Caza

166 26 8
                                    

Atrapara a Wirt era un trabajo demasiado fácil; Jack había invertido los siguientes días en seguir los pasos de ese chico, dándose cuenta que su vida no podía describirse como una. El muchacho casi no salía de aquel pequeño y horrible departamento más que para comprar comida en varias tiendas sin tener una preferencia en alguna. Si él llegara a actuar, nadie sospecharía nada, pues realmente su desaparición no causaría efecto alguno. Él no quería nada sencillo, la mayor parte de sus homicidios habían sido así y por supuesto quería que con Wirt fuera especial. Él se merecía algo especial.

Mientras tanto, había alquilado un cuarto en un motel afueras de la ciudad, donde mantenía a Beatriz encerrada a Beatriz la mayor parte del tiempo maniatada. No tenía pensando matarla de inmediato; eso arruinaría sus planes y si bien, mantenerla con vida implicaba un riesgo mayor ya que había una posibilidad de que escapara y buscará ayuda, no creía que fuera tan tonta como para tomar aquella riessgosa y estúpida decisión.

Era una lástima que la estaba sobrevalorando demasiado.

...

Esa mañana había amanecido con un saludable buen humor; no sabía el motivo que podía ocasionar aquello, pero debió de admitir que no le importaba en lo absoluto, lo disfrutaría mientras el agua tibia quitaba los rastros de jabón de su cuerpo a la par que tatareaba una canción compuesta por su propia cabeza. Cuando termino y se secó, salió de la ducha con una toalla alrededor de su esquelética cintura, mostrando a su única espectadora su demás demacrado cuerpo producto del auto descuido personal.

Como era de esperarse, la joven agente se encontraba sentada en total silencio en un sillón rustico y de aspecto agradable que se hallaba pegado al piso al suelo. Por un momento considero que aquella mujer con la que estaba compartiendo esa travesía loca no existía y no era más que una muñeca que trataba de encajar con el resto de decoración de la habitación. Por supuesto que ella no encajaba y por el leve movimiento de su pecho por la inhalación y exhalación de aire tampoco debería encajar; era un ser humano, no un objeto, pero Jack no notaba mucha diferencia.

No quiso especular más y paso por el pequeño closet, notando que la televisión estaba encendida. Los noticieros estaban pasando, dando la nota del encuentro de un cadáver hallado en un departamento asesinado por un hacha. Y él que pensaba que ese día no podía ser mejorar aún más. Con otro homicidio en aquella zona no le prestarían demasiada atención y, si bien, hubiera preferido ganarse su propio tiempo, tampoco sentía que podía desperdiciar una oportunidad como esa.

—¿Sabes que aun así te atraparan, ¿verdad? —. La voz de la pelirroja llamó su atención por unos segundos antes de sacar su típica ropa negra —. Estás actuando demasiado arrogante.

—Y tú tienes unas expectativas muy bajas —señaló empezando a vestirse —¿Acaso te estás preocupando por mí? —se burló sin tener mucha respuesta por parte de Beatriz.

—Sólo te estas volviendo totalmente loco, sin embargo, creo que será divertido cuando pueda ver cómo te arrestan. No sé, tal vez la pena de muerte ya sea una contemplación justa ¿no te parece?

La inesperada muestra de valentía que mostraba la mujer, desapareció cuando el hombre, con un paso tan lento que desesperaría al hombre más paciente se acercó a ella. Por un momento reconsideró sus propias palabras y creía conveniente pedirle perdón de rodillas; por supuesto si tan sólo sus piernas no se encontraran tan hábilmente maniatadas con una cuerda lo haría.

Un escalofrió recorrió su espina dorsal cuando la larga y fría mano de Jack tomo casi con dulzura su barbilla para hacer que lo mirará a aquellos extraños ojos que poseía y que sólo le llenaban del más puro terror.

Duraron así por el tortuoso tiempo de un minuto, sin moverse a pronunciar palabra alguna; la pelirroja sólo se pregunta ¿Cuántas personas no habían sentido ese tacto antes de morir? Muchos y si no fuera por el caso de Wirt hubiera jurado que todos. Suponía que así debería sentirse el tacto de la muerte.

—No creo que tengas ese placer —susurró sus palabras de forma casi se sintiera un acto íntimo e irrevocable —, y será mejor que mantengas esa bonita cara cerrada. Hemos tenido una relación especial estos últimos días que incluso he pensado en ser suave contigo —soltó su barbilla y sonrió con autosuficiencia cuando la mujer volvió a respirar con normalidad —, pórtate bien, todo acabará y llegaremos a un buen acuerdo esta noche ¿Te parece?

