- ¿Y sabes lo que Minie le hizo a Hoseok-ssi?

- Sí... -murmuró, frunciendo el ceño, incapaz de devolverle la mirada-. ¿Ella te lo dijo?

- Lo hizo, hace algunos años atrás, la última vez que quiso suicidarse... -Taehyung volvió rápidamente la mirada hacia ella, viendo que no había cambiado su expresión, sólo había un brillo profundamente triste en sus ojos. Desde que vivía, sólo conocía a dos personas que hablasen del suicidio directamente, lo que le hizo sentir bastante intrigado en su manera de pensar. Una de ellas era Jimin y la otra, por supuesto, era Hoseok-. ¿Has tenido familiares con depresión o con alguna enfermedad mental?

- No... que yo sepa -dijo después de carraspear. Mientras respondía, Soo se agachó, acuclillándose y abrazándose así misma. En esa posición, casi parecía una niña pequeña.

- Me alegra... -fue la primera vez que la vio sonreír sin Yang Mi, pero luego volvió a borrar su expresión, oscureciéndose-. Minie tiene depresión y otra mierda más que me fastidia explicar... como son una enfermedad, tal vez las tenga toda su vida.

Taehyung agachó la mirada ante su tono de voz venenoso, amargo y molesto.

- Lo lamento...

- Está bien -de soslayo, vio como se encogía de hombros-. No es gran cosa si sabes qué es lo que padeces y tienes gente apoyándote, yo tuve cáncer cuando era pequeña y probablemente lo vuelva a tener en algunos años más. Quién sabe. 

Volviendo a mirarla fijamente, Taehyung no podía creer que había otro ser humano además de él -y tal vez Seokjin- que hablase las cosas tan directamente, sin ningún tacto y sin ser tan misterioso al respecto. Con el tiempo, había tratado de tener un filtro, pero al parecer Soo carecía por completo de el o tal vez se debía a que se veía confiable. No sabía muy bien qué decir, así que se quedó callado, desviando su mirada hacia un cuadro que estaba colgado en la pared donde estaba la escalera.

En la pintura se mostraba un jardín con muchos girasoles y nubes entre blancas, rosadas y grises, con una chica sin rostro vestida de blanco entre medio de la maleza, llena de gracia y viveza como en un sueño. Tenía detalles que eran fácilmente identificables que daban a entender que la chica de la pintura había muerto, y que el más allá era incluso mejor de dónde había provenido. Un mundo eterno, se llamaba la obra. Los colores transmitían cierta nostalgia que era difícil de describir.

En la esquina del cuadro, pudo ver la firma del artista, y por poco se cae de la silla al darse cuenta que, obviamente, la firma del artista era la suya.

- Debe haber sido muy difícil... -dijo con una mueca, dejando de ver la pintura que lo llenaba de recuerdos pasados. Soo no dijo ni expresó nada. Después de algunos minutos, Taehyung no pudo evitar preguntar-. Tengo curiosidad... esa pintura... ¿Dónde la consiguieron?

Soo miró fijamente el cuadro, como si estuviera recordando.

- Hace años ya... no recuerdo muy bien, pero creo que Minie dijo que lo había encontrado junto a un contenedor de basura -resoplando, negó con la cabeza-. Yo siempre le he dicho que jamás debe recoger y llevarse cosas tiradas de alguien más, es de mala suerte como si recogiera dinero*, pero dijo que le pareció una pintura tan hermosa que no pudo simplemente dejarla ahí, por lo que la limpió, reconstruyó algunas partes, pintó por encima lo que se había rasgado y la colgó aquí. Quiso encontrar al artista varias veces, pero no lo logró.

Volvió a mirar la pintura e impresionado confirmó que realmente habían partes que estaban reconstruidas, pero eran tan sutiles que al primer vistazo nadie se daría cuenta. Él nunca botaba sus obras, eso incluso hasta sus alumnos y colegas lo sabían. No solía botar ni siquiera sus borradores, a excepción que fueran demasiado imperfectos y estuvieran ocupando sitio, siempre trataba de guardarlos para que así pudiera ver un progreso en si mismo y en su arte, pero no fue lo mismo con esa pintura. No recordaba el porqué la había pintado o en qué se había inspirado, pero sí recordaba que en un arranque de ira rompió muchas cosas y entre ellas, estaba esa pintura, la única que no salió tan dañada. Podía recordar vagamente que la dejó tirada en el callejón donde se dejaba la basura en la calle donde estaba el departamento que había compartido con Minho. No sabía si la razón de la explosión de su ira había sido alguna pelea con él o una suma de cosas que lo presionaron a tal extremo, pero incluso antes de conocerlo tenía esos arranques de ira en los cuales terminaba rompiendo la mayoría de sus obras. Si contaba las veces que le había pasado a lo largo de su vida hasta ahora, no habían sido más de cinco veces.

Tócame. HOPEV.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora