53

19.5K 2.2K 550
                                    

Hoseok realmente trataba de entender a Taehyung.

Pero a veces era demasiado para él, la forma tan extravagante de ser, tan desvergonzado y decidido con cada objetivo que tenía en mente, de alguna forma, algunas actitudes suyas se le había terminado pegando con el paso de los días. Desde que el escultor había entrado en su vida como un virus -odioso al principio- había terminado convirtiéndose en una enfermedad crónica totalmente incurable.

No había otra explicación para todo lo que le hacía sentir y lo que había cambiado para él desde que Taehyung entró en su vida, amoldando todo a su manera. 

A veces era difícil, porque su inconsciente siempre le hacía pasar malos ratos. Taehyung no se daba cuenta, pero cuando solía despertarse después de haber pasado la noche con él -que era casi todos los días- no podía evitar marearse, hiperventilarse o sentir ansiedad al verlo y sentirlo a su lado. 

No era el hecho de que fuera él, sino el hecho de que estaba despertando junto a una persona. No estaba solo, como se había acostumbrado desde pequeño mientras esperaba a que su madre biológica llegara en medio de la noche a buscarlo al orfanato. Ella no entraría a su habitación para cantarle, como solía hacerlo cuando aún vivían juntos y las pesadillas eran escasas y lejanas. Había esperado a su madre todas las noches desde que le abandonó y parte de él sabía que era por eso que sus insomnios esporádicos lo atormentaban cuando se encontraba más débil mentalmente.

 El despertarse junto a alguien le hacía sentir expuesto, incluso más de lo que le hace sentir el que Taehyung lo toque. 

Pero también el insomnio se había ido. 

A veces cuando se despertaba junto a él, le daban ganas de escapar, pero lo veía dormir tan apaciblemente que una sensación de querer protegerlo siempre lo invadía con fuerza y le hacía quedarse mirándolo por mucho rato. Se había dado cuenta que Mel y Namjoon habían tenido razón; le faltaba tener ese tipo de contacto con alguien. Se gastaba tanta energía y le hacía sentir tan bien toda la explosión de sensaciones durante el orgasmo que ni siquiera se daba cuenta cuando caía totalmente agotado en la cama. 

Pero no sabía cómo Taehyung había subrayado la palabra dependencia en su diccionario mental. Se sentía de esa manera con él, totalmente distinta a la que sentía antes. Sólo podía llamarlo de esa forma; dependencia.

También aceptaba que la única razón por la que el toque de Taehyung no le resultaba repulsivo era porque él de verdad lo deseaba. Además de que su relación había comenzado lento, podía sentir que lo había deseado desde hace tiempo e incluso, tal vez inconscientemente, lo había deseado primero que el escultor.

Taehyung era sublime. Podría decir todos los sinónimos y ni así sería suficiente para describir lo hermoso que era a sus ojos. Cada día se volvía más maravilloso, tanto su personalidad como su bonito rostro de muñeco, sus labios delgados y sus ojos grandes. 

Él simplemente se había cansado de necesitar tanto a Taehyung y tuviera que contenerse, negándose así mismo como todos los años de su vida. Reprimiéndose así mismo, todos los impulsos y lleno de miedo; estaba cansado de sentir miedo. Así que estaba feliz de que Taehyung lo necesitase de la misma manera, como si así le hubiera otorgado un piso estable en el que detenerse. Nunca parecía tener suficiente de él, de su piel, de su voz, la sensación de tener su cabello entre los dedos y la suavidad de sus labios y el toque de sus manos contra su piel. Le gustaba que Taehyung lo quisiera tanto, que lo admirase de alguna forma extraña que él no entendía. No entendía su pequeña obsesión por él; si bien sentía que no era feo -se consideraba en el promedio-, tampoco era un Adonis.

Aunque de alguna forma se sentía así cada vez que Taehyung lo miraba.

Era vergonzoso para él admitirlo, pero cada día que pasaba necesitaba que Taehyung lo mimase. Le gustaba tener las manos delgadas del escultor masajeando su espalda baja, subiendo hasta sus hombros y clavando sus uñas sin demasiada fuerza -o tal vez demasiada cuando llegaba al orgasmo-, de las manos acariciando su nuca, su cabello o su pecho. También le gustaba tener la boca del escultor recorriendo los lugares más sensibles de su cuerpo. Si había obtenido placer dándoselo a los demás, Taehyung le había enseñado que se sentía mucho más intenso y perfecto el que fuese recíproco. 

Tócame. HOPEV.Kde žijí příběhy. Začni objevovat