En medio de la lluvia (2)

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¡Y cómo no pude ver los síntomas a tiempo! O tal vez sí, como unos días antes de la tragedia:

—Papi. —Sentí el jalón de Macarena en el ruedo de mi camisa desabrochada, hace horas había llegado del trabajo y aún no me cambiaba porque dijiste que así me veía sexy.

— ¿Si mi niña hermosa de papá? —dije enredando mis dedos entre sus rulos castaños.

—Mi mami cayó de las escaleras —informó con los ojos cristalizados, supuse que debió haberse asustado.

Fui corriendo hasta bajar las escaleras donde tú estabas sentada viéndome llegar hasta ti.

— ¿Qué fue lo que pasó, mi amor? Macarena me dijo que tú te caíste, ¿te encuentras bien? —pregunté expectante.

—Sí, mi amor, no te preocupes que solo tuve un pequeño mareo y eso provocó que cayera de las escaleras pero fue ya al último escalón, no es nada. —Entonces te llevaste la mano a la frente como si verificaras alguna temperatura.

—No digas eso, sabes lo mucho que me preocupo por ti y Macarena, no quiero que les pase nada nunca —alegué acariciando tu rostro, aproveché aquello para pasar con disimulo mi mano por tu frente comprobando que sí tenías temperatura—. Si no te encuentras bien podemos ir a ver a un médico —sugerí.

—Antonio, mi amor, créeme, no es nada. —sonreíste para demostrar confianza—. Ya de seguro pasará.

—Está bien, solo porque tú lo dices, pero si te sigues sintiendo mal iremos a un médico, ¿de acuerdo?

—De acuerdo. —Aseguraste plantando un beso en mi mejilla—. Te amo, Antonio, te amo mucho.

—También te amo, a ti y a nuestra pequeña Macarena.

Eso fue solo el inicio, en la noche tuviste alguna que otra dificultad para hablar pero creí que solo era por el sueño ya que te encontrabas acostada y en ese estado no solías hacer mucho esfuerzo por seguir hablando. Y luego recuerdo aquella misma mañana cuando justo antes de ir al trabajo me confesaste que sentías como si una parte del cuerpo se te entumecía.

Los síntomas estaban allí y no lo supimos ver.