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Tamara Brown

—Ya han sido varios besos. —me separo de sus labios mirándolo a los ojos.

—Eso es una señal. —Sonríe.

—¿Señal? —lo miro atenta.

—Señal de que nos estamos gustando. De que me gustas, Tamara. —Sus labios rozan los míos mientras lanza aquella confesión que me deja helada de pies a cabeza. —¿No vas a decir nada?

—No se que decir. —soy sincera.

—No digas nada solo... solo dejemos que esto siga fluyendo. —asiento correspondiendo al beso que vuelve a plantarme. Disfruto de sus labios unidos a los míos hasta que de un fuerte jalón me separan de él.

Enseguida veo la mirada cargada de furia de Zed.

—¿Qué carajos significa esto? ¡Te dije que no lo volverías a besar carajo! —me suelto de él.

—Y ese día también fui clara, podíamos unirnos, podíamos portar esos anillos sin que exista un vínculo más allá. Y mira, vamos a unirnos pero solo de palabra.

—Aunque sea solo de palabra no voy a permitir que mi mujer esté besuqueándose por ahí con este hijo de puta.

—¿Y qué vas a hacer al respecto?

—Si tengo que encerrarte lo haré.

—¿Y crees que yo voy a permitirlo? —Zander interviene cruzado de brazos. —Deja de querer mandar sobre la vida de Tamara, ¿que no te das cuenta de lo que es evidente? Ella me ama Zed. Está enamorada de mi. La profecía se equivocó, yo soy el elegido, ella me desea a mi y lo sé por la forma en la que me besa. Yo tengo esa inexplicable conexión con Tamara, por eso se lo que necesita.

—Tu no sabes lo que ella necesita.

—La traje aquí justo porque sabía que lo de su madre la estaba afectando. Sabia que necesitaba sacarlo gritando o llorando. Yo sabia que...

—¡Esa fue idea de Zed hijo de puta! —Damon se mete a la patética discusión. —¡Por eso estabas como vieja chismosa espiando en su oficina!

Zed se da cuenta de mi incomodidad. Me encojo de hombros observando como discuten por mi.

—Cierren la boca. —Zed exhala. —No importa de quien haya sido la idea. Lo importante es que funcionó, que Tamara siente la carga menos pesada. —Voltea la mirada hacia sus hombres de seguridad. —Quédense vigilando a Tamara, cuídenla. —Se da la vuelta caminando hacia la salida. Sus escoltas lo siguen y los que destinó para cuidarme se quedan en sus lugares pendientes de mi.

—Es mejor que nos vayamos. —Zander sujeta mi mano mientras Damon nos mira con enojo negando varias veces.

—Tú, hijo de puta, estás queriendo usar a Tamara para vengarte de Zed por lo de Roma, ¿no es así?.

—No digas pendejadas.

—Pendejada es querer vengarte de un inocente. Roma murió por tu culpa y lo sabes perfectamente. ¡Murió porque la usaste! ¡La destruiste! Y ni Zed ni yo vamos a permitir que hagas lo mismo con Tamara, ¿me oíste?. —Él empuja a Zander haciéndolo caer al piso de un fuerte impacto. —Así que te alejas de ella o te prometo que voy a convencer a Zed de que suelte toda la verdad sobre Roma para que el pueblo se revele contra ti y te de tu merecido maldito hijo de puta. —Se marcha de ahí en un segundo.

Voy hacia Zander ayudándolo a levantarse. Tiene la mirada oscurecida y la furia en él es evidente.

—Oye, tranquilo. —Le susurro.

—Me está queriendo dejar mal frente a ti. Por eso mencionó a Roma. —Me mira con algo de nostalgia en su mirada. —¿Quieres saber sobre Roma? Voy a contarte sobre Roma.

¿Si están leyendo la historia? 👀

ZED: EN LA OSCURIDAD [RE-SUBIENDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora