-¡Acepta tu realidad! ¡Tu nunca podrás tener a un ídol de novio!- me gritaba una compañera de clases, haciendo que todos los de mi salón y hasta incluso mi profesora de turno se riera de mi.
-¡No es cierto!- exclame provocando que todos dejarán de...
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Pov Lucy:
Nos encontrabamos en el departamento, sentadas en el piso rodeando la mesita de centro que tenían en la sala.
Buscabamos ideas para la presentación que hariamos. Tenía que ser algo grande, que dejaran a los demas en shock.
¿Pero que?
—¿Alguna tiene idea de lo que haremos?— pregunté, mirando hacia Levy, Juvia y Lissana.
Tal y como lo supuse... ninguna tenía nada en mente. Solté un suspiro de cansancio, dejandome recostar en la suave alfombra que estaba en el medio de los sofás.
Mi cabeza iba a explotar. Apenas regresamos de la escuela, preparamos una pequeña botana de frutas picadas y lo pusimos en un cuenco, eso fue nuestro almuerzo.
Creo que habia pasado algo de... ¿Tres? ¿Cuatro? Horas pensando en lo que haríamos. No queríamos decepcionar al taller de arte.
—Si hacemos algo de... de... eso de talentos— propuso Lissana.
—¿Talentos? ¿Tenemos algún talento?— cuestionó Levy con condición.
—Yo puedo doblarme el dedo hacia la direccion contraria, ¿Eso es un talento?— mencionó Juvia, atrayendo nuestra atención.
—¡¿Puedes doblarte el dedo?!— preguntamos todas. Juvia asintio y pasó a hacernos una demostración.
Con ayuda de su otra mano jaló para atras su dedo medio, doblandolo a la dirección contraria que cualquier simple mortal podía.
—Wow...— balbuceamos asombradas por el dedo raro de Juvia.
—Aunque es increble y algo no tan común, eso no es un talento... es una habilidad. No es como si le fueramos a decir al publico "Con ustedes... ¡El dedo mágico de Juvia!"— comenté, entonando el mismo ánimo que tenia un presentador.
—Pero la idea no es del todo mala...— murmuró Levy, pensantiva.
—¿Quieres decir que presentaremos a mi dedo?— comentó con extrañesa mi amiga del dedo flexible.
—No, me refiero a que...
—¡Llegamos! ¿Hay alguien aqui?— esa era la voz de Erza.
—Creo que aún no llegan. Es extraño, van a ser las cinco— y esa era la dulce voz de Mirajane.
—¿Será que algo les habrá pasado?— comentó Yukino.
¿Enserio eramos tan bajitas que no nos vean desde la entrada?
Levanté el brazo, esperando a que nos vieran
—¡Ah! ¡Hay una mano allí!— gritó Yukino, bueno... creo que no fue buena idea. Imagínense llegar a tu casa y encontrarte una mano en el aire, si crees que estas solo.
