Capítulo 16: La Pizzería de las Vanidades

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Harry no pensó que era posible, y sin embargo, aquello que era calificado como tal pasa a ser inevitable una vez que de hecho sucede: el final del Apartheid, la resurrección de la carrera de Robert Downey Jr, y el que el autor de estas palabras aprenda a usar analogías que sean un tanto menos insultantes e inapropiadas (sólo dos de tres de esas cosas son de hecho ciertas).

Y para ella, el departir con la elite de Hopewell High (o lo más cercano que pudiera ser considerado tal) en una pizzería del centro de la ciudad era otro de esos eventos que jamás esperas que sucedan.

Y Harry no iba a desaprovechar su oportunidad... de quedar en completo silencio.

—¿Otra audición, nena? —Fareed preguntó a Charlotte, quién ocupaba su vista con la lectura de un guión.

—Tengo que empezar a considerar roles un poco más grandes y escenarios más importantes que los que ofrece el club de teatro de Hopewell —la rubia replicó—. No puedo vivir de las viejas glorias para siempre.

—Lo harás bien —Elena dijo sonriente—. ¡Nunca te rindas!

El tono de voz de aquella última chica desesperó con especial hartazgo a Harry; era demasiado optimista, sincero, no cabía duda que la vocación de animadora la tenía, pero junto a ella, Jo lucía como Sylvia Plath.

Harry pasó entonces a enfocar su atención de la pizza de tres carnes que estaba engullendo hacía el rostro de esa rubia de cabellera rizada y rostro redondo.

—Espera un momento —dijo casi atragantándose con aquellos pedazos de queso y salchicha italiana—. Te he visto antes, ¿no?

—¿A mí? —Charlotte replicó.

—Sí... no estoy segura de dónde, pero tu rostro me parece familiar.

Y Charlotte procedió a actuar del modo en que cualquier histrión lo hace en un momento en que es identificado por una persona al azar: con un ego con mayor índice de inflación que la economía argentina.

—Bueno, he estado ya en múltiples presentaciones de teatro comunitario: participé en Las Viñas de la Ira, Sin Salida, El Hombre de la Mancha y El Violinista en el Tejado, y tuve un papel secundario en un episodio de un drama policíaco.

—Así que como puedes ver Harry, no eres sólo tú —Jeremy intervino—. Más gente le ve la cara de sociopata.

—¡Prefiero llamarlo "hice una excelente interpretación"! —Charlotte exclamó.

Finalmente, la mente de Harry pudo unir los puntos y las conexiones.

—Ya me acuerdo de dónde te vi —comentó—. ¿No eras la niña a la que se le caían los calzones en medio de esa obra infantil sobre la salud mental?

Todos dejaron lo que estaban haciendo y/o comiendo, y no sólo en su mesa, sino en las aledañas. Qué va, la rubia podía sentir que de pronto hasta los cocineros y staff se silenciaron en aquel momento.

—N-no tengo idea de q-qué e-estás hablando —Charlotte contestó.

—¿Dices que te llaman "Lottie", no? ¿Como en la película de Disney?

—¿Q-qué tiene eso que ver con cualquier cosa?

—Pues deja reviso —Harry buscó en su teléfono por un viejo video en YouTube—. Creo que era este, ¿no?

Llevó su dispositivo al centro de la mesa para que todos pudieran verlo: en él, una adorable niña de rizos rubios y mejillas rosadas cantaba vestida de lo que se podía llamar muy generosamente el hada de los dientes.

—¡Oh, es adorable! —Elena exclamó al ver a aquella pequeña criatura danzando al ritmo de música a medio camino entre Peppa Pig y película de asesinatos de los 80.

¿Cómo Te Lo Digo Querida Jo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora