VIII

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Mis padres ya se encuentran en el departamento para hablar sobre lo ocurrido anoche. Todavía estoy desayunando, es temprano, tenemos tiempo para aclarar lo que sea necesario.

Comienzo por pedirles disculpas porque sé que mi reacción no fue de las mejores, siento que arruiné la cena y que interferí de algún modo en sus proyectos. Ninguno de ellos parece enojado, solo querían cerciorarse de que mi ánimo se encontrara estable el día de hoy y que haya podido descansar lo suficiente.

Anoche en cuanto llegué, me deshice del traje que tanto detesto, y me dormí. Estaba exhausto, la cabeza me dolía de tanto pensar y replantearme la situación vivida. Ese ultimo encuentro con Foster en el pasillo, en compañía de mi tono soberbio al dirigirme a él, me causó repulsión, lo que menos quiero es parecerme a un bravucón. No me criaron así, nunca me he creído superior al resto, no debo empezar por puro placer.

—Te llevo al colegio y luego te compraremos un nuevo celular —Establece papá—. Vendremos a cenar esta noche.

—¿Qué pasará con el negocio?

—La decisión es tuya, y Foster lo sabe, se lo dije. Ahora concéntrate en terminar tus estudios, no te preocupes por lo demás.

Papá confía en mí, no soy un perdedor para él, me alivia saberlo. Nathan nunca lo entendería.

—En uniforme te ves apuesto, Benja.

—Todo lo que es formal te parece lindo, mamá. ¿Así quieres que sea modelo de revista? —Me burlo—. Saldré en un catálogo de trajes sofisticados.

—Siempre te ves bonito. —Besa mis mejillas—. Vamos al colegio o se te hará tarde.

El viaje es silencioso, mis padres están agotados, no obstante, se quedarán hasta mañana aquí en California. Mentiría al decir que no los extraño y no disfruto de su compañía, ha pasado mucho tiempo sin llevarme al colegio, me gusta.

Cuando iba a la primaria en Berkeley, papá pocas veces podía hacerlo, recuerdo que en aquellos años Golden Palace no se había expandido tanto y, aun así, demandaba tiempo y concentración. Mamá, en cambio, cuidaba de mí en forma permanente, ella era mi confidente camino al colegio.

Con el pasar de los años me transportaba solo con esa estúpida idea de que hay una edad de independencia escolar, hasta que me lo tomé a pecho y presenté papeles para obtener una beca. La peor decisión.

Antes de bajar del vehículo me despido de ellos, en especial de mi madre que siempre tiene palabras lindas para decirme.

—Adiós, Benja, pórtate bien.

—Sí, mamá —rio¬—. Nos vemos más tarde.

El pasillo se encuentra despejado, he llegado a horario, puedo buscar mis libros en mi casillero sin problema.

—¡Buen día, Ben! —Escucho a mis espaldas.

—Hey, Glen, ¿Cómo estás?

—Bien, ¿Lograste encontrar a Emma en las redes?

—No, hoy tendré un nuevo teléfono y volveré a intentarlo.

—Qué lástima, quizás a ella le hubiese encantado verte de traje —Comenta con picardía.

—¿Y tú como sabes que usé un traje?

—Tu madre me agregó a Facebook.

—¿Por qué aceptas a mi madre? —resoplo.

—¿Y qué quieres que haga? ¿Que la rechace? Eso es descortés, Clarck.

¿Cómo es que ella dio con su perfil? Si hubiese sabido que era tan buena buscando gente le pedía que localizara a Emma. El solo imaginarlo es motivo suficiente para un interrogatorio y un reto por falta de protocolos.

Si te vieras con mis ojos   #1 (S.S)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora