amenazas

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james estaba en lo cierto, había muchos menos guardias de lo usual, pero aún así eran los suficientes para hacer de esta misión una maldita complicación.

el edificio era justo como lo recordaba, sólo que ahora una hilera de tipos estaba parada al frente. algunos conversando con los otros, otros leyendo el diario o hasta algunos sentados en la acera de calle mandando mensajes de texto. sólo había que prestar atención para notar un bulto bajo sus ropas o el brillo metálico de un cañón atrapado instantáneamente por la luz.

respiré hondo y esperé a la primer señal.

 nada. por unos segundos sólo se oían los pasos pesados de los hombres en la calle y pensé que algo había pasado, quizá habían atrapado a roth o disparado a james.

no, si lo hubieran disparado lo hubiera oído. tenía que dejar de asustarme a mí misma con tantas imposibilidades. cerré los ojos y tomé un profundo respiro, me concentré en mis alrededores; en la gravilla bajo mis manos y pies, en la pared de ladrillos gastados tras la que me ocultaba, en cada diminuto sonido.

entonces lo sentí, un aroma fétido que conocía bien.

me apresuré a taparme la nariz y la boca con la manga de mi sudadera y observé desde detrás de un edificio cercano cómo los hombres iban callendo uno por uno como piezas de dominó. segundos después una figura se movió entre el humo y comprobé con alivio que se trataba de james, haaciendose su camino entre los guardias caídos, deteniéndose sólo en el cuerpo del que hace unos segundos se encontraba mandando mensajes de texto. 

aún escondida del otro lado de la calle pude notar su sonrisa maliciosa al apretar teclas en el celular y eso confirmó todas mis sospechas, el plan estaba continuando como lo previsto. james corrió a esconderse detrás de la pared lateral del edificio y apretó un botón en el teléfono que si seguía los pasos, tendría que ser el botón de enviar.

el mensaje de ayuda alertó a todos los guardias, que no tardaron mucho en salir abruptamente por las puertas principales. se trataba de bastantes, mas o menos unos veinte guardias. seguramente había docenas más en el interior, porque dudaba de que fueran tan tontos de enviar la mitad de ellos. 

los hombres se quedaron allí, armas en mano, observado con perplejidad los cuerpos caídos de sus compañeros. james, aún escondido, sacó un cilindro metálico del bolsillo y lo rodó en dirección a los hombres, que lo miraron confundidos por una milésima de segund antes de que liberara su contenido y los desmayara al igual que a sus compañeros. 

james me buscó con la mirada desde el otro lado de la calle, y al encontrarme ambos asentimos con la cabeza y abandonando nuestros escondites, salimos con arma en mano y entramos al edificio. 

en la recepción, una par de mujeres nos observaban temblorosas desde el recibidor. me bastó con un solo movimiento de la cabeza en dirección a la puerta para ellas entiendieran lo que quería decir, y abandonaron la estancia sin dudas. 

otros guardias nos esperaban adentro, pero no se trataba de tantos, apenas unos cinco. parecía que no creían que superaríamos a esa masa de hombres en la entrada. 

james y yo nos colocamos espalda con espalda, trabajando al unísono como nunca habíamos aprendido a hacer antes, y comenzamos a disparar. sacamos otra arma de nuestros bolsillos y con un arma en cada mano disparamos a piernas y brazos hasta que los guardias doloridos en el piso no eran más que incompetentes. entre el caos, una figura oscura y sigilosa se deslizó entre las puertas y a través de las paredes, desapareciendo por los corredores internos. le dirigí una mirada a james, quien asintó en aprobación y seguí a la figura a través de los corredores, dejando a james vigilando las puertas para asegurarse de que nadie entrara ni saliera.

Asesina fuera de serie 2: inerciaWhere stories live. Discover now