8

104 45 14
                                    

Jamás había sospechado lo difícil que sería cuidar yo solo a nuestra pequeña Macarena, existían cosas que no sabía cómo o de qué manera manejarlo, y eso hizo que te admirara aún más de lo que ya lo hacía.

Es que tú, Ana Paula... tú sola podías con todo esto que para mí parecía ser imposible.

En ocasiones me avergonzaba de mí mismo, ¿es que cómo no iba a poder con una niña de tres años?, ¡con nuestra propia hija! La respuesta era simple, te había subestimado en tantas cosas (tu gran labor como madre, por ejemplo).

Siempre dabas lo mejor por y para nosotros, ya era mi turno de devolverte todo lo que habías hecho.

Sin embargo, me costaba muchísimo no perder la cordura, cuidarla me mantenía tan exhausto, debía hacer los quehaceres de la casa, pero con Macarena correteando de aquí para allá me era algo tan irrealizable.

No entiendo cómo tu lograbas hacer tantas cosas sin terminar desesperada al terminar el día, y aún así, tener tiempo para brindarme todo tu amor incondicionalmente.

¡Maldición, Ana Paula! No sabes lo mucho que necesitaba de ese amor tuyo o que me dijeras que todo estaría bien, así tuvieras que mentirme.

En medio de la lluvia (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora