Parte 9

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Por la mañana todos los alumnos comenzaron a despertar después de todo se trataba del ultimo día antes de las vacaciones, seguramente los días pasarían volando, ese día no habría clases de este modo los alumnos que no se encontraban listos aun estaban ansiosos y desesperados ordenando sus maletas, buscando por toda su correspondiente casa sus respectivos objetos personales.

Estaba estimado de los chicos que se quedarían en el colegio, incluyendo los prefectos de las cuatro casas, en total serian diez alumnos, dos Hufflepuff, dos Ravenclaw, tres Slytherin que no causaban problemas y tres de Gryffindor, entre los profesores se disputo a que se quedarían serian Mcgonnahal, Sprout y Filch.

Prácticamente en el castillo no estaría totalmente ocupado y algunos sectores se encontrarían vacios, el rubio esperaba que no luciera aterrador las habitaciones oscuras y sin signo de iluminación, aunque de todas formas tendría a su novio el cual lo protegería, al menos recibiría un abrazo por si algo tenebroso fuese a ocurrir por las noches.

Tenia un revoltijo de emociones, asustado, nervioso y ahora con el asunto de los anillos se trataba de algo vergonzoso, ya quería verlo hoy no aguantaba la ansiedad de tenerlo en sus brazos, todos se irían por la tarde por lo tanto Everett debía de preparar sus cosas para su cambio temporal de habitación.

-¿Vas a extrañarme? —Pregunto Daniel desde su cama.

-No sino olvidas escribir. —Contesto sacando cosas de su baúl.

El castaño se levanto de su cama para caminar sigiloso hasta el rubio que se encontraba de espaldas, se apresuro en dedicarle un abrazo acogedor esto se debía a que lo iba a extrañar.

-Cuídate, Everett.

-Tu también —Se giro para corresponder al cariñoso abrazo.

-¿Qué? ¡Abrazo grupal! —Todos los alumnos de la casa del tejón se encontraban abrazándose, causo tanto peso que Daniel como Everett cayeron al suelo provocando dolor.

-Auch... —Soltaron al rubio como también al castaño.

Por otro lado, Stephen se había levantado temprano aunque sus compañeros ya tenían preparado sus maletas, Wong también emprendería el viaje de vuelta a su hogar, el azabache no lo haría porque se quedaría junto al rubio por lo tanto estaba más que agradecido por su reciente decisión, se levanto para higienizarse, cuando salió vio a sus compañeros un tanto ansiosos.

En poco tiempo los alumnos desayunaron y se dirigieron al expreso de Hogwarts, Strange se mantuvo saludando a su amigo oriental que parecía bastante tranquilo aunque también preocupado.

-No debe distraerse con Ross o no acabaras las tareas.

-¿Qué? Yo no me voy a distraer con el—Sintió la mano de su amigo sobre su hombro y sucesivamente se sonrojo al oírlo, luego de negar sus mejillas comenzaron a teñirse de rojo carmín aunque también se encontraba pensativo.

"Que el profesor no te encuentre durmiendo en su cama"

-Adiós, Ross—Pronuncio las palabras Daniel que ya estaba subido al tren— ¡Nos vemos pronto!

-¡Adiós! ¡Cuídense! —Grito mientras se despedía con una seña de mano, observando como el tren se marchaba partir de la estación y a los chicos gritando animadamente, bajo la mano y observo a su chico así que sin más se acerco a él— Ey cariño, ¿Quieres ir por algo de comer antes de volver al castillo?

-¿Qué? —No presto suficiente atención de la cercanía ajena, se sintió algo avergonzado por lo que pregunta no porque fuese un pervertido sino que seguía rondando en su mente las palabras que el oriental pronuncio antes de marcharse, el rubio le explico que quería tener una cita fuera del castillo por lo cual comprendió y acepto su pedido.

Ambos jóvenes comenzaron a caminar por los coloridos caminos, se trataba de un ambiente agradable y el paisaje le resultaba increíble, normalmente el castillo es un lugar enorme y apesadumbrado, nada en comparación con este pequeño pueblo colindante de casitas con jardines y puntos de ventas con objetos peculiares, cuatro puestos adelante se toparon con una pequeña cafetería que se asemejaba a un hogar si no fuera por el letrero y las mesas de afuera, lo habrían pasado de largo.

-Buenas tardes—Saludo Ross una vez que se encontró adentro del lugar junto a su pareja, la señora de unos cuantos años los atendió, fue agradable al recibirlos.

Cuando los dos jóvenes tomaron asiento, se dedicaron a ver el menú, el lugar tenia objetos de los más curiosos de lo cual el rubio le generaba curiosidad en tocar cada uno de ellos, no obstante se acobardo no porque no quisiera sino que no podía mostrarse como un niño pequeño frente así más atractivo novio.

-Te ves muy bien. —Elogio a su novio que se encontraba frente suyo, su vestimenta casual no dejaba ni por un segundo en desprender elegancia, esas típicas características resaltaban en él, cada rasgo en su rostro le provocaba que su corazón latiera y sus mejillas se teñían de rojo, esa tarde aprovecharía en verlo tanto como pudiera.

-Lo mismo va para ti. —Solo eso fue capaz de pronunciar, quería decirle lo atractivo que se veía con la vestimenta de muggle, le era sumamente agradable ante sus ojos, no tenia comparación con alguna compañera de Ravenclaw o del mismo castillo, se mantuvo observando como un tonto enamorado hasta que le vio sonrojarse lo que provoco que desviara su mirada de este modo evitaría incomodarlo.

La señora regreso para anotar los pedidos, luego regreso con los dos platos con rebanadas de Pie de calabaza recién sacado del calor.

-Tomen, chicos, sus pedidos, por favor disfruten la comida. —Hablo sonriente la mujer que sin más se retiro.

-Gracias—Alcanzaron a agradecer los dos juntos, el rubio casi cenizo observo curioso el postre, nunca había probado algo similar por lo que al darle el primer bocado sintió el sabor a dulce, se asombro de lo bien que sabia— ¡Delicioso! Tienes que probarlo, amor, enserio sabe...

El rubio lo llamo "amor" en voz alta, su sonrojo apareció de golpe y observo el lugar en un simple reflejo por si alguien del lugar lo había escuchado, por suerte eran los únicos clientes que habían decidido comer dentro de la cafetería, la señora que atendía a los que ordenaban afuera y nadie más que su pareja escucho lo que pronuncio.

-Sabe muy bien —Volvió a hablar el rubio aunque esta vez no estaba del todo animado sino abochornado, por fortuna esta semana podría darse la libertad de llamarlo cuantas veces quisiera en la soledad del castillo.

Stephen escucho aquella palabra que posiblemente sea sencilla pero que significaba tanto que lo enamoraba más de lo que ya estaba, aunque su rostro se mostraba confundido puesto a que no se esperaba que lo pronuncie libremente, le agarro la mano que estaba sobre la mesa, recién en ese instante hablo.

-Todo está bien, cariño—Le dio un bocado y efectivamente sabia delicioso, sus ojos brillaron ante la dulzura de la calabaza, simplemente perfecto como sus sentimientos con Everett— Es delicioso, amor.

-Oye Stephen, ¿Haz ido alguna vez al mundo Muggle? —Pregunto curioso.

-No, solo leí libros de ese mundo. —Era verdad, sus padres son sangre pura por lo que nunca se plantearon a dejar el mundo mágico solo por curiosidad.

-Me estaba preguntando si te gustaría para las vacaciones... ¡No estas vacaciones! Me refiero a otras vacaciones, alguna de los siguientes años... claro... —No quería sonar como si buscara apresurar su relación, además el contrario había decidido quedarse inicialmente, antes de sus castigos, porque quería protegerlo y a su vez conocer su historia, aclaro su voz— En fin... pensé que sería grandioso ir tu y yo juntos al mundo muggle, las cosas son muy diferentes, te encantaría y lo que no entiendas yo estaría ahí para ayudarte, podrías conocer a mis padres que se mueren por conocerte.

-Me gustaría ir, prefiero estar lejos de mi hogar —Sonó extremadamente sincero al respecto de su familia— Quisiera vivir en tu mundo.

-Stephen...—Se entristeció, sabia por la última vez que la familia del contrario resultaba complicada, exigente y nada flexible ante las relaciones homosexuales, como ellos dos estaban comenzando a formar, por lo tanto Everett estaba consciente de que no tendría suegros amistosos, así que el tiempo lo dictaminara si tendrán una conexión o simplemente solo serán ellos y la familia Ross.

Juntaron sus manos aunque en ese instante el más bajo aprovecho para llevar la mano de Stephen hacia los labios para besar cada nudillo, luego volvió a dejar la mano sobre la mesa porque ya debían de irse, no le quedaban mucho tiempo libre.

