1-Nadie es perfecto (4ª parte)

En başından başla
                                    

Nadie esbozó una sonrisa y se levantó. Zero se sobresaltó y regresó de nuevo a la habitación justo en el momento que el leónida le besaba. La silla se balanceó peligrosamente y Zero tuvo que agarrarse para mantener el equilibrio. Nadie le acompañó al suelo e hizo que se tumbara.

—Has gritado tan alto —susurró—, que todavía me silban los oídos.

Zero no entendía qué le estaba diciendo su amante y no pudo preguntar. Apenas podía articular dos palabras seguidas y el hilo de sus pensamientos se enredaba bajo la influencia de la lengua inquieta y juguetona que recorría su torso y amenazaba con llegar más abajo y perderse tras la frontera de sus pantalones.

Acertó a mover las manos y ayudó a su amante a despojarse de su camisa.

—No habrá más disparos, ¿verdad? —Zero acompañó sus palabras con una risa ligera—. Si nos interrumpen otra vez explotaré.

—Ya lo veo —se burló Nadie palpando la tirantez de sus pantalones. Zero enrojeció hasta las orejas pero su vergüenza quedó relegada a un oscuro rincón de su interior cuando la prenda fue liberada—. Será mejor canalizar toda esta energía.

Él se rio pero su risa se transformó en un jadeo entrecortado cuando Nadie puso en práctica sus palabras y canalizó la energía de Zero hacia el interior de su garganta. Zero intentó aguantar pero lo que había dicho hacía un momento de que estaba a punto de explotar era muy cercano a la verdad y si el simple roce de los dedos de Nadie había hecho que se estremeciera, el sentir la húmeda cavidad del interior de su boca derribó sus endeble autocontrol en apenas unos instantes.

—L-lo siento —se disculpó avergonzado de su poco aguante.

—¿Por qué? —Nadie no parecía enfadado—. Solo deberías sentirlo si eso significara que ya hemos terminado. ¿Hemos terminado, Zero? —Él se apresuró a negar con la cabeza y Nadie sonrió. Le besó en la boca y de nuevo, ese regusto extraño llenó su  boca y le excitó aún más, si eso fuera posible. Nadie se estiró en el suelo e indicó a Zero que se pusiera encima de él—. Con cuidado —le advirtió.

Zero tragó saliva pero asintió con la cabeza. Estaba nervioso. «¿Has dejado de estarlo en algún momento?». Tomó aire e intentó relajarse, pero era más complicado de lo que parecía.

—Tranquilo —susurró Nadie y su voz de terciopelo le puso la piel de gallina. Pero eso no le tranquilizó. Lejos de relajarse su cuerpo se tensó como la cuerda de un violín—. Te vas a hacer daño —le dijo su amante. Pero Zero no quería darse por vencido. No tenía que ser tan difícil. No podía decepcionarlo otra vez.

—Puedo... hacerlo —dijo mordiéndose el labio inferior. Quería hacerlo, de verdad. Quería devolver a Nadie una pequeña parte de lo que había hecho por él, pero el dolor empezaba a ser difícil de soportar.

Nadie frunció el ceño y se incorporó apartándole a un lado. La espalda de Zero golpeó el suelo y, al abrir los ojos, se encontró con el rostro del leónida a un par de centímetros del suyo. Sus ojos tenían un brillo que él interpretó como rabia. ¿Estaba enojado?

—L-lo siento —empezó a disculparse de nuevo desviando la mirada. Se sentía tan inútil...

—¿Te has hecho daño?—preguntó. Zeró negó con la cabeza—. No me mientas, he visto tu rostro. Ya te lo he dicho: no quiero hacerte daño. Soy yo quién debería sentirlo, te he pedido demasiado.

—Yo... pensé que ahora sería más fácil —dijo, encogiéndose de hombros—. Aprendo rápido, o eso quiero creer, pero no lo suficiente.

—Eres impaciente, algunas cosas llevan su tiempo. Empecemos de nuevo —sugirió—. Sin prisas, sin impaciencias... Sin olvidar que todavía estás aprendiendo y sin descuidar enseñarte. Y lo primero que tienes que hacer —dijo empujándole con un dedo hasta que tocó el suelo— es aprender a relajarte.

Nadie es perfectoHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin