| cuatro |

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De camino a mi casa, estuve pensando mientras escuchaba con mis audífonos una canción , me había olvidado mi bicicleta en el colegio y ya era algo tarde. Pasé por el parque Sanfrencis, muchos niños con sus mamas y algunos que correteaban felices entre sí, cerca de ahí me di cuenta que se encontraba un grupo de chicos, algo de mi edad pero no los reconocí.

Pude escuchar que uno apoyado cerca de un gran árbol de sauce, estaba diciendo que hoy irían a la casa de Gregori Ferrer y llevarían pintura.
Luego vi a otro chico mucho más alto agarrando su mochila amarilla con una sola mano, con una tes un poco bronceada que decía que de su casa traería spray y algunas sogas.
En ese momento me percató que hay una voz que es la que escuché esta mañana.
—Necesito que mi padre no se dé cuenta que llevare su auto está noche, y a ustedes les vale estar temprano para recogerlos, ¿Entendieron?
No era nada más ni más a menos que Pascal Malldu.
El se da cuenta gracias a al chico más bajo y gordo, que me vio y percató mi presencia; voltio y sólo comenzó a reírse y acercarse hacia donde estaba.

¡Mira nada más a quien tenemos!
— ¿A quién? —Preguntó el alto que tenía facha de que hubiera estado en el sol por el bronceado que llevaba.
—¿Quién es ella?, ¿Acaso la conoces Malldu?
—Sólo es una chica asustadiza, que se la pasa todo el día con sus libros. Respondió Malldu para ellos, ignorando mi presencia y dándome la espalda.
—Yo..., no se por que estoy aquí. Estaba yendo a .... —mi voz parecía temblar y sentía mi temperatura corporal bajar, miedo, era eso, pero no lo entendía por qué —Lo siento ya me voy, discúlpenme— Pude percibir que esos ojos verdes me intimidaban y me daban miedo como si ya sabía que tipo de miedo sentía pero no lograba descifrarlo y rebuscar en mi memoria no sirvió.
—¿¡Qué!, quieres que te acompañamos a caso?— Dijo el gordo chico tratando de acomodar su cabello rojizo.
Ya todos muy cerca de mi, no me había percatado que me tenían contra un árbol de roble
— Porque no pones tus narices en tus horribles libros niña— Mascullo Malldu casi cerca de mi oído, haciendo que me estremeciera del miedo.
No era miedo era pavor a esos ojos grises.
—Lárgate—prosiguió—Y es mejor que te quedes callada, sea lo que hayas escuchados entendido.
Mascullo cerca de mi rostro.
Yo sólo traté de escapar de los tres, y salir de donde me tenían radiada, casi como corriendo, huyendo de ahí.
Sólo pude escuchar una vez más esas rizas tan profundas y maliciosas que tenían esos tres.
Luego de a ver pasado corriendo por casi un cuarto de hora,  baje la velocidad  tratando de recomponer mi compostura y mi respiración. Cuando ya pude escuchar risitas más tiernas y alegres de niños, ver chicos con bicicletas, y  como los perros jugaban o eran paseados por sus dueños.
En mi mente vino lo que había dicho Malldu.  « Y es mejor que te quedes callada, sea lo que hayas escuchados entendido. »
Lo que pretendían hacer no habría de ser nada bueno, absolutamente nada.
Pero era mejor que me olvide de esos penetrantes ojos grises.
Ya cuando por fin  pude recuperar el aliento  nuevamente del todo, fui directo a mi casa sólo mirando mis pies como avanzaban por las veredas de Conner sin parar en dirección hacia mi casa. En donde seguro estaría rodeada de mi madre y más a salvo de lo que tramaban esos ojos grises y sus secuaces.
Subí los tres escalones que daban a la puerta de entrada de mi casa y saqué la llave que tenía grabado un corazón pequeño dentro de mi mochila.
Como no veo a nadie, voy directo a las escaleras para subirlas y llegar a mi cuarto.
Aviento mi mochila en la silla que tengo a un lado de mi escritorio y me cambió lo más rápido para ir a almorzar y empezar a leer.
Cuando logró ir a la cocina por un delicioso almuerzo, algo aún en mi memoria me tiene incómoda.
Suena el timbre de mi casa y hace que me sobresalto y me olvide de mis pensamientos.
—Espere ahí voy, no tardo. —Me acerco a la puerta y la abro y en par entran mis amigos.
—Pero que huele tan bien, acaso es lo que creo. —Pregunto Alex
—Hola amiga, al parecer almorzaras recién por lo que huelo. Me saludó Cloe sin antes olfatear y acercándose más hacia la cocina. —Que agradable huele eso Amanda.
Pensé que Amanda no se encontraba pero al parecer había salido al jardín a sacar unas especies del huerto de mi mamá.
—Sí, hoy comeremos lasaña y un poco de pasta con albóndigas, quieren comer ya casi estará listo jovencitos.
Amanda lo que se le daba bien era la cocina. Era todo un arte lo que preparaba. Si te daba un poco de arroz con huevos revueltos era ya de por si una delicia. (Aunque te diere piedras con un poco de NaCl)
Mi mamá se acercaba a la cocina entró por la puerta que daba al jardín y llevaba un sombrero ancho y muy amplio con sus guantes y una caja de abono natural que nosotros mismos asíamos y lo dejo a un lado para saludarnos.
—¿Cariño hace cuanto que llegaste?
—Sólo un par de minutos. — amplíe un poco mi sonrisa.
—Hola hermosos, ¿Cómo están? —Mi mamá dirigía su saludo a Alex y Cloe muy contenta.
Cloe que estaba llevándose un albóndiga  a la boca, la cerro rápidamente y luego la abrió por que al parecer estaba aún caliente para su paladar.
—Espero que no seamos molestias —Replicó Alex, que estaba ayudando a Amanda a llevar la fuente de ensalada a la mesa más pequeña que estaba en la cocina. Que por lo general era donde a menudo comíamos ya que el comedor lo reservamos cuando mi mamá tiene reuniones importantes o recordamos el fallecimiento de mi padre y vienen sus amigos de la familia y algunos que otros parientes cerca.
—Para nada Alex, ya les eh dicho que ustedes son como mis hijos y son bienvenidos siempre que gusten, me hacen gran compañía, a Amanda y a Mel. —Mi mamá se sacaba los guantes y sombrero para dirigirse al lavado de la cocina y ayudarle a Amanda.
Yo me fui a sacar unos vasos y cubiertos para poder comer.
Bueno creo que será la cena, ya son las 4:00  apresurémonos a comer todo. —Dijo Amanda acercando unos panes recién ordenados.
Mi mamá se sentó al inicio de la mesa y yo me senté al lado de Cloe y frente a nosotras Alex y Amanda.
Así ya alrededor de las 5:15 terminamos de comer y hablar un poco con Amanda y mi madre.

