Cuando lo escuchó, Borja se sintió mal por Raúl.

Él no lo sabía, pero desde que lo habían llevado al hospital, hace varias horas, muchos hombres habían pasado por aquella habitación, y Raúl era el único que le hacía sentirse bien.

Nada de lo que había hecho hasta el momento lo había hecho sentirse mal, al menos no en una gran cantidad.

Se había tapado porque tenerle tan cerca le habría hecho sonrojarse y no podía permitirse que Raúl le viera así por él. No cuando acababan de conocerse.

Simplemente su comportamiento era así, aunque Raúl desconocía de eso.

—Oh, no es nada. Solo... Solo tenía frío —se excusó.

El moreno se rio suave y levemente ante la excusa del mayor. Se le hacía tierno que le mintiera para no hacerle daño, cuando él trataba de hacer lo mismo: no dañarle.

—Está bien —se rindió—. ¿Cómo te encuentras, Borja?

—Llámame Luzu —dijo, ignorando la pregunta del moreno—. Aunque solo me llaman así las personas más cercanas a mí y a las que más confianza les tengo, pero creo que... Bueno, que tú...

—Sé lo que quieres decir, tranquilo —Raúl le sonrió—. Entonces tú me puedes llamar Auron.

El castaño asintió y le devolvió una tierna sonrisa, conectando miradas con el del piercing en la ceja.

—¿Cómo te encuentras, Luzu? —repitió su pregunta, esta vez llamándole por su apodo.

—Pues... Algo cansado, la verdad —dejó escapar un suspiro—. Y... Y tengo miedo —susurró.

Raúl se abstuvo de preguntar nada al respecto. Por una vez, pensó antes de hablar, y no acabó haciendo preguntas como "¿de qué tienes miedo?".

En lugar de eso, se detuvo a pensar qué debía de decirle. Sin embargo, cualquier cosa que se le pasaba por la mente se le hacía demasiado estúpida para decirle.

—Tranquilo, todo estará bien —murmuró finalmente.

Borja lo miró por unos instantes. Aquella mirada hizo que Raúl pensara que lo había fastidiado todo de nuevo, pero no fue así.

—Eso es lo que quiero creer. Pero... —dejó escapar un suspiro, uno muy tierno para Auron—. No lo sé, siento que nada volverá a ser como antes. Nunca. Todo ha cambiado en unas horas y... Ay.

Los recuerdos de lo que había sucedido comenzaron a pasar por su cabeza. Se veía a sí mismo antes, relativamente feliz. Y se veía después, dañado y asustado de cualquier cosa.

Sus labios comenzaron a temblar. Se llevó las manos a la cara, cubriendo sus ojos en el momento en el que las lágrimas comenzaron a escapar de éstos.

Trató de retenerlas con todas sus fuerzas, pero estas no hacían más que salir y salir, sin pausa.

Se sentía débil. Se sentía inútil. Se sentía sucio. Se sentía vulnerable. Se sentía inseguro. Se sentía perdido. Se sentía vacío.

Y Raúl era el encargado de cambiar todo eso.

El moreno se levantó despacio y, con cuidado, se acercó al castaño, que tenía los ojos cerrados con fuerza mientras las lágrimas continuaban saliendo de ellos.

Sintió su presencia a su lado y abrió los ojos lentamente. Éstos eran realmente bonitos pero, a consecuencia de las lágrimas estaban rojos.

Raúl pensó en alejarse unos pasos y desde ahí preguntarle si podía darle un abrazo, pero el otro tomó la iniciativa.

seguro ; luzuplay.Where stories live. Discover now