Al fin

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Cuando Wirt recuperó el conocimiento lo primero que se percató fue que se encontraba sólo en su habitación, inmovilizando en su cama con amarres firmes de alrededor de sus muñecas y tobillos. Quiso gritar pero su boca estaba bien sellado con cinta adhesiva.

Rápido y borrosos recuerdos pasaron por su cabeza adolorido sobre lo que pasó antes de ser atacado. Cómo aquel hombre había regresado a su vida para lastimarlo, terminar el trabajo que había comenzado hace años.

No, eso no podía estar pasando. Jack no podía estar ahí, él estaba en una prisión de máxima seguridad bastante lejos de él. Y en todo caso que el llegara a salir, no podría dar con él, se había escondido en aquel pueblo olvidado de Dios, renunciando al contacto de las personas que más amaba para no ponerlos en algún riesgo con tal de nunca volver a verlo. No había ninguna lógica, entonces ¿Por qué estaba amarrado a la cama sin poder hacer nada al respecto? Él no podía hacerlo solo, por supuesto, entonces ¿qué explicación había?

Tal vez ni siquiera era real. Aquellas ataduras que abrazaban sus extremidades podrían ser producto de su mente que aún seguía en las memorias que lo atormentaban; no sería la primera vez que experimentaba alguna clase de alucinación de ese tipo, aunque esta se sentía diferente a las demás, más real.

No, se negaba rotundamente aceptarlo, simplemente no podía sucederle algo así de nuevo, preferiría aceptar que había caído en la locura que enfrentarse a Jack de nuevo, al menos la locura sería menos dañina que aquel hombre. Cualquier cosa era mejor que ese hombre.

...

Al contrario de Wirt, Beatriz estaba más que consciente que Jack estaba afuera, ella había sido testigo de todo y de forma involuntaria se convirtió en su cómplice

— Lo tengo. —La voz de Jack que por lo general se encontraba neutra y fría, ahora estaba un poco cambiada. Estaba emocionado y era obvio—. Se veía tan hermoso, no ha cambiado nada desde la última vez que lo vi y por fin logre tocarlo. .

Las últimas palabras hacen que la pelirroja se estremezca por completo y el asco que le sigue poco después le hace agradecer que no haya comido nada durante todo el día porque estaba segura que terminaría vomitando. Y eso no sería nada bueno para ella.

—¿A qué te refieres? —preguntó y tardó muy poco es darse cuenta de su imprudencia que había salido de su boca. Maldecía su curiosidad.

—¿Tú que estás pensando, pequeña pervertida? —preguntó a su vez con una sonrisa—. No le he hecho nada malo, no quiero equivocarme de nuevo. Sólo lo aseguré en su casa, para que nada malo le suceda —aseguró y de no ser porque lo conocía y sabía bien que era un completo enfermo diría que sus palabras eran genuinas y no un intento bien ingenioso de la manipulación—. Pero, claro, todo esto no se puede hacer sin tí, me ayudaste mucho.

Si ella ya se sentía mal, aquel agradecimiento fue el tiro de gracia a todo lo que ella creía. Había cometido un grave error, una traición a todo lo representaba algo algo sagrado sólo para conservar su trasero con vida. Ahora aquel chico estaba corriendo peligro y ella ya ni siquiera estaba segura de su propia vida estaba asegurado; nunca había una manera segura de confiar de su psicopata.

—Yo no te ayude —soltó sin más para su propia compasión que por declarar un hecho.

—No, no habría llegado tan lejos sin tí.

—Pero yo no quería ayudarte. —Sus palabras se quiebran como el cristal y su garganta sufre como si la metáfora fuera una terrible realidad, desgarrándose. Al menos logró reprimir un sollozo patético de su boca—. Me obligaste hacerlo.

—Oh sí, lo hice —asumió la responsabilidad para la sorpresa de la mujer—, pero tampoco pusiste ninguna resistencia ¿verdad?— Una sonrisa apareció en la cara del asesino cuando la mujer comenzó a sollozar totalmente destruido.

El sufrimiento era uno de los aspectos de la humanidad de Jack disfrutaba con demasiado deleite. Sin duda era algo que nunca se cansaría. Era una lástima que por el momento no contaría con el tiempo suficiente para disfrutarla.

Ignorando los sollozos de la pelirroja se alejó de ella y fue a la cama; con una calma tan propia de él se sentó pensando en la forma más adecuada de matarlo. Si era muy ingrato de su parte hacerlo, él le había prometido que la liberaría si hacía todo lo que pedía y encontraba a Wirt y ella había cumplido bien demasiado bien. Sin embargo ¿Quién creía en las promesas de un asesino en serie?

De pronto, una idea llegó a su cabeza, como si fuera algo divino. Sabía que hacer y con la velocidad fue al pequeño baño para preparar todo lo que necesitaba. Sería una muerte, algo decepcionante para él, pero suponía que tenía que hacer un pequeño sacrificio. Además, Beatriz había sido bastante cooperativa ¿Por qué no darle a su muerte al menor algo de dignidad?

Cuando sus preparativos terminaron fue de nuevo por la pelirroja. Ella había dejado de llorar y cuando la vió a los ojos, su mirada estaba completamente vacía. Como un pequeño cordero en un matadero que comprende, al fin, su destino. En un vano gesto de consuelo, puso una mano en su hombro; realmente no era bueno.

—Creo que será al fin de nuestra relación. —La broma sonaba demasiado seria como para ser tomada como una. Beatriz se ría de todas formas.

—¿Dolerá? —preguntó con una voz que apenas se puede distinguir.

—Me asegurará que no sea tonto —con cuidado fue desatando los amarres que le tenía confinada en la silla; ella ni siquiera se movió y Jack se sintió algo decepcionado.

—Promesas, promesas —tararea antes de ser arrastrada a su muerte.

Al menos en esa ocasión, Jack fue un hombre de palabra.

...

Jack llegó al departamento de Wirt poco después de anochecer con una naturalidad digna de alguien que ha tenido la dicha de vivir ahí. Bueno, en ese departamento vivía su amor era casi lo mismo.

Para su alivia, todo estaba tal y como lo había dejado hacía unas horas atrás. Eso significaba que Wirt seguía seguro en la habitación. Esperando su llegada. Él también se moría por verlo,

Sin más retrasos se dirigió a la habitación de su amado, encendiendo las luces a su paso. Wirt seguía en la cama, con las ataduras en sus muñecas y tobillas y una extraña sonrisa en su bonita rostro. Jack sintió un estremecimiento que nunca espero tener.

—Hola Wirt —saludo Jack acercándose a él.

—Hola Jack, tanto tiempo sin vernos —dice y su voz suena extraña. Su mirada le recuerda un poco a Beatriz y esa idea le asquea por completo. Decide ignorarlo.

—Lo sé, te he extrañado. —Se sentía a su lado y Wirt sólo amplía su extraña sonrisa.

Jack siente un mal presentimiento. Hay algo que no encaja y se siente mal. Él podía manejarlo ¿Qué podía salir mal?

Continuará.

Hola, antes que nada, me gustaría disculparme por mi tardanza, en estos tiempos, las cosas se me han hecho un tanto complicadas, entre ellas las actualizaciones, espero aprovechar un poco la cuarentena para publicar y terminar esta historia que estás más cercana.

Nos vemos y cuidense. 

Oscuridad (BeastWirt)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora