata frita y comenté:

—Eres un suicida.

Eres un suicida, pero tienes mi protección, así que puedes buscar la muerte cuanto quieras.

—No, simplemente quiero saber qué ocurre con esos demonios que se comportan extraño.

Casi me atraganté al escucharlo. Ya había olvidado que todo el drama de la misión fue causado por culpa de varios demonios teniendo actitudes extrañas, pero ahora que sabía que los ángeles se mataban entre ellos, y que también mataban a otros demonios, tenía más sentido.

Luc no quería matar a más cazadores. Él quería a los suyos luchando contra los ángeles. Él había ordenado a los demonios, sus súbditos, que no se preocupasen en luchar contra los cazadores, sino en poder sacarles información a los ángeles.

INFERNO: Pacto con el Diablo (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora