Parte 8

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-¿Es enserio lo que dices? No sé, no tengo buenas experiencias con el bosque prohibido, es más, por eso exactamente es que le dicen bosque prohibido, porque esta Pro-hi-bi-do. —Argumento Everett aun desde su lugar en la mesa de Hufflepuff, mientras otro de sus compañeros hablaba animado, hablaban en voz baja con la intención de que nadie más que ellos escuchara.

-¡Vamos Everett! No estoy loco, juro que vi un hada en ese lugar, comía una fresa junto a un árbol a las afueras, te apuesto a que su casa está cerca.

-No deberías molestarlas, escuche que su genio es terrible, van a meterse en problemas innecesarios, chicos, quédense —Trato como ultimo para convencerlos de que no pongan ningún pie en aquel tenebroso bosque.

-Si no vas a acompañarnos no digas nada, Ross —Advirtió el otro chico que se levantaba de su lugar, el rubio volteo a ver a su amigo y este negó, no quería que se involucraran en más problemas, pero... el bosque prohibido es demasiado peligroso.

El rubio recordó a su antiguo amigo que había visto en el bosque, aquellos ojos oscuros con destellos y la lengua bípeda de aquel ser le invadió todos sus sentidos, por lo que de manera instantánea se levanto de su asiento para al fin hablar.

-¡Esperen! Iré con ustedes. —Hablo con preocupación viéndolos marchar.

-Everett no vayas. —Intento detenerlo para sujetar del brazo del contrario.

-Lo siento, no puedo dejarlos solos, no cuando puedo protegerlos —Jalo su túnica y fue directo hacia sus compañeros al exterior del castillo.

-Mierda... mierda... —El castaño se quedo sentado sin saber que debería hacer, si algún profesor se entera de aquello su amigo estará en problemas, como también le bajarían puntos a su casa, como último recurso volteo para ver directamente al Ravenclaw.

(. . .)

-¿Y cómo era?

-Era verde y parecía un horrible duende. —El joven hizo una mueca de asco — Creí que eran hermosas y delicadas como en los cuentos, pero no tenían nada de parecido.

-¡Que genial! —Exclamo otro con emoción.

-¡Esperen! —El rubio corrió hasta ellos para alcanzarlos, sentía ya no tener aliento por haber corrido demasiado, se recargo en uno de ellos para descansar al menos para volver a respirar con normalidad.

-Justo a tiempo, Everett —Bromeo otro.

-Oigan... ya llegamos —Uno de los túnica de amarillo y gris quedo paralizado frente a la entrada del oscuro bosque, sin embargo otros se emocionaron y comenzaron a entrarse.

-Esperen, no vayan, se meterán en problemas y pueden perderse —Advirtió el rubio.

-No iremos tan lejos, Everett, mira esa es la casa del hada. —En efecto no caminaron por tanto tiempo, el rubio se mantenía en la entrada viendo a lo lejos a sus compañeros, los jóvenes se encontraban observando un pequeño agujero incandescente con total fascinación en sus rostros.

El rubio admitió que en su corazón adveraba curiosidad, camino dentro... solo un poco y los demás hicieron espacio para que observe el interior de casa en donde se encontraba una criatura sucia y encorvada con alas traslucidas se encontraba de espaldas comiendo algo, Everett hizo una mueca de desagrado, no era nada parecidas a las que pintaba esa empresa llamada "Disney" en el mundo muggle.

-¿Qué está comiendo? —Pregunto uno tras el rubio.

-No estoy seguro, creo que es... —Sus ojos se abrieron con total sorpresa al darse cuenta del alimento — Un dedo humano... mierda, ¡Hay que salir de aquí!

Todos los presentes se encontraban aterrados por la situación, uno de ellos piso una rama de un árbol causando la atención de aquel ser que de inmediato se alerto, el más bajo no supo cómo reaccionar se había quedado estático en ese lugar, la criatura se volteo y sus diminutos dientes afilados lo amenazaron a la par de un chirriante grito.

(. . . )

El Ravenclaw se mantenía tranquilo junto a los amigos de Wong, los jóvenes se mantenían hablando de relaciones románticas sea con muggles o brujas, en especial estas últimas, poco le importaba a Strange pero como no tenía algo realmente importante que hacer decidió mantenerse escuchando, uno de los presentes le pregunto sobre su pareja lo cual ignoro aunque otro pregunto sin pudor.

-¿Es verdad que estas saliendo con un chico de quinto año? —Hablo con mera curiosidad, mas nunca creyó que fuese cierto, pero eso no significaba que tuviera sus dudas.

-¿Es enserio con uno de quinto? Es asqueroso —Menciono un Gryffindor mostrando su desagrado hacia las relaciones homosexuales.

Stephen se mantenía sereno sin mostrar signo de incomodidad o molestia, tal vez estuvo mal meterse con un chico pero lo amaba y eso era más que suficiente, aunque estuviera en sexto año eso no significaba que tuviera diferencias de edades, por lo cual no se sentía culpable ni interesado en contraatacar por comentarios o preguntas homofóbicas.

-Strange no es asqueroso, es un buen amigo —Menciono el oriental que intento defenderlo, después de todo lo había visto deprimido aunque para otros fuera incapaz de saberlo, llevo a su amigo hacia un lugar apartado.

-No debiste defenderme, Wong, estoy bien, solo son ignorantes. —Escucho fuertes que cada vez se acercaban cada vez más hacia donde se encontraba, se volteo para ver a Daniel que se encontraba agitado como también molesto, pronuncio algunas palabras las cuales le impactaron — Everett...

(...)

-¿Todos están bien? —Pregunto el rubio desde el suelo, estaban todos agitados y aterrorizados por ver aquel ser tan espeluznante, pero todos parecían estar sanos y salvos.

-Nosotros sí, pero tú no, estas herido —Hablo uno de ellos con preocupación.

-Esta bien, puedo con eso. —Comento sin importancia, se había quedado prendado al cielo estrellado, de repente comenzó a sentir mucho sueño y sus ojos comenzaron a cerrarse lentamente.

-No estás bien, hay que llevarte a la enfermería. —Declararon, comenzando a levantarse e intentaron levantarlo a él.

-La enfermera Pomfrey no se encuentra en el castillo.

-Dije que estoy bien, ¿De acuerdo? —Saco entre su túnica el collar que cargaba encima, recito en voz baja un mantra curativo — Listo, ya estoy bien, vámonos.

-Sigues sangrando —Confeso uno de ellos, para sorpresa del rubio que llevo su mano y con las yemas de sus dedos toco la sangre que aun salía de su mejilla, lo cual era inesperado porque nunca le había ocurrido.

-Cuando lo hace una criatura mágica es imposible curarte con magia, tendrás que esperar a que sane por su cuenta y... oh oh...

Todos voltearon a ver lo que ocurría ciertas personas venían del castillo, el más bajo vio que se trataba de Daniel y de Strange, suspiro aliviado al menos no era algún profesor.

-Ross estas en problemas —Se burlo uno de ellos.

-¿Cómo es que lograste ser amigo de alguien de año superior? ¡Es tan genial! —Dijo otro y todos lo vieron incrédulos, sin duda el más inocente de todos los presentes.

-Strange... —Fue lo único que salió de sus labios al verlo parado frente a él, su expresión denotaba molestia, un gran enfado que le hizo asustar.

El Ravenclaw no menciono palabra alguna, se agacho para ver la herida en su mejilla al parecer no era nada grave, evitaba hablarle porque mostraría su molestia y ya bastante tenía con mostrarse imponente y malhumorado, no quería ni deseaba ver a su pareja herido, solo dio un suspiro para al fin hablarle.

-Sabes que este lugar no es recomendable para ningún alumno, si se entera algún profesor estarás en un gran problema y no solo con quitarle puntos. —Levanto al rubio del suelo, para llevarlo a la enfermería, se haría responsable de todo con tal de evitar los problemas en Everett, ya bastante tenía con ser nuevo. —Me preocupas, cariño.

(...)

Cuando la enfermera asistente se retiro para buscar ungüentos y gasas que necesitaría para el Hufflepuff, dejándolos completamente solos, al parecer Everett se sentía molesto e incluso se cruzo de brazos para mirar a su pareja.

-¿Por qué te culpas por algo que yo hice? Strange también pudieron haberte castigado a ti. —Recrimino preocupado.

Aunque no podía molestarse por mucho tiempo, de hecho estaba todo lo contrario a enojado, su precioso Ravenclaw había ido por el al menor indicio de problemas y eso lo tenía levemente preocupado.

-Pero... gracias, Stephen, por ayudarme otra vez —Sonrió, no habría nadie en el castillo al que le debiera tanto como al contrario que se encontraba frente suyo —Y siento causarte problemas.

El amor a través del tiempoWhere stories live. Discover now