3. Non grata

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«"Estimados pacientes,

Si encontraron esta carta, seguro ya superaron la etapa de asombro, indignación e indagación; habrán trepado por las paredes, insultado diestra y siniestra, y buscaron algo con qué sobrevivir. Dentro del sobre, encontrarán dinero con el cual sustentarse las próximas semanas. Además de alimentos, les entregamos lo suficiente para comprar nueva vestimenta y objetos personales. Esto es parte del cambio y el carácter de independencia que deberán afrontar para declararse capaces de adoptar una nueva vida. Les deseo mucha suerte. Atentamente, Doctora Moritz.

─Suerte tendría si yo no estuviera clavado aquí con ustedes ─se quejó Eitan, tras revolear el papel que habían encontrado en una de las gavetas del dormitorio.

─Tú tampoco eres un amor de persona. ─Dyn no solía responder a regañadientes, pero la ansiedad del momento lo estaba inspirando a decir todo lo que pasaba por su cabeza sin más─. Debemos ir a comprar todo lo que necesitemos. ¿Quieren ir ahora?

─¿Acaso tenemos algo mejor que hacer?

Debía admitir que Eitan, esta vez, tenía un buen punto.

Los cuatro salieron del desalineado motel para encontrarse con una realidad similar en el exterior: calles sucias y malolientes. Pero como hacía mucho que no se conectaban con la cotidianidad, el centro cosmopolita los atrajo con su constante movimiento y su presencia de vida. Vida triste, pensaron, pero vida en fin.

Fueron en busca del centro comercial más cercano, pero Dyn se detuvo al reconocer la zona por la que estaban caminando. Cruzó la calle sin previo aviso, seguido por sus intrigados acompañantes, y se detuvo frente a un instituto colmado de jóvenes revoltosos.

─¿Esta es tu escuela? ─adivinó Eitan, echándose una ojeada general a la construcción de ladrillos adheridos por capas de moho y al portón que los separaba de la manada de gorilas corriendo tras el balón─. De primera calidad.

─Por dentro es peor ─afirmó Dyn.

La bola aterrizó en la cabeza de un jugador. Este insultó a quien se lo había lanzado y recibió una respuesta similar. Terminó amenazándolo con degollarle la figura, y su contrincante contraatacó con la última técnica que había aprendido en sus clases de taekwondo.

─¿A esto te refieres? ─le preguntó Eitan.

─Esto no es nada a comparación de los demás escándalos. Ya sabes: niñas de octavo grado embarazadas, marihuana circulando por las tuberías de los baños, acoso, anorexia, y estoy casi seguro de que vi a la cocinera pegar un moco en el almuerzo del director.

─Como extraño la preparatoria...

─Muéstramela ─dijo Alanis.

─¿A quién?

─A la chica. Tus ojos estuvieron vagando por todo el predio en busca de alguien, y estoy segura de que es por una chica.

─No sé de qué hablas.

─¿O un chico?

─Está bien ─se rindió Dyn.

Fue fácil identificarla. Estaba sentada en una de las bancas de madera rodeada por su compañía de siempre y regalando sonrisas, carcajadas y datos curiosos que a nadie le interesaban, pero querían oír cuando ella los contaba. La señaló con una mueca de satisfacción, como enorgulleciéndose por su buen gusto.

─Sí, es linda ─reconoció Eitan─. Yo me acosté con ella.

─¿Qué? ─chilló Dyn.

─Así es.

Idealidad: El retorno al origenWhere stories live. Discover now