D i e z

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Estaba de vacaciones en el apartamento de mis padres que estaba en Byron Bay, Australia. Eran las primeras vacaciones que pasaba a solas y estaban siendo increíbles hasta que mi hermano me habló.

Dylan estaba pidiendo mi ayuda, su amigo Harry estaba viviendo justamente en la misma ciudad que yo y al parecer se había quedado en la calle después de que le dijeron que no podía vivir más en el apartamento donde vivía, Dylan me había pedido con urgencia si podía Harry quedarse conmigo durante una semana, según me explicó mi hermano, el chico era primo de Emma, su esposa y también había sido el chico que le había presentado a Emma, así que eran cercanos y Dylan comentó que estaba agradecido con Harry y que quería ayudarle.
Al parecer el chico buscaría un apartamento pronto y no me molestaría más. Llámenme cruel o insensible por no ayudar a mi hermano, pero cuando Dylan me dijo que el tipo era un fotógrafo de surfistas supe que no lo quería cerca mío. Me lo imaginaba todo un mujeriego trayendo mujeres, yendo a fiestas y viviendo borracho. Me había encontrado a tantos surfistas que lo único que causaban eran problemas y vivir con uno, aunque sea algunos días no estaba en mis planes.

Después de una súplica interminable y un montón de llamadas rechazadas y mi consciencia diciéndome que no podía hacer el mal ni a mi hermano, ni a su amigo, le hablé y accedí a dejarle quedar una semana, pero puse restricciones. No podía venir borracho, ni hacer ruido, no podía traer mujeres (ni hombres por si a caso), no podía hacer fiestas tampoco.

A la media hora de haber dicho eso y cuando estaba a punto de hacer las compras tocaron a la puerta, sabía que era él tal Harry.

Abrí y lo que encontraron mis ojos fueron al chico que me imaginaba en su máxima expresión. Un chico ridículamente atractivo con cabellos castaños y largos, unos ojos verdes que solo me recordaba que no podía confiarme de él y un hoyuelo acompañado de una sonrisa tan astuta como su mirada, su metro ochenta y algo solo lo hacía ver intimidante y sus tatuajes era una señal visible de [peligro].

-Hola.
Atine a decir.

-Hola, Soy Harry.
Me dijo y lo dejé entrar, solo traía una maleta, una guitarra y ¿Un cachorro?

No pude evitar poner mi cara de ternura, el perrito se veía tan adorable, era un cachorro beagle y ¿Cómo no pude fijarme antes en esa hermosura?

-¿Puedo cargarle?
Le pregunté a Harry y el me lo paso rápidamente.

-No sabía cómo ibas a reaccionar con Lilo, pero estoy feliz de que te gusten los perritos.
Me dijo el chico y metió sus cosas al apartamento.

Me concentre en Lilo y no importó demasiado si se quedaba el chico, mientras esta cosita estuviera conmigo.

-Ven, te mostrare el apartamento.
Le lleve por todo el lugar, eran tres habitaciones, el baño y la sala de estar que estaba conectada por una barra de desayunos con una cocina-comedor con vista a la playa y una pequeña terraza.

Le mostré su habitación y cuando me dijo que quería darse una ducha, entonces le pregunté si podía salir a hacer las compras y llevarme a su perrito. No le vi muy convencido al principio, pero después cedió y me prestó la cadena para llevar a Lilo conmigo.

Tome mis bolsa de tela, mi monedero, mi celular y no ocuparía mi auto ahora, caminaría al pequeño mercado que estaba a unos minutos.

Amaba ese mercado, tenía absolutamente de todo y era tan pintoresco que no podía volver a casa sin una planta, ropa hecha a mano o alguna artesanía, así que cuando regrese a casa venía con frutas, verduras, alimentos para Lilo y un cactus bebecito que había visto en un puesto de plantas.

O N E S H O T S • H A R R Y S T Y L E S Where stories live. Discover now