4: Culpa

5.5K 515 24
                                    

Steven

Luego de salir de la oficina, regresé a mi casa a ducharme para poder llegar a tiempo a mi segundo trabajo. Llevo trabajando en ese restaurante por alrededor de dos años como cocinero. Me han querido dar la oportunidad de trabajar a tiempo completo, pero eso implicaría tener que abandonar la empresa y a mi actual jefe, algo que sería cobrar menos y no estoy preparado para hacer un cambio tan drástico ahora. He vivido casi toda mi vida teniendo mis ahorros para poder abrir un restaurante adaptado para niños. Es un sueño que promete llevar mucho tiempo, pero nada podrá quitarme esa meta.

Todo surgió cuando pequeño, cuando aún mi papá estaba conmigo. Él siempre quiso ser un gran cocinero y me enseñó mucho de él; sus recetas y sus técnicas, entre otras grandes cosas. Quisiera hacer su sueño realidad, de abrir un restaurante en su nombre, cuestión de que donde quiera que esté, se sienta orgulloso al verme realizado, de hacer lo que aun cuando él estaba con vida, no pudo lograr.

Mi padre enfermó cuando cumplí mis quince años. Los médicos no hallaban nada extraño en él, pero tenía cada vez ciertas recaídas, que lo hacían terminar en el hospital. No le prestó la atención necesaria y siguió descuidándose para cuidar de nosotros. Trabajaba arduamente para mantener a su familia. No éramos una familia pudiente, pero jamás nos faltó nada.

Un día sufrió un desgaste físico, o eso fue lo que creyeron los médicos que era en aquel entonces, pero cuando dieron con el verdadero diagnóstico, ya era muy tarde. Fue diagnosticado con leucemia, y solo duró tres meses, antes de que esa enfermedad se lo fuera devorando rápidamente. Estuve con él en sus últimos momentos. Aún ahora, es algo que nunca olvidaré.

Desde entonces me hice cargo de mi mamá, ya que estaba destruida, tanto como yo. Mis hermanos regresaron dos días después de haberse enterado de la noticia, solo con la intención de quedarse con lo que nos hubiera dejado mi padre, pero no era como que hubiéramos tenido mucho.

Desde mis quince años, trabajé limpiando casas, cocinando para los vecinos, ganando el dinero a base de cualquier trabajo que me ofrecieran, mientras que mi mamá tejía en los momentos que tenía libre de la fábrica de tejer. Mis estudios logré costearlos con lo que nos ganábamos trabajando honradamente. Mis hermanos jamás se inmutaron en ayudarnos, ellos se independizaron desde muy jóvenes, ya que, según ellos, no soportaban la miseria en que vivíamos. No los he visto desde hace tres años, algo que, en realidad, ni me hace falta. Para mí es como si no tuviera hermanos, a fin de cuentas, para ellos jamás fuimos importantes. Por otra parte, suelo enviarle dinero a mi mamá.  He pensado en traerla conmigo, pero decidió quedarse trabajando aún en la fábrica. El día que me encuentre estable completamente, la traeré a vivir conmigo.

Hoy el restaurante no estuvo muy ocupado, algo que, de cierta forma, me entristece porque me gusta estar ocupado todo el tiempo.

—Steven... — estaba en un leve letargo, cuando Stella se me acercó.

—¿Sí?

—El jefe quiere verte. Te está esperando en la oficina.

—Gracias. Voy enseguida.

—Oye, no pensarás dejar la freidora encendida, ¿verdad? — sonrió, y fue cuando me percaté de que en realidad sí la había dejado encendida. Se supone que, a esta hora, ya todo hubiera estado apagado y recogido.

—Lo siento, estaba distraído— la apagué, y pasé el paño por el borde para limpiarlo, cuando su mano aterrizó justo encima de la mía —. ¿Qué haces? — pregunté nervioso.

—Ve con el jefe. Yo limpio lo que falta.

—Gracias, Stella — sonreí, y solté el paño para poder irme hacia la oficina de mi jefe.

Perdido En Tus Curvas [✓] Where stories live. Discover now