Capítulo 4: ¿Un tren?

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24 de octubre de 1889

De nuevo, el sol pegaba con fuerza a la cabaña del lago Tahoe. La nieve no había desaparecido, y todavía llegaba hasta la mitad de la pierna. El lago seguía congelado, y varios conejos corrían por el hielo, de un lado al otro, acompañados por el silbido de diferentes aves. En el porche, Matthew y Jay se encontraban sentados fumando mirando a lo lejos, al blanco y limpio paisaje de naturaleza.

-Ayer cuando veníamos hacia aquí recordé tu casa-empezó el líder.

-Qué suerte...a veces me cuesta tanto recordad aquella época que prefiero no seguir pensando-contestó Jay Perkins.

-Ya han pasado más de tres décadas. No sé cómo nos hemos soportado estando todos los días juntos-reía Matthew Berrycloth, mientras su amigo acompañaba su risa.

-Elizabeth...de eso sí que me acuerdo. Cuando yo era pequeño era un pueblo precioso, lleno de vida. Hasta que llegó esa puta plaga...¿cómo era?

-La cólera-le ayudó Matthew.

-La cólera, sí. Vi cómo moría mucha gente, incluyendo amigos de infancia. Hasta que aparecisteis tú y Arthur disparando a cualquiera y me llevasteis con vosotros-volvió a reír el viejo. Matthew, mirándolo, sonrió y apoyó la mano en la herida, preocupado.

-¿Cómo ves el asunto Jay?-le preguntó sobre su herida.

-Pinta mal, Matthew, pinta mal. Cómo ves la herida está rodeado de piel negra, piel infectada. Eso dificulta mucho la mejora. Llevas cinco días. La media de sobrevivir a esa herida son 3 días. No sé de qué cojones estás echo. Luego te limpiaré la herida e intentaré extraer esa piel negra-explicó.

John salió de la cabaña.

-Matthew, deberíamos de pensar en algún plan. No hay tiempo que perder.

Al rededor de la gran mesa de madera, John, Arthur, Matthew, Jay y Ed estaban sentados con intención de planear algo para recuperar a su gente.

-Señores. Hay que pensar algo para traer de vuelta a los que faltan. La policía nos busca por todo el país, deberíamos de marcharnos lo antes posible-dijo Arthur.

-Parece ser que de cuatro miembros desaparecidos hemos pasado a dos grupos. Van en pareja. Eso facilita la búsqueda. Propongo separarnos, Arthur irá con Ed. John con Jay-ordenó el líder dolorido.

Arthur miró a su íntimo amigo John y le reflejo la rabia con una mirada. John sabía perfectamente que Arthur no quería tener a Ed Gray a su lado, menos, en una misión. 

-Hay una ciudad al norte, Carson City. La capital de Nevada. Aunque no encontremos a nadie de la banda, allí podremos conseguir dinero...ya me entendéis-explicó Jay.

-Que vayamos a robar unas cuantas cosas, ¿no?-preguntó Ed con sarcasmo.

-Cómo bien ha dicho Arthur, necesitamos salir del país. Borrarnos del mapa. Y para eso, necesitamos mucho dinero. Pero ahora la misión se centra en buscar a nuestros compañeros, ¿entendido?-dijo Matthew.

Los vaqueros se levantaron de la mesa mientras la Sra. Washington tomaba el té sentada junto al fuego. Arthur y Ed salieron de la cabaña.

-¡Los cowboys Arthur Monroe y Ed Gray vuelven a montar juntos!-rió Ed mientras acompañaba a su compañero Arthur a por los caballos. De pronto, los dos se pararon de inmediato.

-Buenos días, caballeros. Ni se os ocurra sacar un arma, tengo a veinte agentes escondidos detrás de mi. ¿Puedo ver al Sr. Berrycloth?-preguntó un señor.

Ed y Arthur, perplejos, sabían perfectamente que estaban en frente de un comisario, o un agente especial del estado, ya que la ropa que vestía era de clase alta, y en su pecho colgaba la estrella de la policía. Además, llevaba dos grandes revólveres en su cintura.

-Sr. Monroe y Sr. Gray, ¿me equivoco?-dijo el señor.

-Ed, ve a avisar a Matthew. Que venga ya-le ordenó Arthur.

