1. ¿Plutonio?

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Primera Temporada

Advertencia provisional: Si notáis cosas raras en los capítulos, es porque esta historia está actualmente en "obras". Estoy actualizando y corrigiendo algunos errores. Perdón por las molestias.

El sol entraba agresivamente por entre las cortinas. Leah se encontraba en la cama durmiendo con su camiseta de pijama, pero con vaqueros. Descalza, pero con sus zapatillas tiradas encima de la cama.

Cuando un rayo de luz llegó directamente a sus párpados cerrados hizo una mueca molesta y se dió la vuelta hacia la puerta del cuarto.

Su habitación, si podía llamarla así, estaba toda desordenada. Con ropa por el suelo, cama, silla, escritorio, etc... Sus cómics estaban esparcidos por todas partes. Y ella aún estaba con los cascos de su móvil puestos aunque hacía mucho que Queen había dejado de sonar.

— ¡No me puedo creer lo que estoy escuchando ahora mismo Dave! —este grito despertó de golpe a Leah.

— ¡Susan! ¡Estás exagerando como siempre! —gritó otra voz y Leah se incorporó en la cama ya acostumbrada.

— ¡Eres un idiota! ¡No veo la hora de pedir el divorcio y hacerte desaparecer de mi vida! —volvió a gritar Susan.

Mientras los gritos seguían retumbando por toda la casa, Leah estaba terminando de vestirse para el instituto. Y se preguntaba porqué seguía en proceso de adopción con esos dos si siempre estaban al borde del divorcio. Solo les quedaba un mes de periodo de prueba para decidir si adoptaban a Leah o no, pero Leah no estaba muy segura de si era lo que quería.

Con 5 años su madre la dejó en el orfanato de la ciudad y desde los 8 años ha estado en muchas casas de acogida de forma provisional, y nunca nadie ha llegado a quedarse con ella, siempre tachándola de "bicho raro". Esto, claramente, era intencionado por Leah. Ya que a los 10 años decidió que no dejaría que la adoptasen, y esperaría a tener 18 para vivir por su cuenta.

Leah bajó a la cocina donde Susan y Dave discutían, cogió una manzana y sin decir nada salió de su casa hacia el instituto montada en su patinete.

Al llegar, se encontró con su buen amigo, el director Lowford, echando la bronca a una chica por llevar una falda "demasiado corta", como si Leah no le hubiera visto veces mirando el culo a alguna adolescente.

— ¡Ey! Tenemos clase ahora. ¿Me acompañas a por mis libros? —le dijo Leah a la chica tocándole el hombro. Lo cierto era que no la conocía de nada, pero no quería dejarla sola con ese pervertido.

— Señorita Blossom, que placer verla llegando otra vez en esa trampa mortal —refiriéndose al patinete— Ya le dije que viniera en el bus, andando o a rastras si hace falta. Pero no en ese chisme.

— Por supuesto director. Ahora si nos disculpa, no querrá que lleguemos tarde a clase. ¿O sí? —preguntó irónica Leah.

Resentido, Lowford las dejó marchar. La chica, que tampoco le dijo su nombre, le dió las gracias y se marchó a su clase. Leah no intento entablar una conversación con ella. ¿Para qué intentar hacer amistades si en un 2 meses sería mayor de edad y podría dejar el instituto y vivir por su cuenta? Y así estuvo pasando Leah los 5 meses que estuvo en casa con Susan y Dave, en ese instituto más sola que la una.

Al salir de clase, se dirigió al super mercado pasando por la plaza de la ciudad. Iba tan distraída buscando la calle cuando una mujer la paró.

— ¡Señorita! Por favor, done algo para salvar el reloj de la plaza. Hill Valley no sería la misma sin él. Lleva 65 años roto y el alcalde aún no se digna arreglarlo.

Regreso al Futuro: el Futuro No Está EscritoWhere stories live. Discover now