El ligero cabeceo de aquella cabeza roja fue la respuesta que necesitaba y sin más ceremonia salió de la habitación, cerrando la puerta con seguro. Por supuesto, tenían una buena relación, o buena según las circunstancias, no obstante, eso no significaban que tenían que bajar la guardia. Eso siempre llevaba el caos a todo asesino estúpido lo cual no era.

—¿Señor Hansen?

Por un momento su eterna calma y auto control desvanecieron de una forma que incluso para él se podía considerar alarmante; ponerse así no ayudaba de nada, al contrario, a lo que no tardó mucho en volver a la "normalidad"

—Lo siento, Lucy, me has sorprendido ¿sucede algo? —preguntó haciendo que la mujer que trabajaba como camarera sintiera vergüenza por su propio acto. Eso le genero cierta satisfacción.

Aquella camarera, Lucy, sin duda había servido para el propósito de ocultar a su preciada rehén y de mantenerse oculto casi sin esforzarse, actuado perfectamente el papel de un hombre que se había quedado sin hogar -. Le había convencido que su "esposa" no podía salir de la habitación pues sufría de esquizofrenia y, por lo tanto, tampoco podía entrar ya que eso podría ser perjudicial. Sólo esperaba comprensión de su parte, que él se encargaría de la limpieza y todos los demás inconvenientes que podría generar. La mujer no pudo negarse.

—Nada, sólo quería saber si se encuentra bien —comentó avergonzada.

—Sí, de hecho, creo que mi suerte ha mejorado —soltó una risa que aparentaba en muchos sentidos ser algo verdadero —. He encontrado una buena casa para irme con mi esposa en unos días.

—Oh ya veo —comentó la mujer algo desanimado —, me alegro mucho por usted.

—Gracias, en fin...tengo que salir, no tardaré mucho o eso espero ¿mi esposa estará bien? —preguntó con suavidad.

—Por supuesto, usted no se preocupe por nada —. La mujer mostraba una falsa cordialidad que no sabía cómo debería sentirse al respecto.

—Nos vemos —se despidió, en esta ocasión con más educación que la vez anterior.

Mientras se alejaba por el pasillo podía asegurar que la mujer que había dejado atrás seguía viéndole; no la culpaba, en estos días se había mostrado amable, cortes y seguramente ella consideraba de forma ingenua que él era un buen hombre. Pero él no era en lo absoluto un buen hombre. Era un cazados y, bajo esa excelente idea, iría a cazar un espécimen que lo había traicionado con falso amor.

Hoy estaba acabado.

...

Algo no estaba bien, pensaba Wirt tras despertar de un sueño reparador de 10 horas. Un sueño sin pesadillas, había logrado pasar una noche sin despertarse bañado en su propio sudor a las tres de la mañana para arrastrar sus pies congelados hasta la cocina para beber un café insípido y pensar en la oscuridad sobre la mierda que se había convertido su vida. Y no le gustaba.

Con un demonio, se suponía que eso podía significar que estaba mejorando que tal vez podía salir adelante. Pero no le gustaba, tenía demasiado miedo a ese cambio abrupto. También se sentía estúpido con todo eso.

Tenía que dejarse de atormentarse con eso, después de todo , eso no podía ser algo malo ¿verdad? Podría tener una vida normal, podría ver a su familia sin sentir vergüenza hacia sí mismo.

Su ánimo seguía decaído y eso de alguna manera le daba cierta sensación de tranquilidad. No debía de cambiar de forma autómata y decidió que estaba bien.

Empezó su rutina del día de forma lenta y perezosa, sintiendo los efectos positivos que acarreaba dormir bien al menos una vez; ordeno su poco amueblado departamento, se dio una ducha y desayunó lo poco que quedaba en la alacena. Debería comprar más comida con el poco dinero que aún conservaba de su liquidación. Salir sin motivaciones acosadoras sin duda resultaba una buena idea.

O eso era una buena idea hasta que salió encontrándose con Jack Unterweger. Aquella aterradora imagen sólo duro unos segundos antes de hundirse en la oscuridad de la inconsciencia ¿se había desmayado por verlo o porque había sido golpeado? No tenía una idea, sin embargo, a esas alturas, ya no importaba.

Continuara. 

Oscuridad (BeastWirt)Where stories live. Discover now