♛ T R E I N T A Y N U E V E ✏

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—No. No están para más deudas, pa. —Me separé de él un poco y noté su mirada húmeda. Negué con la cabeza—. No, está bien. Lo intentaré de nuevo el otro semestre y este primero solo trabajaré con ustedes y me prepararé para el examen. Además, el bebé nace entre febrero y marzo, mamá necesitará mucha ayuda y tú también.

Papá pasó sus pulgares por mis mejillas, limpiando lo que quedaba de lágrimas y me sonrió con adoración.

—Ya lo hablaremos después con tu mamá, ¿de acuerdo? No te desanimes, eres muy joven e inteligente, si una puerta se cierra, una ventana se abre, no te preocupes. Te vamos a apoyar en lo que sea que pase y si tenemos que hacer imposibles para que sigas tus metas, lo haremos, ese es el trabajo de los padres.

Lloré más, porque llorona se nace y nunca se acaba.

Mi mamá entró en la cocina y me vio llorando, de inmediato se preocupó y miró a mi padre, él le explicó sin que ella preguntara:

—No entró a la universidad pública.

—Ay, mi niña... —También me abrazó. Mis padres siempre eran un equipo extraño que se comunicaba mentalmente, de algún modo uno siempre sabía lo que el otro había dicho así que lo complementaban sin repetir y de esa manera, mi mamá sabía que mi padre ya me había dado opciones y consuelo, así que solo buscó animarme sin preguntar ni decir más—: Ellos se lo pierden, no tú. Ven, vamos a desayunar, eso te hará sentir mejor. Si quieres hoy vemos películas en la noche, ¿te parece? Invita a Elías, eso te anima. Compraremos pizza y pondremos a tu tío a hacer lasagna para que pague el hospedaje porque nadie se queda gratis en mi casa.

Me eché a reír y entre los dos me abrazaron, uno a cada lado, le puse a mi mamá la mano sobre la barriguita; el bebé no se movió, obviamente. Asentí al ofrecimiento de animarme y valoré ese abrazo como el mayor de mis tesoros.

—Gracias, ma.

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Cuando la hora de dar por finalizado el turno llegó, había un silencio raro en el cuartito donde dejábamos las cosas. Martina estaba inusualmente callada mientras se colocaba la chaqueta y Elías traía un gesto de angustia para nada concordante con la buena noticia que había recibido en la mañana... mi propio silencio era por supuesto por todo lo ocurrido tanto con Andy como con la universidad, sentía la necesidad de hablar con mi amigo porque luego de entrar a trabajar no habíamos tenido tiempo, pero no iba a sacarle conversación con Martina presente.

—Bueno, me voy —anunció ella.

Una duda se me atravesó en el pecho y la tuve que sacar sin poder evitarlo:

—¿Quién viene por ti?

—James.

Me pregunté si Andy no venía por estar enojado o rendido conmigo; no quise pensar en eso así que solo le asentí a Martina y ella se despidió con un ademán. Nos dejó solos a Elías y a mí.

—¿Qué pasa, Elías? Algo te preocupa.

—Alicia —respondió con honestidad. Imaginé que por la rapidez para contestar, él también estaba tan necesitado de hablar conmigo como yo con él—. No me ha recibido los mensajes, y Martina no sabe nada de ella.

—¿Discutieron anoche?

—No... es lo raro. Estábamos bien, charlamos y llegamos a una especie de acuerdo. Yo le dije que la quería conmigo y ella prometió ayudarse a sí misma. Me preocupa que no me responda las llamadas ni nada.

—Quizás se quedó sin internet —traté de consolar—, o salió con sus padres y no carga celular. Recuerda que cuando yo salgo con mis padres ni siquiera me entero del teléfono, no te preocupes.

De una fuga y otros desastres •TERMINADA•Where stories live. Discover now