— Estoy viendo estas imágenes. — respondió Rome mientras se acercaba a las pantallas con las fotos de los miembros del equipo de Shaw. — Es como cazar a nuestros gemelos malvados. Mira a este negro, es guapo. Obviamente soy yo. — prosiguió mientras señalaba a un hombre de tez oscura. Tej y yo nos miramos evitando reír, ese hombre se amaba. — Tenemos un Hobbs blanco. — continuó diciendo mientras caminaba hacia la foto de un hombre musculoso que parecía salido del ejército. — Este es Han. — señaló a un hombre que tenía rasgos orientales.
Miré al mencionado y este estaba apoyado sobre una mesa contigua, negando con la cabeza y de brazos cruzados.
— Tej, hay un africano con gorra. Es como tu mini mí. — dijo ahora riendo y Tej frunció el ceño. — Este chico joven vendría siendo la versión masculina de Becky. — apuntó al pasar por la foto del muchacho que me había salvado en Interpol. — Y... ¡Brian! — llamó a mi padre, quien volteó a verlo. — ¿Cuándo te tomaron esta foto? — interrogó mientras señalaba a la chica que nos había chocado. Papá sonrió y le mostró su dedo del medio. — Solo estoy bromeando, amigo. Tú sabes que eres la rubia más bonita de aquí. — acotó Roman y yo reí.
Un ruido de motor se escuchó y pronto vimos como el International XT {*1} de Hobbs aparcaba a unos metros de nosotros.
— Bueno, ¡presten atención! — vociferó al bajar en compañía de Riley. — Hay dos cosas. Primero, esta es la peor ciudad para cometer un crimen, hay cámaras en cada esquina. — comentó mientras todos nos acercábamos hacia él. —Tengo videos del ataque, trata de ver a dónde nos lleva. — le dijo a Tej pasándole unos discos. — Y segundo, sabemos qué se robó Shaw de Interpol. Se robaron la base de datos de todos los lugares que tienen la pieza que necesitan. — informó.
— ¿Dónde están? — interrogó papá.
— Hay dos docenas en toda Europa. — acotó Riley.
— Pero la lista solo sirve noventa y dos horas. — dijo Hobbs.
— Osea, que el siguiente golpe de Shaw será en los próximos cuatro días. — murmuré y el agente asintió.
— Tienen un plazo, y nosotros también. Hay que darnos prisa. —espetó el hombre musculoso.
— Hobbs tiene razón. Hay que analizar esto. Ustedes los vieron, ¿qué sabemos? —cuestionó mi tío.