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Simon.

El primer día fue, dentro de todo, mejor de lo que imaginé.

Baz y yo no peleamos ayer, lo cierto es que ni si quiera nos hablamos. Cada uno pasó el día en su respectivo escritorio, estudiando para el examen de palabras mágicas.

Fue aburridísimo, pero pude soportarlo.

Hoy sin embargo, me siento demasiado abrumado para estudiar o hacer tareas. Normalmente, saldría un rato a caminar, pero estando así...

Entonces recuerdo algo que recuperé hace poco y tengo escondido aquí dentro del cuarto. Con cautela, tratando de no llamar la atención de Baz, lo saco de la parte mas profunda del cajón de mi escritorio.

Pronto, mi mano se topa con el objeto redondo y suave, no puedo evitar sonreír. Mi vieja y adorada pelotita roja. La encontré de nuevo hace poco, fue una alegría hacerlo. Ya no estoy tan unido a ella como solía, pero es bueno saber dónde está. La saco, a escondidas, y me voy para mi cama.

—¿Qué tienes allí, Snow?—dice Baz, desde su escritorio, mirándome.

Mi sobresalto y el hecho de llevarme las manos al pecho me hace ver más culpable. Él se levanta y se acerca más.

—Nada que te importe, Pitch.

¿Estoy exagerando? Quizá, pero estoy algo aburrido y de verdad, temo que vuelva a lanzar lejos mi pelota. Él sólo levanta una ceja.

—¿Es un teléfono? Jamás te creí capaz de romper las reglas de tú querido Hechicero.

Por hacer algo, levantó la mano con la pelota a la vez que le sacó el dedo medio. Baz me mira sorprendido. Diría que incluso algo confundido.

—Mira quien habla, tú también tienes uno.—Digo, recuperando mi confianza.—Te he visto cuando lo usas debajo de las sábanas.

Eso lo hace sonrojarse muy levemente. (Supongo que se alimentó antes de que nos encerraran.) Ya no me dice nada, sonrío y me pongo a jugar.

Después de unos cuantos rebotes, sintiéndome superior, le digo.

—No diré nada de tú celular ilegal si tú no me dices nada por la pelota.

Más silencio, sigo jugando.

—Esta bien, pero al menos déjame silenciarla. Si no, vas a volverme loco

Siento su magia, ardiente, rozar la palma de mi mano.

—Esta bien, Baz.

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¡Hola!

¿Qué tal van con su festival de tareas? Pues... aquí otro cap. No sé que tal va esto.


Ciao!





Odio y amor en los tiempos del Coronavirus Where stories live. Discover now