-Dime algo, ¿Haz estudiado las profesiones de los muggles? —Vio al contrario asentir por lo que le dio hincapié para proseguir en su duda— Bien, dime si vivieras en el mundo muggle, ¿Qué te gustaría ser? A mí por ejemplo, me gustaría ser agente secreto, como James Bond, aunque eso es mas ficción, creo que no lo pensé bien, quizá algo como un súper policía.

-Neurocirujano —El rubio no entendía muy bien aquella palabra, no porque fuese inepto, más bien se debía a que fue repentino— Quiero ser doctor, aunque me gustaría verte en traje y que se te apriete las nalgas, lo siento, sone como un pervertido.

El rubio estaba tan rojo como un tomate, sin duda le resulto bastante vergonzoso, no espero para nada una respuesta como esa por lo tanto se coloco en una posición tímida, aclaro su voz para dedicarle una cálida sonrisa.

-Bueno si lo ponemos así, broma o no, tú te verías deliciosamente sexy en una bata de doctor, cariño... —Se le acerco lo suficiente para que el solo pudiera escucharlo— Y yo podría sentirme mal y no sé, tú podrías hacerme una revisión completa.

Everett se aparto para acomodarse en la silla y presencio las mejillas rojizas del contrario, termino su ultimo pedazo de Pie de calabaza justo al momento en ese instante apareció la mujer para preguntar si todo estaba en orden, aprovecho el momento para pedirle dos porciones más para llevar y la cuenta la cual él iba a pagar.

-Hay que regresar, Stephen, ya es algo tarde —Le comento al contrario que termino de comer de manera apresurada.

Salieron de la tienda para enfocarse en apresurarse para regresar al gran castillo de Hogwarts, Stephen por más que quisiera no juntaron sus manos, aunque pago la mitad, no quería para nada que el rubio se ocupara todo, se sentiría culpable lo cual no era recomendable.

-Me gusto la "cita" —Remarco aquello para reafirmar que efectivamente fue una salida de parejas y no de amistad. — Aunque no me dijiste nada de tu vida.

Finalmente llegaron al castillo, soltaron una bocanada de aire porque no serian castigados por ir al pueblo sin algún mayor, después de todo la gran parte de los lugares debían de ser acompañados para evitar todo tipo de castigos.

-Lo sé, lo hare —Lo ve con una expresión de preocupación— Pero será mañana por la noche, ¿Te parece? Estar ambos solos será lo mejor.

A lo lejos se podía observar como los dos prefectos el de Ravenclaw y el de Hufflepuff parecían charlando, aunque al momento de dirigir su mirada hacia los jóvenes ausentes decidieron caminar apresurados hasta ellos en donde se mostraban bastante enojados aunque aliviados de que estén en el lugar.

-Chicos los estuvimos buscando por todos lados, por un momento creímos que se habían ido junto a los demás —Sonrió el prefecto de la casa del tejón.

-Lo bueno es que ya están aquí, vamos Stephen debemos ir a nuestra casa, al menos por hoy —Hablo el prefecto de Ravenclaw.

-Claro, pero mira Robert, ¿No es una gárgola moviéndose? —Albert le hablo al joven para que mire hacia el techo, en ese lapso de tiempo Ross sujeto la mandíbula de Stephen para darle un beso rápido en los labios en modo de despedida.

-No veo nada—Comento extrañado— Como sea, ven Strange, nos vemos, disfruten su día. —Se despidió y apoyo su mano en el hombro para encaminarse hacia la torre.

Ambos Hufflepuff se despidieron de los otros dos para encaminarse a su propios dormitorios en donde se encontraba cerca de la cocina, durante el camino el prefecto le comento al joven Ross al menos darle un pequeño consejo.

-Si vas a quedarte con él en las habitaciones de invitados, tienes que cuidar que nadie los vea, ¿De acuerdo? Mañana puedes escoger la habitación más grande.

-Gracias por todo—Sonrió enternecido, volteo para ver a la lejanía a los otros dos perderse a la lejanía.

-Es mi trabajo—Le dedico una sonrisa para seguir caminando.

Por el contrario Strange al regresar a su dormitorio se encontró con la joven Palmer, no era tan perfecta al menos es lo que los demás alumnos rumoreaban, porque es muy distinta a la clase de los Ravenclaw que son excelentes en cambio ella mostraba signos de ser algo extraña, últimamente estaba comenzando a sentirse incomodo cada vez que ella lo miraba.

