D o c e .

70.5K 6.8K 6.5K
                                    

5 de julio de 2019

Odio que me despierten de una siesta. Pero aún odio más que me despierten de una siesta con prisas. Y eso es justo lo que pasó el viernes del concierto de Kate.

Yo había llegado a casa agotada después de pasarme la mañana entera trabajando, así que nada más tocar mi cama, me había quedado dormida. El concierto no empezaba hasta las ocho y media de la tarde, así que en teoría me daba tiempo de sobra para prepararme. Sin embargo, Louise no estaba en absoluto de acuerdo con eso, así que me despertó corriendo cuándo se hicieron las cinco.

Lancé un gruñido y me cubrí el rostro con la almohada. Louise soltó una carcajada.

—Venga, que hay que ir preparándonos. Levántate —ordenó.

—Que tú tardes arreglándote no significa que el resto lo hagamos también —protesté. Yo solo tenía que ducharme y vestirme, poco más. Ella se iba a pasar cuarenta minutos mínimo maquillándose. No era lo mismo.

—Pero si ya es bastante tarde. Además, el concierto es a las ocho y media pero tenemos que ir primero a casa de Kate, y hemos quedado con ellos a las siete. Ve levantándote, anda.

—Aún queda mucho para las siete también... —me quejé de nuevo.

—No me hagas discutir —se mosqueó. Eso era lo que menos me gustaba de Louise, que era muy cabezota y no había forma de hacerle entrar en razón cuándo tenía una idea en mente. Con John y Edith al menos se podía discutir y negociar.

Finalmente terminé rindiéndome. No tuve ni siquiera que apartar las sábanas para salir de la cama, ya me había ocupado de tirarlas al suelo mientras dormía. Me agaché para recogerlas y Louise, al ver que ya estaba del todo despierta, decidió marcharse de la habitación.

Me froté los ojos y bostecé. No es que tuviese sueño, sino que esa forma tan brusca de despertar me había dejado aturdida. Tardé unos segundos en salir de la cama completamente. Me pasé una mano por el cabello y entonces me di cuenta de que faltaba algo. Al parecer, mi coleta se había deshecho mientras dormía. Me agaché para mirar debajo de la cama, pero no la vi y me dio tanta pereza tener que buscarla que simplemente decidí que lo haría durante el fin de semana.

Salí de la habitación. Ethan estaba ya vestido y todo. Llevaba unos vaqueros ajustados y una camisa azul oscuro. Incluso se había peinado, levantándose un poco el pelo, el cual solía llevar completamente desordenado. Tanto mi cabello como el suyo tenían el mismo color azabache y la misma textura ondulada. Aunque el mío, al ser más largo, tenía más tendencia a enredarse.

Estaba en el salón, sentado en el sofá mirando el móvil, sonriendo como un bobalicón. No entendía qué hacía aquí todavía, cuándo podía perfectamente irse ya a casa de Kate.

Cuándo Louise me vio entrando al baño, me paró.

—¿Vas a ir con eso? —preguntó señalando la ropa que había escogido. Era una camiseta de manga corta y una chaqueta por si hacía frío más tarde, junto a la falda roja que había llevado también para trabajar. Fruncí el ceño.

—¿Qué tiene de malo?

—No puedes combinar rojo con rosa —hizo un gesto dramático, como si acabase de cometer el mayor delito de la moda que existe. Lo cierto es que solo había escogido un par de prendas al azar —. Ven, vamos a ver si tienes algo mejor. Con la de cosas bonitas que te compraste cuando fuimos a Cantile en mayo... Es una pena que no te interese en absoluto la moda.

Soltó un resoplido, aunque sabía que simplemente estaba exagerando. Louise había sido animadora en el instituto, de estas que se preocupan más por su apariencia que por llegar pronto a clase. Desgraciadamente para ella, ni Ethan ni yo habíamos heredado su interés por la moda, aunque a Ethan se le daba mejor que a mí. Aún así, que yo recordara, siempre me había dejado llevar cualquier cosa que quisiese. Las únicas veces que me hacía cambiarme de ropa era cuando me empeñaba en ir en pijama a algún sitio o cuando escogía ropa nada adecuada para algún evento especial. Creo que esta era una de las segundas situaciones.

Zoe & Axel ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora