♛ T R E I N T A Y N U E V E ✏

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—Tengo un mal presentimiento —confesó, con voz queda—. No sé, Isa, algo me dice que las cosas están mal... Pero yo lo sabría, ¿cierto? Si algo malo pasara Andy me contaría, ¿verdad? O Martina.

—Sí, exacto. La gente no oculta que las cosas salgan mal, no te preocupes más.

Elías hizo una pausa silenciosa, asintiendo y asimilando mis palabras. Luego me miró de soslayo con media sonrisa amable.

—¿Y tú y Andy? ¿arreglaron todo por lo de la cita fallida?

Chasqueé la lengua y arrugué la frente, tuve ganas de reírme, pero de lástima por mí misma por el episodio de la noche anterior.

—Pues... digamos que la cagué otra vez.

—Ay, Dios, ¿le vomitaste el auto?

—No. —Resoplé antes de continuar—. Elías, Andy ya sabe que yo era el crayón.

Su sorpresa fue grande, se vio reflejada en la apertura exagerada de sus ojos y la exclamación ahogada, así que al menos me sentí bien de no ser la única pasmada al respecto.

—¿Qué? ¿cómo lo supo? ¿hace cuánto lo sabe? ¿o sea que Alicia sabe que yo era el cuaderno?

—Lo que te diga son suposiciones... porque... pues... cuando lo supe entré en pánico y...

—Ay, Isa, ¿cuándo vas a cambiar? —Me interrumpió, negando efusivamente con la cabeza—. ¿Qué hiciste?

Me mordí el labio inferior y me salieron puros balbuceos apenados:

—Digamos que lo grité un poquito... y luego creí que me tenía encerrada en el auto y grité más porque eso era una emboscada. Después le dije que era un ser cruel por querer acusarme... y finalmente salí corriendo.

—¿Dijo que te quería acusar?

—No, pero...

—Pero te armaste películas en la cabeza —completó. Asentí—. Vamos, ¿en serio crees que en este punto él te quiera acusar de algo?

—No...

—¿Entonces?

—¡Entré en pánico! —expliqué—. No supe qué más decir, qué más hacer, solo quería irme.

—¿Ya hablaste hoy con él?

—No. Me da mucha vergüenza escribirle y de todas maneras se me quedó el teléfono en casa, eso sí fue sin querer, pero igual no hemos contactado. De todas formas, mira, él no vino por Martina hoy así que total y no quiere ni saber de mí.

—No se la pones fácil, lo admito.

Suspiré hondo y asentí, yo misma ya me había dicho esas cosas durante el día.

—Lo sé, pero ¿sabes qué? No quiero preocuparme por eso. Mi mamá siempre dice que lo que ha de convenir, se dará, quizás tanto bochorno y tanta huida de mi parte es la forma en que la vida me dice que Andy y yo no convenimos juntos.

—Pero te gusta mucho. Lo quieres.

Me encogí de hombros.

—Sí, pero no es prioridad en mi vida.

—Ya verás que todo se soluciona —alentó—. Tú también le gustas mucho, quizás solo necesita un tiempito, en cualquier momento o tú o él cederán y se escribirán.

—Eso espero. Pero si no sucede, no moriré.

Lo dije con un tono tan resignado que supe que parte de mí ya se había hecho a la idea de que eso ocurriera así. Andy era hasta ese momento el pretendiente más lindo, educado y valioso que había tenido, pero no podía culparlo si eventualmente decidía alejarse de mí y mis locuras. No estábamos enamorados, no éramos novios, solo habíamos compartido un par de besos, de modo que así como él no era prioridad para mí, yo no lo era para él. Era entendible.

Elías siempre decía medio en broma que algún día llegaría una persona que me amaría con todas mis rarezas —yo esperaba eso, yo estaba realmente en paz con mi personalidad alocada y propensa a las locuras y no iba a cambiarla por nadie—, si esa persona era Andy, sería genial, pero si no, el mundo no se acabaría por eso.

Puede que el humor apagado que tenía ese día por mi rechazo de la universidad influyera un poco en el desinterés que tenía por arreglar las cosas con Andy, pero como fuera, no estaba dolida por ello. Iba a dejar que las cosas siguieran su curso, si se daban, bien, si no, también, pero no me iba a matar la cabeza con ello... al menos no esa noche triste.

Con Elías terminamos de alistarnos para salir y apagamos la luz del cuartito, su gesto angustiado no se había ido pero al menos combinaba con mi mal humor; éramos como dos sombritas andantes, cosa que nunca pasaba pero que al menos no lo vivíamos por separado. El apoyo mejora todo.

Al llegar a la parte delantera donde mamá estaba sola mientras mi padre apagaba las luces de atrás, ella nos miró con media sonrisa mientras contaba dinero. Al terminar esa cuenta, tomó un sobre que había a su lado y se lo tendió a Elías, él se extrañó por eso.

—Te lo manda Martina... —explicó—. Bueno, no Martina. Lo trajo el chico que la vino a recoger y ella me lo dejó.

Elías lo miró por ambos lados, pero estaba en blanco, no tenía ni remitente y destinatario. Lo abrió con curiosidad y nada más leer dos palabras, susurró:

—Es de Alicia.

Había un tinte en su voz, un tono roto y gris que hacía suponer que, sin leerla, él sabía qué decía y no solo eso, sino que eran malas noticias. De las que duelen, de las que queman.

Sus manos temblaron en automático y se alejó un poco de mi madre para leer la carta. Le tomó varios minutos. Su gesto palideció, luego enrojeció, después se mojó con lágrimas silenciosas. Fui a él y le tomé la mano libre sin decir nada, él apretó la mía sin dejar de leer.

Sí era una carta de malas noticias. Y sí le dolió, sí le quemó.

Pensé con ironía que el plan de mi mamá de películas y lasaña para esa velada no iba a ser suficiente para animar a dos corazones apagados al tiempo: el mío y el de Elías. Mi pena era por la universidad, la suya por amor, pero ambas dolieron esa noche en víspera de Navidad, un lúgubre veintitrés de diciembre.

Y tuve razón, no fue suficiente.  

Yo, viendo cómo todos me dijeron asesina en el capítulo anterior: 

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Yo, viendo cómo todos me dijeron asesina en el capítulo anterior: 

Yo, viendo cómo todos me dijeron asesina en el capítulo anterior: 

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Jasjasjajash, no mataré a nadie... aún. Relax

No olvides dejar tu estrellita, es importante para mí, hazlo por Isa. Y cuéntame qué te pareció el capítulo ♥

Los amo un montón, lávense las manos, permanezcan alertas, no besen a novios enfermos y no vayan a eventos masivos, cuídense esa cola. ♥

De una fuga y otros desastres •TERMINADA•Where stories live. Discover now