—Será mejor que ya nos vallamos lleno Mel. —Una vez más estuvo delicioso volvió a decir Alex.
—Amanda amo tu comida —Dijo Cloe separándose de la mesa y recogiendo su plato.
—Mamá hoy saldré con Cloe y Alex. Pero es muy tarde mejor será otro día.
—Espera un momento jovencita, tu salir, debe de ser algo importante déjame pensar. Tu cumpleaños no, eso es en Octubre. Cumpleaños de Cloe—mamá negó con la cabeza. No pude ser ese fue en Enero y el de Alex será en Septiembre.
Mi mamá se quedo pensativa y luego agrego:
Ay como lo había olvidado, su salida  que hacen cuando es su primer día de clases. Tan conmovedor recuerdo cuando tenían 9 y Alex estuvo recuperándose de la varicela. Igual salieron al jardín y al día siguiente los tres estuvieron con varicela. Que lindos y tiernos eran.
—Ni hablar Mel, debes ir y divertirte un poco no te hará mal.
Yo ya estaba levantándome y iría para terminar de lavar mi plato.
—Mel deja yo lo hago, vallan, vallan.
Gracias había dicho Alex, y Cloe me empujó hacia la puerta para salir.
Le pude decir a Amanda—Estuvo riquísimo como siempre, gracias Amanda, hasta luego mamá.
—No olvides tus llaves —me dijo mamá, tomando su te ya acomodada al ladito de Amanda la cual tenía una sonrisa y en la mano llevaba otra taza de te para ella.
—Seguro, aquí lo tengo mamá.

No hay OPCIÓN (Romance Juvenil)Where stories live. Discover now