No se escuchaba nada en ese momento. Solo los pasos de Ed Gray alejándose en la nieve y la respiración inquieta de Arthur, mientras el señor apoyaba sus manos cubiertas de negros guantes en sus pistolas.

-No entiendo por qué os seguís escondiendo. Tarde o temprano os encontraréis metidos en una celda, con los días contados para tener una conversación con la horca.

-No sé de qué estás hablando. No somos culpables de nada-le respondió Arthur.

-Bienvenido a nuestra humilde morada señor. ¿Con quien tengo el gusto de hablar?-dijo Matthew acercándose tras Arthur.

-Detective O'Connor. De la agencia de detectives del estado. El compañero que viene por detrás es el agente Bill Willson, jefe de policía del estado.

-Os advierto que os encontráis en una situación de máxima alerta. Hay carteles con vuestra cara por todo el país. La banda Berrycloth... nunca pensé que los tuviera delante-rió el agente Willson.

-¿A qué habéis venido?-preguntó el líder de la banda seriamente.

-Sr. Berrycloth, tenemos un trato que ofrecerle. Si usted nos acompaña a la comisaría de San Francisco olvidaremos las caras de estos pobres desgraciados. No creo que su filosofía le deje condenar a esta gente-dijo el detective.

-Nadie va a acompañaros a ninguna comisaría, señor. No aceptamos el trato. Deberán de trabajar más duro para atraparnos, no somos las ratas que pensáis que somos. Somos humanos, libres, gente que lo ha dejado todo para buscar la libertad. Muchas gracias por la visita, señores-dijo Annabelle Washington, que se encontraba detrás de Arthur y Matthew con los demás.

-Está bien. Hemos intentado solucionar este problema por las buenas maneras, pero veo que no veis el peligro de enfrentarse contra el estado. No volveremos con tratos de buena gente, volveremos con armas, señoras y señores. Entregaros, no me apetece llevar vuestros cadáveres metidos en un carro-dijo el Detective O'Connor, alejándose junto al agente Bill Willson, y los demás agentes.

-¿Cómo cojones han sabido que estábamos aquí?-preguntó John en voz alta.

-Es imposible. Pero tenemos que salir de aqui inmediatamente, y encontrar un nuevo lugar donde escondernos. ¡Sra. Washington, recoja todo, nos marchamos!-ordenó Matthew Berrycloth mientras cada uno se dirigía a por sus cosas-Ed y Arthur, id a la estación de tren de Tahoe.

Arthur, preocupado, se acercó al líder.

-Matthew, qué cojones estás diciendo. ¿Para qué quieres que vayamos a Tahoe?

-Pasé por allí antes de encontrarnos vaquerito, tienen una caja fuerte con varios miles de dolares. Justo lo que necesitamos para empezar una vida en Carson City, y buscar a nuestros amigos-le explicó Ed Gray por detrás.

-Matthew. Acabas de ver a los dos putos jefes de policía del estado en tu cara, ¿pretendes robar una estación de tren?-se quejaba al líder.

-Arthur necesito que confíes en mí, joder. Con ese dinero, podríamos mover muchos hilos en Carson City.

Tras recoger todo, la banda de Berrycloth empezó a moverse. Jay Perkins y Annabelle Washington conducían un carro, donde Matthew descansaba, y los demás, montaban a caballo. 

-Vamos vaquerito, el camino hacia la estación está por aquí-le dijo Ed a Arthur, desviándose del camino principal y abandonando la banda. 

-Arthur, tened cuidado por dios-le dijo el viejo Jay antes de perderle de vista.

Tuvieron un camino silencioso hasta llegar a una colina donde se veía perfectamente la estación de tren de Tahoe, cubierto de nieve, a lo lejos. Los dos cowboys, firmes, se encontraban quietos visualizando la estación.

-No habrá mucha gente. Pocos ciudadanos y un agente de seguridad, como mucho. ¿Cómo lo quieres hacer?-le preguntó Ed.

-Vaya, el bandido Ed Gray preguntando como robar. Irónico, ¿verdad? Pensaba que irías directamente disparando a bocajarro a la gente y encontrando la llave de la caja fuerte en la ropa de los cadáveres.

-Vaquerito, al estar con el auténtico Arthur Monroe al lado, prefiero escuchar tus ideas-le respondió Ed.


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⏰ Last updated: Mar 24, 2020 ⏰

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