Evadió sentir ese sentimiento, para irse directo a su cama lógicamente se cambio de ropa a una mas cómoda, finalmente se recostó para cubrirse con las mantas, no duro tanto tiempo puesto que de manera instantánea se quedo profundamente dormido.

-Entonces, solo somos tu y yo en esta casa —Afirma Albert una vez llegado a los dormitorios de Hufflepuff.

Ambos se estaban preparando para dormir, por lo tanto ya habían hecho el recuento de personas que habían quedado en la casa, sea mujeres o hombres, en su totalidad de como ya habían mencionado solo dos personas, el prefecto y el chico nuevo.

-Albert, ¿Puedes dormir en la habitación de estudiantes? Es muy grande para dormir solo —Suplico Everett.

-Solo si prometes no hacer uno de tus campos rostiza manos. —Bromeo, camino hacia la habitación seguido por el cenizo.

-¡Lo prometo! —Hablo con gran entusiasmo.

Esa misma noche Everett saco de su preciado baúl el paquete que su padre le hizo llegar el día anterior y le mostro con gran alegría al contrario cosas que él no conocía, agarro uno de los dulces y ambos comenzaron a comer creando de este modo un ambiente lo suficiente agradable para ambos, era divertido de ver las expresiones del prefecto cuando saboreaba los dulces porque eran del mundo muggle muy diferentes a los del mundo mágico.

-Oye, Ross...—Hablo Albert después de alejar su paleta picante.

-Dime. —Contesto el rubio cenizo saboreando un bombón mentolado.

-Tu y el Ravenclaw, ¿Van enserio?

Estaba ocurriendo una autentica conversación de hermano mayor y menor, no era que supiera mucho de ese tipo de ambientes porque efectivamente Everett era hijo único.

-Pues... eso espero, si—Respondió con precaución, el contrario asintió en silencio.

-¿Sus padres lo saben?

-Los míos si. —Su respuesta pareció sorprender al prefecto.

-¿Lo aprueban?

-Claro que si, ¿Por qué haces estas preguntas tan raras? — Estaba comenzando a ponerse nervioso e incomodo.

-¿Los padres de Strange lo aprueban? — Presto total atención a la expresión del rubio que cambio drásticamente y enmudecer, era suficiente respuesta para seguir insistiendo, pero necesitaba insistir— Everett responde.

-No, no lo saben, no lo aprobarían— Confeso cabizbajo— Stephen no confía en ellos y yo puedo vivir sin conocerlos, esto puede funcionar, Albert, podemos...

-Un par de años después de que entre a Hogwarts— Comenzó a hablar, este era su cuarto año en el colegio— Conocí a Stephen, ravenclaw desde que coloco un pie en el colegio, un pura sangre hecho y derecho, pero no era un tipo pretencioso como los Slytherin, no... era callado, poco sociable y taciturno.

El ambiente se torno silencioso por unos instantes.

-Siempre marcando tendencias en su casa aunque nunca pareció llevarse bien con casi nadie, había algo en el... un vacio, ¿Sabes cuándo vez a alguien y de la nada piensas "vaya esta persona está rota? Pues era así con él, pero parecía estar bien, sus notas eran impecables. —Agarro de nuevo su dulce y lo llevo a su boca con una mueca de dolor por el picante— Luego, tiempo después vino al castillo el desubicado, perezoso y extraño rubio.

El prefecto llevo su mano hacia los cabellos del rubio para acariciarlo lo cual a Everett le provoco una suave risa.

-Y todo en el castillo pareció complicarse más, el Ravenclaw retraído pero excelente estudiante bajo notablemente su rendimiento, pero nunca vi tan despierto, tan vivo, entonces Ross, gracias.

-¿Gracias? —Un tanto confundido.

-Gracias por amarlo. —Completo— Se que las cosas orara ustedes no serán fáciles, para nada fáciles y si pudiera hacer algo para evitarles dolor lo haría, pero hay cosas que solo ustedes pueden enfrentar. —Se levanto y alzo sus cosas a la cama de Daniel la cual era la próxima de Everett.

-Lo amo. —Afirmo, guardando sus cosas y acomodándose entre sus sabanas.

-Lo sé, se nota en ambos. —Comento enternecido— Hay que ser bastante ciego para no verlo.

El rubio dio una carcajada, sucesivamente las sabanas comenzaron a apagarse con un movimiento de la varita de Albert.

El amor a través del tiempoWo Geschichten leben. Entdecke jetzt