49. Pozos de té y garras de hipogrifo. (Parte 2)

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Acababa de poner el dedo en la llaga. Hermione golpeó la mesa con el libro con tanta fuerza que salpica carne y zanahoria por todos lados.

— Si ser buena en Adivinación significa que tengo que hacer como que veo augurios de muerte en los posos del té, no estoy segura de que vaya a seguir estudiando mucho tiempo esa asignatura. Esa clase fue una porquería comparada con la de Aritmancia.

- Discúlpame por eso - le dice él a su novia.

- Ya está en el pasado Ron.

- Son parecidas sus discusiones en el futuro, pero no duran demasiado enojados - agrega Rose.

- La mayoría son así - comenta Teddy.

Agarró la mochila y se fue sin despedirse. Ron la siguió con la vista, frunciendo el entrecejo.

— Pero ¿de qué habla? ¡Todavía no ha asistido a ninguna clase de Aritmancia!

Me encantaba salir del castillo después del almuerzo. La lluvia del día anterior había terminado; el cielo era de un gris pálido, y la hierba estaba mullida y húmeda bajo nuestros pies cuando nos pusimos en camino hacia nuestra primera clase de Cuidado de Criaturas Mágicas.

Ron y Hermione no se dirigían la palabra. Con Harry caminamos a su lado, en silencio, mientras descendiamos por el césped hacia la cabaña de Hagrid, en el límite del bosque prohibido. Sólo cuando vimos adelante tres espaldas que nos resultaban muy familiares, nos dimos cuenta de que debemos de compartir aquellas clases con los de Slytherin.

- Es ese... - dice Draco para mirarme primero a mí y luego a su hijo.

- Dragón, déjalo ahí, sé lo que te digo - le comento con calma.

- Voy a tomarlo con calma papá - le avisa Scorp.

- Padrino, eres un hombre, no importa lo que hayas hecho porque solo te ayudo a mejorar - le dice Al.

- Eres muy parecido a tu madre - le dice Draco - Pero sigo lamentando lo que he tenido que hacer.

Malfoy dice algo animadamente a Crabbe y Goyle, que se reían a carcajadas. Con Harry creemos saber de qué hablaban.

Hagrid aguardo a sus alumnos en la puerta de la cabaña. Estaba impaciente por empezar; cubierto con su abrigo de ratina, y con Fang, el perro jabalinero, a sus pies.

—¡Vamos, dense prisa! — gritó a medida que se aproximaban sus alumnos — ¡Hoy tengo algo especial para ustedes! ¡Una gran lección! ¿Ya está todo el mundo? ¡Bien, seguidme!

Durante un desagradable instante, tememos que Hagrid nos conduzca al bosque; con Harry hemos vivido en aquel lugar experiencias tan desagradables que nunca podríamos olvidarlas. Sin embargo, Hagrid anda por el límite de los árboles y cinco minutos después nos hallamos ante un prado donde no había nada.

—¡Acérquense todos a la cerca! — gritó — Asegurense de que tenga buena visión. Lo primero que tienen que hacer es abrir los libros...

—¿De qué modo? — dijo la voz fría y arrastrada de Draco.

—¿Qué? — dijo Hagrid.

—¿De qué modo abrimos los libros? — repitió Malfoy. Sacó su ejemplar de El monstruoso libro de los monstruos, que había atado con una cuerda.

Otros lo imitaron. Unos, como Harry, habían atado el libro con un cinturón; otros lo habían metido muy apretado en la mochila o lo habían sujetado con pinzas.

—¿Nadie ha sido capaz de abrir el libro? — preguntó Hagrid decepcionado.

La clase entera negó con la cabeza.

Leyendo: "Harry Potter, una historia diferente"Where stories live. Discover now