Capítulo 30: La Culpa No Era Mía

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Eran los instantes a nada del inicio de clases, y Jo podía sentir las miradas de muchos, una vez más, centradas en ella; los rumores se propagaron, y aunque no decían nada, su silencio era ensordecedor, y sus miradas azotaban como martillos en su nuca.

—Espero que no sea permanente lo que esa bruta me hizo —Abigail comentó echando un vistazo a un pequeño espejo de maquillaje en lo que se encaminaba por los pasillos del colegio a su siguiente clase.

—Lamento de verdad mucho lo que pasó, Gail —Jo notificó.

—Oh, ¿pero qué dices? Tú no me golpeaste con puño cerrado.

—Lo sé pero si no hubiera dejado a Harry meterse en mi cabeza, no la hubiera provocado a hacer lo que hizo.

—No tienes que flagelarte por esto querida, que nadie conoce realmente al cien a una persona; no sabes cuándo alguien que no está de todo bien de la cabeza puede reaccionar así.

—Incluso si Harr... si Harriet tuviera problemas, eso no es excusa para andar ahí infligiendo violencia a personas inocentes.

—Lo entiendo reina, eso que ni qué, pero en lo personal, y por más coraje que me produzca, es una de esas cosas en los que siento más lastima por una completa desequilibrada que obviamente tiene problemas emocionales muy, muy serios. Y espero que dónde sea que vaya, por fin reciba la ayuda que necesita tan desesperadamente.

—No quería pensar que ella estuviera tan mal... pero no se me ocurre otra razón por la cual pudo reaccionar así... a menos que...

—¿Pasa algo, querida? —Abigail inquirió justo a la entrada de su próxima clase.

—Gail... tú no me mentirías, ¿verdad?

—Somos amigas desde hace mucho, ¿cómo podría hacerlo? ¡Me ofende un poco el que siquiera lo sugieras! 

—Eso lo sé, pero... es solo que...

—¿Sí?

—Harriet... Harriet me dijo algo... y sé que es imposible, pero... es tan ridículo que me hace pensar, "sólo podría decir eso si es que no hubiera algo importante ahí".

—¡Por favor Jose! ¡No permitas que una chica con serios problemas te haga dudar! ¡Te está manipulando! ¡Eso es lo que hace ese tipo de personas! ¡Te engatusa, y luego, se vienen los puñetazos!

—Sí... es... es verdad. Supongo.

—Vamos —Gail le tomó de la mano—, que ya no tarda en sonar la campana.

Y ambas, con diferentes niveles de certidumbre, ingresaron a su siguiente clase.


 Adiós al cabello rojo, al menos parcialmente; Harry se lo había decolorado aunque algunas secciones todavía se encontraban entintadas de ese color

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Adiós al cabello rojo, al menos parcialmente; Harry se lo había decolorado aunque algunas secciones todavía se encontraban entintadas de ese color. Adiós también al cambio de vestuario, hola a los jeans y playeras de siempre. Adiós a los tacones, hola de nuevo a sus zapatos planos, botas y tenis.

¿Cómo Te Lo Digo Querida Jo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora