Capítulo Siete

453 73 70
                                    

Si te gusta lo que lees no olvides votar, gracias girasol.

Cerré los ojos ante su toque

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Cerré los ojos ante su toque. Podría parecer ridícula por hacerlo pero poco me importaba parecerlo a estas alturas de mi vida.

Cuando Aarón acercó su mano para tocar mi cabello, no pensé que sería para acomodar un rebelde mechón azul detrás de mi oreja. Cerré los ojos al sentir su cálido tacto tan contrario al frío de la noche que estaba calando mis huesos.

Su caricia fue suave y sentirlo satisfactorio, pero así tan pronto como vino se fue. Abrí los ojos cuando su mano cayó y se alejó de mí llevándose consigo su agradable aroma. Me regañé mentalmente por permitirme cerrar los ojos, quizás él se hizo una idea equivocada. ¿Realmente mi cabello le parecía bonito o lo dijo por cortesía? Mamá lo odiaba y mis hermanos lo insultaban todo el tiempo. Jamás alguien me había halagado tanto en tan poco tiempo.

Sí, nadie me había halagado jamás.

—¿vienes o no?

Su voz me sacó del trance y me sorprendí porque pese a la situación no se había ido. Tomé el casco que me estaba extendiendo y me acerqué a su moto dudosa. Era azul, igual como su teclado, demasiado glamourosa. Tal parece que de verdad el azul era su color favorito.

No era la primera vez que montaría una moto, pero si la segunda y esa es aún más terrorífica. De todas formas era esto o ser expuesta a un secuestro. No confiaba nada en dichas aplicaciones modernas, no desde que una vez un conductor de uber quiso propasarse conmigo.

Miré la moto y luego miré a Aarón avergonzada. Era demasiado baja para subir y él lo notó. ¿Acaso vi una leve sonrisa? Quizás sólo lo imaginé y ni siquiera había ingerido una gota de alcohol desde hace dos días. Dos días era mucho tiempo.

—¿Qué haces? —pregunté cuando lo vi apoyar una rodilla en el piso y la otra pierna flectarla frente a mí.

—Sube —dijo sin chistar. —Apóyate en mi pierna.

Quise reír, pero su rostro no demostraba ni una pizca de diversión. Tampoco demostraba enojo o fastidio. Era increíble su capacidad de ocultar sus emociones. Entonces apoyé mis converse negras en su pantalón oscuro y logré subir. Él subió rápidamente después y puso la moto en marcha.

Sentí calor en mis mejillas cuando miró hacia atrás y abrochó el casco por mí, pero más cuando me obligó a abrazarlo por la espalda.

—Si te sueltas, tú sufrirás las consecuencias. —soltó antes de arrancar.

Me aferré a él con fuerza cuando la velocidad era demasiada para asmilarla. Realmente sentí miedo y parece que lo notó, porque bajó la velocidad y pude aflojar el agarre.

—¿dónde es? —preguntó. El viento golpeaba levemente su rostro, su nariz estaba roja y sus labios levemente hinchados.

Ah, que estúpida. Y yo pensando que bajó la velocidad por mí. Era obvio que no lo haría, esto no es una maldita historia cliché de wattpad.

Aaron Beckett ©| Completa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora