Capítulo 30

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Dominik

Sentado en mi celda de cemento duro y frío, era imposible saber con exactitud si era de día o de noche porque no tenía ventanas que me ayudaran a descifrarlo. Sobre mi cabeza había una luz blanca encendida todo el tiempo. Al principio me daba problemas para dormir, pero ahora ya me había acostumbrado a ella. Por supuesto, no era nada agradable, pero sabía que si no dormía me volvería loco.

A través de las gruesas paredes, no me llegaba ningún ruido, era como estar encerrado en una caja hermética al sonido. Tampoco me importaba, incluso lo prefería. Simplemente estaba acostumbrado al silencio y mis pensamientos no me atemorizaban como a otras personas.

Un niño de mi edad debería estar asustado, llorando en un rincón y suplicando por su madre para que viniera a buscarlo. Claramente, yo no era como los otros niños. Mi verdadera madre estaba muerta, igual que mi padre.

Me sentía tranquilo apoyado contra la pared con las piernas estiradas. Desde que me habían secuestrado, no había llorado jamás. Aunque me habían raptado en medio del pánico cuando hicieron volar la mansión con la detonación de tres bombas, intenté luchar tan ferozmente como me enseñó mi familia. Si iban a llevarme, lo mínimo que podía hacer era tornar su misión un poco más difícil.

Era un Gabbana, tenía que hacerle honor a mi apellido.

Incluso ahora estaba haciendo todo lo que estaba en mi poder para darles la mayor cantidad de problemas posibles. Ignoraba cuánto tiempo había pasado desde que me secuestraron, ya que me traían comida a horas aleatorias y sólo una vez al día.

Era una estrategia tan antigua como la seda, pero funcionaba. Me mantenían aletargado justamente a costa de negarme la comida. Sin comida, no tenía energía y sin ella, no podía defenderme. Tampoco debería quejarme, prefería esto a que me sedaran con calmantes, en el fondo sabía que esa también era una probabilidad mucho peor que por el momento no estaba totalmente descartada.

Dejé de contemplar la pared del frente, cerrando los ojos. Durante el último rato me había divertido realizando complicadas estrategias de ajedrez en mi mente, imaginando perfectamente el tablero, pero poco después había terminado por aburrirme. Bajé la mirada y contemplé la ropa que me habían entregado cuando llegué a este lugar, ya que la que estaba usando había quedado hecha un desastre luego de la explosión.

Se trataba de un overol negro, práctico y bastante cómodo. Debido a que la tela era delgada, era perfecto para el clima de la celda y la tela áspera proporcionaba algo de calor cuando me recostaba en el suelo. También me habían dado un par de zapatillas blancas de confección barata. Era solo un niño, pero con esos implementos sentía que usaba el traje de un preso de la cárcel.

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Ahora y siempre (ASP #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora