Todo lo que nunca quise

Capítulo 26

Cassandra

De frente a mi hermano me di cuenta de lo triste que era esta situación, lo amo con todo el corazón y aun así sé que hizo cosas que me hirieron. Él, el hombre en que confiaba ciegamente.

— No quiero que jamás dudes esto; Te amo con todo mi ser Cassandra, desde que nuestra madre llegó contigo en brazos, te cuidé cuando ella estaba metida en drogas, te llevé al doctor cuando estabas enferma, te amé cuando esa mujer quiso deshacerse de los dos y ni con todo eso supe valorarte—se lamenta soltando algunas lágrimas— Me convencí de que necesitabas a alguien que te cuide cuando la verdad era que yo no quería que estuvieras sola porque no puedo irme sabiendo que ya no tienes a nadie en el mundo—en este momento ya estaba llorando junto con él y ni siquiera había hablado— No tuvimos una vida fácil, por eso cuando los Clark nos adoptaron yo traté de hacerte todo más cómodo, no duró nuestra felicidad por mucho y otra vez te vi rota, te vi decepcionada de la vida. Yo no quería que me odiaras por dejarte, no es algo que pueda controlar ni con todos mis conocimientos o con todo el dinero y eso es lo que más me está matando. Saber que las voy a perder. No hice todo eso con la intención de herirte mucho menos a Adam.

— David—mi voz sale desgarrada por todo lo que estoy llorando— Es verdad que al principio no entendía tu reacción y ahora que lo sé desearía volver a esos días en que estábamos sin algo para comer, pero juntos, porque eres mi héroe ¿Tú crees que yo no recuerdo todo lo que hacías? Había noches en que llevabas un simple emparedado y me lo dabas, cuando te preguntaba si querías siempre me decías lo mismo "Ese es para ti, yo ya comí en el trabajo" o cuando tenía frío en las noches te quitabas la chaqueta para dármela sabiendo que era lo único que te protegía a ti, los insultos que soportaste de esos hombre terribles para los que trabajaste para poder mantener un techo sobre mi cabeza, tú hiciste todo por mantenerme a salvo antes de que llegáramos a esa casa de adopción y jamás tendré palabras para agradecértelo.

No soportaría más sin correr a abrazarlo, pero se veía tan atormentado que me detuve de arrojarme sobre él.

— Cometí un error, créeme que lo lamento de todo corazón. Estúpidamente pensaba que Adam no tendría el mismo tiempo y atención que necesitarías cuando yo ya no estuviera, solo quería lo mejor para ti, pero al buscarlo tan desesperadamente me perdí ese amor que crecía entre ustedes, me enojé a la primera señal de que él estuviera viendo a mi hermanita, dije cosas horribles de las que me arrepiento y nunca podré borrarlas, pero si me lo permites quiero estar con ustedes este tiempo, quiero verlos porque son personas muy importantes para mí—hasta ese momento me di cuenta de que estaba temblando y lo ayudé a ponerse de pie para acomodarnos en el sofá más grande, se acostó sin poner una sola queja y me quedé mirándolo, esa fragilidad que nunca vi en él me destrozó, daría mi vida entera por la de mi hermano sin pensarlo dos veces, admitir eso me hizo darme cuenta de que en realidad los dos cometimos errores.

— Tu nunca me cuestionaste por viajar tanto—le susurré sentándome en el suelo y recargando mi cabeza a la orilla del sofá. Tomó mi mano y pude sentir el tacto frío de su piel.

— Lidiabas con tu propio dolor, en medio de toda esa evasión de emociones sabía que te gustaba conocer lugares nuevos, no quise quitarte lo único que te hacía feliz en ese momento.

— ¿Me extrañaste alguna vez?

— Cada segundo de cada maldito día pensé siempre en ti, hermanita. Mi lado sobreprotector quiso seguirte a todos lados, pero ya sabes como resultó eso—una amarga risa salió de sus cansados labios.

— No podías con los viajes y tu universidad te lo hacía peor, luego tu trabajo te impidió moverte tanto—comprendí siempre sus razones, después de todo él siempre quiso algo estable, esta fue su solución y si él aceptó la que creí era la mía yo resistiría la suya a pesar de la distancia.