Percy enfatizó que no habría más contacto con el mundo mágico. Cada vez que lo decía, un murmullo atravesaba la audiencia. Algunos jadeaban ante las implicaciones, mientras que a otros no parecía importarles.

Habiendo escuchado la mayor parte de eso antes, Hermione no estaba particularmente perturbada. La idea de nunca tener contacto con el mundo mágico de nuevo realmente no le dejaba ningún sentimiento de angustia, no había más que decepción para ella. Todas las cosas buenas habían muerto con Harry.

Eso era un poco injusto, reconoció. Estaban Neville y Luna, pero ellos apenas eran aceptados por esta sociedad.

Percy escapó después de que concluyó la sesión de información. La gente no estaba exactamente feliz y había tensión. Lentamente, la multitud comenzó a dispersarse y Hermione siguió la caminata de regreso al BM.

Muchos se sentían como Connie, no podían vivir sin magia y forzarlos a renunciar a ella era inadmisible.

Hermione amaba la magia, pero no lo suficiente. El atractivo de una vida libre era más fuerte que su amor por la magia. El conocimiento siempre había sido su pasión, sucedió que gran parte de eso estaba relacionado con la magia, el uso de ésta era conveniente y eficiente, pero nada más.

Mientras caminaba sumida en sus pensamientos, fue arrastrada por el brazo hacia un estrecho callejón lateral. Ella supo quién era antes de que sus ojos realmente vieran a su captor.

—¿Qué es lo que quieres, Malfoy? —preguntó, molesta porque casi le habían arrancado el brazo de su sitio.

—No debes irte —él le ordenó.

—¿Ir a dónde?

—Al mundo muggle.

—¿Qué? —Hermione estaba un poco confundida—. No me estás diciendo en serio que no puedo ir, ¿verdad?

—En realidad sí.

—Bueno, eso no es decisión tuya —Hermione señaló la cuestión—. Puedo hacer lo que quiera, siempre pude hacerlo. Nuestro pequeño arreglo era pago por un servicio prestado, nada más. No puedes decirme qué hacer, ¡sobre nada!

—No vas —repitió fríamente de una forma inexpresiva que casi le recordó a su padre.

—¿Y cómo exactamente vas a detenerme? —ella escupió con una mirada sagaz.

—De esta forma —dijo y sacó su varita. Él murmuró algo antes de que Hermione pudiera reaccionar y una luz roja voló hacia ella y se posó en su pecho. No era ningún hechizo que hubiera escuchado antes. Hermione sólo podía mirarlo tontamente, su varita era prácticamente inútil para defenderse, así que no había mucho que pudiera hacer.

Ella se conformó con darle una fuerte bofetada.

—¡Deshazlo! —gritó, pero él la ignoró y se dio vuelta para alejarse—. ¡No eres mi dueño, puedo hacer lo que quiera!

—Si te acercas al Ministerio, lo sabré —él dijo bruscamente—. Así que no.

—No puedes hacer esto —señaló y lo agarró del brazo. Él tiró de su brazo lejos.

—Supongo que acabo de hacerlo —contradijo y desapareció.

Hermione sólo pudo gritar con enojo y frustración, al menos su bofetada le dejó una marca en su mejilla. ¿Cómo se atrevía a venir y decirle qué podía y qué no podía hacer? Como si tuviera algo que decir sobre eso.

¿Era su único propósito en la vida hacer que ella se sintiera miserable? Realmente parecía disfrutar de su sufrimiento y luego se atrevió a realizar magia en contra de su voluntad. Eso ni siquiera era legal, no es que alguien del Ministerio tomaría en serio su denuncia y él lo sabía.

Absolutamente despreciableWhere stories live. Discover now